¿Qué podemos aprender de santa Teresa Benedicta de la Cruz?
Edith Stein nació en el centro del factum abominationis, de la consumación de la destrucción de Europa. Ella vio la luz el 12 de octubre de 1891, cuando se acercaba a su fin el que vio la muerte de Dios: Nietzsche compareció ante el Juez Supremo el año de Nuestro Señor de 1900.
El imperialismo y el racismo habían colmado ya la paciencia del Creador, aunque a los hombres les pareciera que no eran sino las conclusiones de la ciencia y las exigencias de extender la civilización.
Edith abandonó la fe judía ortodoxa de sus padres, mas no el deseo de la verdad. Fue atea por insatisfacción.
El ateo alemán proclamaba la muerte de Dios. La atea judía alemana se deslumbraba con los últimos intentos de escapar de esa muerte, de la jaula del propio yo. La fenomenología de Edmund Husserl le pareció a ella un camino desde el aparecerse de los cosas ante la conciencia hacia las cosas mismas, hacia la verdad y el sentido, que la muerte de Dios negaba — esto es evidente para cualquiera que tenga las agallas de Nietzsche— y que los recursos espirituales de Europa no permitían ya rescatar.
Edith buscaba la verdad desde su ateísmo, mientras trabajaba como discípula y colaboradora de Husserl. Dios había muerto para ella, pero ella no había muerto para Dios.
De aquí la primera lección que saco para mí. Hemos de respetar el itinerario espiritual de los amigos, sin renunciar a ayudar mediante la exposición de la verdad como sinceramente la vemos. Es misterioso el itinerario de la mente hacia Dios.
Mas también hemos de aprender a distinguir el valor intrínseco de los diversos itinerarios.
Un ejemplo cercano. Martin Heidegger, poco después de conocer a Edith en el entorno de Husserl, abandonó la fe católica —explícitamente en 1919— para quedar a merced de su propia inteligencia, autónoma y debilitada, inerme ante la ideología más poderosa de la época. Su inteligencia superior no lo libró de enredarse en asuntos de cintura con dos de sus alumnas, entre ellas Hannah Arendt.
Todos los que se consuelan de las cámaras de gas, pensando que se debieron a un arranque de locura inexplicable, para volver plácidamente al nihilismo de entreguerras . . . a la tolerancia de todas las posiciones, con la confianza ingenua y atroz en que no volverá una locura semejante . . . ¡todos ellos son parte de una masa capaz de seguir el mismo camino, del que abominan solamente porque la guerra lo tronchó a tiempo!
Edith fue entreviendo la verdad de la religión dogmática a través de la vida llena de alegría de algunos amigos convertidos. La alegría es una señal —cito aproximadamente a Edith— de que estamos cerca de la luz de la verdad. Edith captó también la alegría en la Vida escrita por santa Teresa de Jesús, y, junto con la alegría, habrá visto la esencia de una mujer traspasada por el amor de Dios. Esta lectura fue decisiva en su conversión.
Edith se bautizó en 1922. Fue un desgarrón para su familia, especialmente para su madre.
Mi segunda lección: A veces se necesita fortaleza para decepcionar a la propia familia.
Edith comenzó muy pronto a pedir a su Director Espiritual la autorización para ingresar en el Carmelo, pero le fue denegada para que sirviera a través de su investigación y la enseñanza. Ella había tenido, sin embargo, dificultades en su carrera académica por ser mujer, primero, y por ser judía, más adelante. ¿Qué hizo? ¿Se amilanó? ¡No! Ya desde muy joven luchó por los derechos y la dignidad de las mujeres. Y, al crecer la persecución antijudía, rechazó una oportunidad de huir a América del Sur, sólo para permanecer junto a su familia.
Mi tercera lección: Hemos de seguir el camino de lo justo sin importar las opiniones de la mayoría, ni los prejuicios culturales de la época, ni los peligros. Ahora es muy sencillo declararse a favor de la igualdad de las razas y de los derechos de las mujeres; pero el equivalente de la acción de resistencia heroica de Edith es, hoy, la lucha por los derechos de los no nacidos y por resistir la presión de lo “políticamente correcto”.
Al fin Edith se hace carmelita. Ahora se llama Teresa Benedicta de la Cruz. Tras la muerte de su madre, su hermana se traslada a trabajar de portera en el convento. Las dos huyen a un convento en Holanda. Sin embargo, tras la declaración de los obispos holandeses contra los nazis (20 de julio de 1942), los ocupantes persiguieron a los judíos conversos al catolicismo, entre ellos a Edith y a su hermana. Edith había podido huir a Suiza, pero rehusó hacerlo por no poder llevar consigo a su hermana.
Cuarta lección: La muerte es el último sello de la autenticidad del compromiso y del amor. Es terrible que lo diga alguien que no sabe si sería capaz de dar la vida; pero, ¿acaso vamos a dejar de proclamar la verdad que vemos solamente porque no seamos capaces de estar a su altura?
Edith Teresa nos reveló la identidad de Europa. Fue filósofa, y Europa comenzó a forjarse en la cuna de la partera del alma. Edith era judía, y en el Pueblo Escogido se reveló por primera vez el amor de Dios y la dignidad del hombre: su arraigo en el Logos. Edith fue hecha cristiana, por elección divida, y en el cristianismo se abrió el tesoro de la revelación a la humanidad entera: ¡entonces nació Europa!
Edith Stein llevó esta síntesis de la esencia de Europa a su núcleo más profundo: el encierro de un convento carmelita. Ella, según el ideal de la fenomenología, fue del fenómeno al fundamento: de las sombras de la verdad a su contemplación más penetrante.
Edith Teresa murió envuelta en el gas del nihilismo. Su cadáver fue presa del fuego aniquilador de la violencia.
Si ella murió, Europa ha muerto.
hay link!
ResponderBorrarDear Sir:
ResponderBorrarVerdaderamente el camino emprendido por este grupo de filósofos de tradición judía hacia el cristianismo fue una tarea ardua. El camino filosófico es ya de por si pedregoso. El camino de una cultura y de una religión aún mayor.
Edith Stein debió de aprender de todo, desde la forma de comportarse de las señoritas burguesas de su época, hasta el dejarse "prender" por la luz del Espíritu cuando el razonamiento la llevó a ella y a los Husserl hacia una nueva etapa. El malestar de los israelitas se hizo ver cuando fue canonizada. Cuestión que no es asunto filosófico: la luz del Espíritu. O quizás sí.
Qué quiere que le diga. No soy de alabanza fácil, pero en este trance hay que decir su columna es definitivamente extraordinaria. Casi afirmaría que recobra usté la lucidez, y en el buen sentido de la palabra...
ResponderBorrarAtte. y con encomio
Mambrú
Oiga, Mambrú: eso de alabarme me hace dudar de su lucidez. En fin, se lo agradezco, mire que en el blog de El Mercurio ni siquiera entienden ellos -muchos de los bloguistas- lo que están leyendo. Gracias a Dios tengo este espacio más personal.
ResponderBorrarotro link, pero hoy viernes y en mi nuevo blog, como recomendación de lectura para el fin de semana... saludos y gracias x tus artículos!
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