“Contra soberbia, humildad”.
Cualquiera podía ir feliz por la vida, sabiéndose lleno de defectos, como cualquier niño; pero bien pertrechado de remedios.
“Contra pereza, diligencia”.
Muy sencillo. El bien era bueno y, ¿lo adivinan?, el mal, malo.
Nada de revoltijos mentales, donde todo se confunde con todo, donde todos los gatos son pardos en la noche y de tanto matizar los juicios se termina por cohonestar el mal en el mundo; donde, de tanto comprender al pecador, paramos en disculparnos a nosotros mismos, en justificar nuestras miserias, en lugar de contraponerles, como los niños en el catecismo, unas virtudes hermosas, nítidas, aunque lejanas. Nos enceguecemos plácidamente. Entonces, para el peregrino que camina a ciegas (Heidegger) sí que es fácil la bajada a los infiernos (Virgilio, Eneida VI, 126).
No niego que esa forma cómoda de anestesiarse contra el mal, contra el desgarrón de la injusticia en el alma y contra la llaga de la iniquidad social, cosecha placeres duraderos, según la medida efímera de la vida presente. Claro, pues que no es una odisea vivir como hombre amnésico y narcotizado durante treinta, cincuenta, ochenta años. Lo heroico es sobrevivir al instante de lucidez que a todo humano se le otorga, al filo de la muerte de un amigo o de un hijo, o bajo el peso de un revés de fortuna, de una enfermedad grave, de un amor que se renueva o de un odio inesperado, que todo lo cuartea.
Se plantea entonces, de alguna manera oscura, como subcutánea, el dilema fundamental: el ser o la nada. ¿Soy alguien o más bien un grano de polvo en el viento de la nada?
“Ser o no ser, he ahí la pregunta”, exclamaba el desgarrado Hamlet (3, 1); mas su dilema iba de las luchas de la vida a la placidez del sueño de la muerte: “morir: dormir, no más”. Toda la cuestión fatal era aceptar los tormentos de la vida presente por temor a lo ignoto de la futura o no atreverse a obrar contra la conciencia por horror al castigo eterno.
¡Qué envidia, esos hombres que podían quizás pensar, como Hamlet, que la conciencia hace de todos nosotros cobardes!
Vivimos en otro mundo. Ahora la conciencia, si la tenemos, hace de todos nosotros valientes. Ya no hay temor de la sentencia futura, del castigo eterno, que pueda retraernos del mal obrar durante la vida presente. Nuestros dilemas no pasan por la frontera entre la vida y la muerte.
La opción es más radical. ¿Hay ser o más bien nada?
Los otros, ¿son seres duros, como de roca tallada en lo real, de sangre que palpita eterna? ¿O son, acaso, apariencias fugaces que cada hombre, hecho de la nada, apátrida esencial (Nietzsche), proyecta sobre el vacío para no sentir un vértigo intolerable?
El espíritu absoluto, invento de una menta pequeña y extraviada, ¿ha involucionado ya definitivamente hacia la identidad del ser y la nada? ¿Todo da lo mismo? ¿Hemos demolido todos los valores y entramos por el camino irreversible de la guerra de todos contra todos, del dominio y del engaño, de las palabras tiernas que ocultan y enmascaran y aderezan la voluntad insaciable de poder?
He ahí el dilema: ser o no ser.
Nihilismo, he ahí la enseña del futuro.
Tu cabeza, joven de quince años, da tumbos de un lado para otro. Unos te exhortan a respetar “valores” nacidos de la nada por obra del consenso, como si fueran absolutos y eternos; otros te susurran que tú eres tú, que te busques con denuedo, que te atrevas a pensar por ti mismo y a decidir sobre lo bueno y lo malo.
Todo da igual, amigo mío, convéncete. Eres una náusea un escupo del azar un vómito del big bang entre una nada y otra nada infinita.
Sé tú mismo, convéncete, que nada te salvará de ti.
