Perdonad este capítulo autorreferente, pero en alguna parte tengo que aclarar el caos en que me he metido como escritor amateur.
Me decía un lupadicto que él se reía tanto con estos capítulos de desvaríos, que tenía que sujetarse la panza, la barriga . . . Eso era antes. Ahora él ya no se ríe: ¡estoy demasiado serio!
Yo también lo he notado. Debe de ser que, como me han invitado a escribir de política en El Mercurio, el diario más exitoso de Chile, las risas convergen en lo más ridículo: ¡el espectáculo de mi patria tan querida!
Paradojas de la existencia humana: uno de esos que tienen paciencia para leer mis diatribas mercuriales me informa que la bitácora Bajo la Lupa es mejor. Y muchos que leen solamente el diario me conminan a publicar ahí, de una vez por todas, algo en serio.
Cada vez que me digo: “Este domingo voy en serio, con citas de filósofos y silogismos”, entonces, a media semana, sucede algo absurdo, que requiere urgentemente la atención de mi capacidad de reír para no llorar: lucha libre “hombres vs. mujeres” en los carros del metro, semáforos para que los peatones sepan cuándo entrar al metro, funcionarios de gobierno que se presentan —sin serlo— como filósofos o abogados, políticos de oposición que no se oponen a lo gordo y chillan por leseras, matones de barrio que se apoderan de algunos partidos políticos . . . ¡Nunca puedo escribir en serio!
No sé qué hacer. A ustedes les confieso que deseo cultivar la distinción clásica entre lo esotérico y lo exotérico. Dejo lo más importante, lo mejor tratado, lo más libre, para el circuito esotérico —aquellos a quienes transmito la locura oralmente, en la máxima confianza—; después, a los pocos lectores fieles de mis blogs —sabréis, supongo, que muchos llegan aquí tras buscar en Google o en Yahoo cosas del tipo “instrucciones microondas” o “injusticia ciudad” o “Kelsen Schmitt”—, les transmito lo cuasi-esotérico: mi mejor esfuerzo dentro de lo que soporta el papel digital.
(Algunos cínicos dicen que el papel lo aguanta todo, pero yo no lo creo).
Son los pobres lectores de El Mercurio quienes me preocupan: ahí solamente debo escribir de lo que le interesa al público. Entiéndanme bien: puedo escribir de lo que quiera y como quiera, con la más plena libertad; pero soy un tipo muy sensible al género —al género literario— y no me siento autorizado a tratar a la muchedumbre con la rudeza con que los trato a ustedes. En El Mercurio me autocensuro para hablar sobre la contingencia, con sarcasmo y como a la ligera, aunque, como dice el refrán, “entre broma y broma, la verdad se asoma”. No puedo abordar ahí la multitud de tópicos que el blog tolera; esas ideas locas que no tienen una noticia de actualidad como respaldo. En fin, reitero: soy sensible al género y no quiero que los lectores pidan mi cabeza por el solo hecho de dedicarme a temas trascendentes.
Así que en la prensa escribo solamente sobre lo que el pueblo está dispuesto a leer, ¡miren qué demagógico!, pero iluminado desde los principios a los que no deseo, ni de broma, renunciar. La razón de fondo no es nada divertida: la mayoría no está preparada para pensar en cosas demasiado distintas de las que los medios de comunicación deciden, de antemano, proponer al pensamiento. En realidad, el panorama es más sombrío: la masa no está dispuesta a pensar, y punto; quieren que les den los pensamientos masticados.
Un experto en comunicación social me dijo que ésa era precisamente mi función como columnista de un diario de circulación masiva: decirles a los lectores qué pensar acerca de hechos inconexos, ayudarlos a ir más allá de la superficie de las estrategias comunicativas de los poderosos; pero, eso sí, sin abandonar el nivel de profundidad —de superficialidad— de esas mismas estrategias.
Todo esto es terrible, pero parece que es verdad.
La bitácora, en cambio, es un lugar de libertad. Aquí escribo solamente para los que quieran leer, los lectores que retornan a sabiendas de que alternaré multitud de temas y de tonos. Iré desde la crítica política —a las derechas y a las izquierdas: ¡donde esté la llaga!— a los recuerdos de una familia numerosa y feliz; desde el comentario sobre un deportista famoso hasta el impacto, en el alma, de la mirada de un niño diferente (¡Dios mío: ¿quién puede acostumbrarse a esa mirada tuya?!); desde la crítica a la ciudad y al mundo hasta el examen minucioso de un libro, antiguo o nuevo; desde los abismos de la preocupación por la crisis de la cultura hasta las cosquillas, aparentemente superficiales, del buen humor.