“Contra lujuria, castidad”, decía el catecismo para tus abuelos, cuando eran niños. Jesús os dijo: “El que mire a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón”. Mas yo, el Anticristo, os digo: “Mirad, desead, girad hasta donde alcance vuestro poder, sorbed el ser-nada de vuestro prójimo: ¡Sed vosotros mismos!”.
Y así todo da igual.
Teresa de Calcuta es blanco de críticas atroces, calumnias desaforadas, de los idólatras del nihilismo. ¿Qué diferencia hay entre ella y Hitler, entre sus enfermos y pobres redimidos y las cenizas del Holocausto?
Nada. Ella eligió. Él eligió.
He ahí, pues, brevemente, la elección: o el ser o la nada. O nihilismo o teología.
Solamente los frívolos, los superficiales, los esclavos de ocultos mandarines, viven como embriagados con la alucinación de que no deben elegir entre el nihilismo y el ser, entre la autonomía rabiosa de su propia afirmación como dominadores y explotadores y la sumisión a lo real, al universo externo, duro como roca, a los demás humanos, a Dios.
El siglo XXI, el cadáver de Nietzche hiede, no os hagáis ilusiones. La guerra por la autonomía de la razón ya ha sido ganada por el Padre de la Mentira: ¡la razón ha sido derrotada irremisiblemente!
Someterse o disolverse, he ahí la alternativa.
Sumisión amorosa al ser, salir de sí por el amor, poseerse a sí mismo en el mismo acto de donarse y para darse generosamente a Otro, o, por el contrario, sumisión de todo lo otro, como objeto, como nada, a uno mismo, al propio instinto de dominio: disolverse en el marasmo mental de la autoafirmación egocéntrica, de la autonomía dominadora y cruel, hedonista por agotamiento de sentido.
Ya no hay cabida para la razón autónoma, puro espíritu alto y digno. O la razón hecha carne, o la nada. O la razón comprometida en la batalla diaria por el ser, o la nada. O la entrega carnal, racional y amorosa, que engendra el ser nuevo, la sonrisa del niño de azul, o nihilismo.
O el milagro o la locura.
“Contra nihilismo, matrimonio”.
No quiero ser tan intelectual para discutir, porque creo que se puede perder el norte, y quedarnos en puras razones. Entiendo tu planteamiento, y entiendo que el que contradiga lo que piensas, es para ti un relativista de los valores. Y está bien, si es lo que piensas, y tienes todo el derecho a pensarlo.
ResponderBorrarPero me da mucha curiosidad que toda tu apología a la moral, de por sentado que ella no va a llevar a nadie a la felicidad. Ya lo dijiste en tus máximas mínimas, varias veces. Recuerdo que dijiste que la vida era de sangre y no sé que más. Que no creyéramos en la felicidad en esta vida. Que las virtudes no llevaban a la felicidad, etc. En definitiva, que toda la moral que tú defiendes, de seguro que no lleva a ser felices. Claro, sí seríamos felices en la próxima vida. Es muy arriesgada tu teoría. Es más, creo que va contra la realidad misma de las cosas. Si todos buscamos la felicidad.
Entonces, si tú has tenido experiencias malas de vida, si tú no has encontrado la felicidad (no cabe ninguna duda por tus mismas palabras textuales), si tú eres pesimista o envidioso, eso no significa que creas que lo que a ti te ha pasado es la realidad de todos los demás. Te lo digo de esta manera, porque quiero ser directa y no andar con eufemismos.
Además me parece irresponsable que le digas a ese joven que busca ser feliz, que lo está pasando pésimo, o que puede estar tremendamente deprimido, que siga una moral –tú moral- que lo va a llevar a la tristeza -lo contrario de la felicidad, en la que tú no crees-, pero que va a estar cumpliendo ¿con valores universales?
catrina
Estimada Catrina: Son malentendidos solamente. Sea usted feliz, ojalá tanto como yo. Gracias por su interés.
ResponderBorrarno son malentendidos (aunque sea tu técnica para eludir el reproche). si tú afirmas algo concreto, como el tema de la no-felicidad en esta vida, me parece un mínimo de coherencia que des razón de tus dichos. en concreto: "A estas alturas, espero que la palabra ´felicidad´ te provoque náuseas. —Olvídate de ella y dedícate a una vida dura, de hueso y carne y sangre."
ResponderBorrar"Las virtudes no dan la felicidad. —Vivir conforme a la razón no hace dichosos a los hombres."
entonces sí dices lo que te señalé (no sé dónde está el malentendido). y después nos das la filipica (bajo las penas del Infierno) para seguir la moral que defiendes.
pues bien, es básico que uno sea capaz de justificar sus asertos. entiendo, a nadie le gusta que lo critiquen. a todos nos pasa. pero me parece que tu postura es bien auto-céntrica. no aceptas las criticas, y eso lo demuestras con el sarcasmo, con la indiferencia, y con actitudes como la de ahora.
no es nada personal. son sólo ideas, que puedes contestar o no. aunque sería interesante que hicieras un esfuerzo por explicarte.
saludos,
catrina.
Malentendidos sobre malentendidos. No es estrategia mía. Lo lamento. Le aconsejo meditar estas palabras sabias:
ResponderBorrar"los niños y los adultos, nos diferenciamos biológicamente, pero a nivel mental no mucho. Una persona que esté despierta a la realidad, que la esté percibiendo directamente, que tenga una relación o comunión con Dios, jamás ofendería a nadie. Esa persona es Libre totalmente, porque a pesar que podría insultarnos, eso le significaría perder su libertad, y además ella ya "es" libre. Sólo puede hacer cosas Buenas. Un tipo que nos insulta, al igual que un niño, no tiene libertad, porque está autodeterminado por sus impulsos, pensamientos y emociones incontroladas. ¿qué ofensa a nuestro buen nombre podría cometer si no tiene conciencia de lo que dice?".
Nada, que controlemos las emociones está bien. Saludos,
El tema es concreto y tú lo planteaste Cristóbal: nos propones actuar en base a determinados valores, para evitar ciertas conductas. (por favor, no nos dejemos llevar por las cosas personales. No importa si yo te caigo bien o mal, ni al revés, porque el tema de fondo es otro. Está claro que pensamos bien distinto. ¿tiene eso algo de malo o de raro?)
ResponderBorrarTú dijiste que las virtudes no dan la felicidad. Y ahora nos dices que seamos virtuosos. La pregunta es ¿con qué objetivo? No es que con esto trate de relativizar las virtudes, que me parece que es totalmente correcto que hay que ser virtuoso. Pero el tema es que parece que tu concepción de virtud no lleva a la felicidad (por favor, si tú lo afirmaste), lo que significa entonces, que habría que ser virtuoso sólo para congraciarse con Dios (porque no es para ser feliz), lo cual me parece una afirmación basada en el dogma, y no en ningún postulado que podamos descubrir o compartir, sino es creyendo y asumiendo tu mismo dogma.
catrina
Quizás sólo sea que puntualmente aquel día (En que escribió esto), no se sintió particularmente feliz (Para no decir que estaba triste), pero si tuvo certeza de estar cumpliendo con lo establecido, es decir sintió que estaba haciendo lo correcto, y que esa corrección del minuto era garantía de una felicidad superior.
ResponderBorrarAunque también pudiera ser que yo no entendí nada.
es básico que uno pueda explicar de forma racional lo que uno piensa. y eso significa, también, confrontar nuestros dichos con los de otro. ¿por qué eludes el tema? ¿víctima? ¿arrogancia? ¿humildad? no sé, son sólo hipótesis.
ResponderBorrarde cualquier manera si este es un blog participativo, en que de verdad te atreves a plantear ideas, como ha sido tu slogan, es bueno escucharte. eres una persona inteligente y creo que todos queremos oírte, de verdad. y si yo estoy equivocada, o tú lo estás, nadie se va a sentir un perdedor.
pero aquí hay un tema moral mayúsculo. es muy lindo y se estila andar hablando de moral y diciéndole al otro lo que tiene que hacer con su vida. pero es grave que uno venda teorías que se caen.
insisto, al tipo que realmente lo está pasando mal, que está angustiado, que se quiere suicidar, ¿qué le vas a decir? ¿al suicidio, vida?, ¿a la angustia tranquilidad?, ¿a la depresión alegría?
palabras, puras palabras, eso es lo que pienso, sobre todo si afirmas que las virtudes no dan la felicidad.
y tú lo ves muy sencillo, tan fácil. a lo que no te parece... simple: haz lo contrario. pero esto no es educación física. no es fortalecer un músculo, es trabajar el espíritu, y esto no sigue los mismo patrones duales que planteas.
en fin, "contra falencias, argumentos".
catrina.