En cada espacio, esotérico o exotérico, encontraré el modo de decir algo que me importe y que, espero, interpele a los otros. Lo más chileno, local, provinciano a veces, cabe en la prensa de gran circulación; lo más humano, universal, abierto en lo posible, cabe en una bitácora con pocos lectores, quizás de todo el mundo.
La araña teje su red, y los bloguistas, su Internet.
Escribo sesudos artículos y libros de filosofía jurídica (el último: Cristóbal Orrego Sánchez, Analítica del Derecho Justo, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2005, 208 págs.), que casi nadie quiere leer, aunque en ellos —si alguno se los tomara en serio— se discuten problemas y criterios de un alcance inconmensurablemente mayor que el de mis divertimentos literarios.
¿Qué escribo? Filosofía y derecho. ¿Dónde? En editoriales y revistas académicas. ¿Por qué? Porque en las alturas de las ideas, aunque pocos deseen ascender a ellas, se juegan los destinos de las vidas corrientes de miles de millones de seres humanos.
También escribo divertimentos en papel de circulación masiva y en bits y bites abiertos al ciberespacio. Me proporcionan tal gozo y tal descanso, por la libertad de expresión que admiten, que merecen concederles la máxima estimación.
Nada hay, sin embargo, más peligroso, ni más frívolo, que despreciar la filosofía.
Me pregunto si acaso Herr Orrego El Mercurio es el mismo Herr Orrego Blogspot. Si acaso el giro a la seriedad dado por Señor Orrego El Mercurio a lo largo de sus columnas logrará dar cuenta de la amenidad del Señor Orrego Blogspot. Por supuesto que ser Blogspot tiene una emergencia altamente globalizada, pero ni por detrás de la tradición mercuriana.
ResponderBorrarPero no es ningún problema. Ambos se leen bien. El problema es escudriñar, para los acostumbrados a tratar de leer ahorrando el máximo de tiempo, especialmente en El Mercurio.
Y así vamos, dando giros, leyendo, a ver qué nos anuncia Herr Orrego esta semana. Reconozco hacer cierto esfuerzo. Y vosotros también lo intentáis. Y vale la pena, digo yo.
Señores
ResponderBorrarLes envio la presente paar hacer ver la situacion que estamos pasando muchos Ditribuidores de Claro Chile.
La carta que les envio es una receña fiel de nuestra situacion.
Por favor no la dejen de leer.
Estimados colegas Distribuidores:
Un saludo cordial a todos Uds.
El objetivo de este correo es generar una amplia comunicación con todos los Distribuidores que nos encontramos ligados contractualmente a Claro Chile S.A. que nos permita iniciar una instancia de discusión y acuerdos tendientes a enfrentar los críticos momentos en que nos encontramos sumidos.
Los acontecimientos nos han señalado que la estrategia de Claro Chile S.A. de conversar aisladamente con cada distribuidor les permitió mantenernos inmovilizados por largos 6 meses, logrando debilitarnos anímica y económicamente, y someternos a presiones para la suscripción de un anexo de contrato cuyos términos resultan inaceptables y que sólo les permitiría sanear los negativos efectos de una Política Comercial fracasada y riesgosa.
La implementación de la Política de Crédito de fecha 23 de julio de 2007 provocó en los Distribuidores un colapso económico que la empresa Claro Chile S.A. evade y se niega a asumir. Aún más, a los altos costos que hemos debido desembolsar para mantener la operación deficitaria de julio a la fecha, pretende nuestra aceptación de parte de una deuda informada por concepto de penalizaciones de dudoso cálculo e interesados préstamos para cubrir obligaciones tributarias para regularizar su inventario corporativo.
Se hace indispensable generar una amplia discusión y análisis del tema y efectuar planteamientos de solución desde una plataforma unitaria, que permitan afrontar a la empresa Claro Chile S.A. La reparación del daño ocasionado a los Distribuidores requiere una rápida y urgente solución. Los efectos de la Política de Crédito de julio de 2007 pudieron y debieron ser evaluados por la Empresa, resultando ética y comercialmente inaceptable derivar a los Distribuidores el alto costo de esa medida, quienes hemos debido agotar incluso nuestros patrimonios personales y acudir a alto endeudamiento en el sistema financiero, para tales efectos.
Agotar las instancias de negociación parece prioritario antes de buscar otras alternativas de solución. Para ello se requiere en forma urgente la convocatoria a una reunión ampliada de distribuidores que nos permita organizarnos, definir una debida representación y asumir las estrategias para enfrentar nuestro accionar futuro.
Para tales efectos, proponemos a todos los colegas distribuidores promover con energía el desarrollo de un Encuentro de Distribuidores en la ciudad de Santiago, durante el mes de febrero próximo.
Nuestra primera tarea es promover la amplia difusión de este mail a aquellos colegas que no estén incorporados en esta distribución. Resulta importante vuestras opiniones sobre esta nueva etapa que podamos iniciar unidos.