Catrina:
ResponderBorrarSin saber qué te respondería CO (poco le entendí su respuesta), trataré de ayudarte en la interpretación de las máximas mínimas a las que te refieres:
1. "Solamente de los muertos cabe decir si han sido o no felices. —Pero hay que mirarlos enteros, desnudos, desde el otro lado. —La imagen de un hombre feliz en este mundo es siempre un engaño, una caricatura, algo que da risa."
= Esto se referiría a toda esa gente que parece feliz en la vida, pero que al conocerlos uno sabe que es una careta, o que al final se suicidan y uno dice: "pero si lo tenían todo".
2. La felicidad verdadera —decía un autor francés— nunca se encuentra si se busca directamente. —Y un alemán: está como en el dorso de las acciones. —Y un español: ¡no me jodas!
= Cuando uno trata de ser feliz directamente, es decir, buscando los placeres, uno no encuentra la felicidad. De algún modo se encontraría "indirectamente".
3. A estas alturas, espero que la palabra “felicidad” te provoque náuseas. —Olvídate de ella y dedícate a una vida dura, de hueso y carne y sangre. —Quizás, al final, cuando entregues el alma a tu Creador, Él se digne darte lo que los mentirosos de este mundo te prometen.
= El modo de buscar la felicidad "indirectamente" es olvidándose de ella y de los placeres, acordándose de Dios y de los demás. Así se consigue la felicidad que los otros tanto prometen.
No es que sea necesario morir para conseguirla.
CO cree en la felicidad en la tierra, o no diría que de los muertos se sabe si "han sido o no felices" ("han" es una forma verbal en pasado, o sea se refiere a la felicidad en vida). También se nota porque habla de alcanzar la "felicidad verdadera". Por último, él mismo te dice que se considera feliz.
Gracias, al pan pan, vino vino. Me interpretas bien. Yo, por mi parte, dejo que doña Catrina hable y condene mis problemas morales mayúsculos. Me divierto, y estas páginas son para eso, en parte.
ResponderBorrarepale. yo no te condeno cristóbal -aunque parece que sí lo hice-.
ResponderBorrardije que vi contradicciones en tus planteamientos, que quizás no existen -perfectamente puedo estar equivocada- y por eso esperaba que tú los aclararas.
ninguno de nosotros está ajeno al error, y por eso es útil conversar y discutir. pero mi opinión (y ojo que reconozco que tengo millones de defectos) es que me parece inconsecuente que asumas ser la última autoridad moral, critiques fuertemente a muchos, y te coloques fuera de la crítica.
y por último, me pareció -según mis creencias- que no es correcto hablarle de moral a alguien, si nuestras teorías adolecen de contradicciones.
que lástima que no te guste que te critiquen. pero esto es "sin llorar", como le he escuchado decir a los políticos. no seas como los niños.
saludos,
catrina.
Me divierto, doña Catrina, me divierto y no lloro. ¡Para nada lloro! Cosa distinta es que, en esta diversión, tampoco acepte ponerme en el banquillo a responder acusaciones de señoras que parecen enfadadas. Diga usted lo que quiera, que, siendo bien educada, como es, yo no la censuro. Y yo diré también lo que me venga en gana. Aunque a usted no le guste y lo tilde de inmoral. Ése es su problema: no entender y además juzgar. ¡Ánimo, que pocos entienden!
ResponderBorrarCatrina:
ResponderBorrarNo pescaste lo que yo dije, siendo que CO dijo que lo interpreté bien. ¿Te interesa verdaderamente ver si existen contradicciones en los planteamientos de CO, o lo haces por una cosa más personal?
¿Por qué lo de "sin llorar"?
Saludos,
está bien entonces. me parece que no hay problemas que digamos lo que pensamos. estoy de acuerdo cristóbal.
ResponderBorraral pan pan, vino vino. bueno, perdona por no haberte contestado. lo que pasa es que no quería caer en la situación estéril de hacer eco de una "interpretación" que hicieras de cristóbal, sin ser él que explicara antes sus palabras, porque se podía prestar a equívocos.
pero ocurre que el tema es otro y sigue en pie, porque lo que yo plantee, es que si las "virtudes no dan la felicidad", como afirmó cristóbal, entonces el comportamiento virtuoso que él defiende en el actual artículo, conduce -en consecuencia-, a un objetivo diverso (que supongo es congraciarse con Dios, o algo así, ya que no es ser feliz, porque las virtudes según él no llevan a la felicidad.
dicha afirmación (implícita) -que es dios quien da la felicidad- no tiene ningún problema, pero es un dogma, lo que implica que no puede ser demostrado, sino sólo aceptado mediante un acto de fe.
esa es la contradicción, o si se quiere, el dogma que cristóbal defiende. y yo no soy nadie para decir nada acerca de nada, porque no soy una experta, pero sí podemos decir que por lo menos en este tema, aristóteles piensa distinto, ya que él declara que las virtudes sí llevan a la felicidad.
¿que la felicidad se pueda conseguir por otros medios? está bien que se diga eso, de hecho si cristóbal refrenda tu interpretación, estaría reconociendo que es así. pero no ha dicho cómo se llega a esa felicidad; o, si se quiere, por lo menos dijo que es de otros maneras que no son el camino de las virtudes (quizás la gracia de Dios, el azar...)
no es nada tan grave amigos discutir. creo que es útil. espero que no se enojen tanto.
muchos saludos,
catrina.
¡Que no nos enojamos, Catrina, para nada . . .! Al contrario: ¡mil gracias por el interés!
ResponderBorrarCatrina:
ResponderBorrarCO LO ESTÁ CANTANDO CLARITO (y lo mostré en la interpretación de sus frases): ES POSIBLE LLEGAR A LA FELICIDAD, Y ELLO SE LOGRA BUSCANDO LA VIRTUD, ES DECIR OLVIDÁNDOSE DE UNO MISMO Y PENSANDO EN LOS DEMÁS.
Aprovecho de decirte lo mismo que CO. No hay nada de enojo.
Saludos,
qué bueno. agardeicda de tus palabras. fui dura y eso es malo para uno y el resto, así que mis disculpas.
ResponderBorrarpero sabes, me gustaría hacer el siguiente alcance. desde siempre, en muchas tradiciones -incluida la cristiana-, se ha hecho la distinción entre aquello que es esencial al ser humano, y que lo define como tal, y aquello que es falso en él, y que lo degrada y aleja de su objetivo en la vida.
esta distinción es muy importante y útil, porque así sabemos -por lo menos formalmente- que hay que abnadonar lo falso en uno. ese es un trabajo de clarificación y reconocimiento, que genera hábitos que nos llevan a distinguir dónde está el Bien. y por supuesto que así nos alejamos sin ningún problema del mal, porque nos damos cuenta de su falsedad (las famosas apriencias platónicas).
y así, a través de la virtud, estamos viendo lo que es falso en nosotros, y actuando nuestro ser en forma plena, nuestra esencia (la entelequia aristotélica). ahí el virtuoso se está acordando de él mismo -que se le había olvidado por la apriencia que tenía de todo-incluido él-, y está al servicio pleno de toda la creación divina -el resto de la humanidad y todas criaturas-.
negocio redondo.
saludos,
catrina
Ocio infinito del que somos capaces.
ResponderBorrarSaludos cordiales, a los/las felices, a las/los infelices. Y a los/las otros.
Jorge
Me ha impresionado su artículo, yo lo siento coherente ….
ResponderBorrarUn saludo