Pues bien, la magnitud del enfrentamiento entre quienes defendemos la vida del que está por nacer y quienes la atacan —dejo de lado, por ahora, a los tibios y a los indecisos— indica que el problema ético subyacente probablemente se debe a una gran corrupción moral de muchos. Y esa corrupción tiene que ver con la inmoralidad sexual, porque, como dice Peter Kreeft, el día que el tema del aborto no tenga nada que ver con el del sexo, todos se pondrían de acuerdo por unanimidad para proteger la vida de esos niños.
Lógicamente, una parte de esa corrupción moral implica que los moralmente corrompidos —reitero que no hablo de los engañados, de los tibios, de los indecisos— nos consideren corrompidos a nosotros. Lo admito y no me ofende: es un aspecto de su propia corrupción. Y reconozco su derecho a decir lo mismo de quienes ven las cosas de manera diferente a la suya.
El punto que deberíamos examinar con más calma es dónde están más revueltas las pasiones, que explican el desorden racional. Entonces veríamos que las conclusiones falsas y falaces a las que arriban los defensores liberales del aborto, de acuerdo con lo que les parece bueno mas es vicioso, solamente pueden enfrentarse con una tesis lamentablemente ofensiva por verdadera: “Piensas así no por tener razones sino por la carencia de ellas, por la esclavitud de las pasiones”.
Por el contrario, quien vive una vida ordenada, acorde con las virtudes morales —en la medida de su capacidad—, se hace cada vez más amigo de la sabiduría; está cada día mejor dispuesto para conocer la verdad sobre los principios éticos. Cuando ha adquirido la prudencia como virtud cardinal, también advierte la solución para los problemas morales difíciles y la acción recta en los casos particulares. En cambio, quien vive una vida desordenada comienza a sentir cada vez más atrayente la sofística. La capacidad de cubrir el mal con razones de bien —la sofística en moral— cautiva sobre todo a la persona inteligente y refinada. La potencia de la argumentación racional desvinculada de la verdad sobre el bien humano es el complemento perfecto de la vida licenciosa de los hombres inteligentes, porque les ofrece las máximas posibilidades de racionalización, de justificación de la propia conciencia acusadora. Esos individuos, por desgracia, se corrompen hasta el punto de padecer serias dificultades para captar los principios morales en toda su integridad. Naturalmente, no pueden negar fríamente y en universal el atractivo racional de los bienes fundamentales, como vivir, conocer, tener amigos, darle un sentido a sus vidas. Sin embargo, fallan frecuentemente en aplicar esos principios a las situaciones típicas que les afectan negativamente, es decir, a los casos en que el seguimiento de los principios podría exigir un cambio en las costumbres. De ahí que existe una dificultad adicional en un diálogo como el que nos ocupa, relacionado con la protección de la vida humana. Así, por ejemplo, un estilo de vida dominado por el deseo de dominio y de placer —una forma pervertida de entender la autonomía personal y el sentido del bien honesto— se impacientará con la perspectiva de permanecer demasiado tiempo en situación de dependencia y de sufrimiento, pero también con la idea de malgastar ingentes recursos personales y sociales —tiempo, dinero, cuidados— en atender y cuidar enfermos incurables, vidas sin valor.
Más dramática es la situación de quienes están atrapados por la lujuria, que es un vicio que nubla de manera particularmente intensa el uso de la razón práctica. El tema del aborto —como el de la anticoncepción y otros relacionados— nos presenta este problema de manera radical. Es una cuestión metodológica, si se piensa que, según la idea cristiana y también aristotélica, no podrá razonar correctamente quien tenga sus pasiones fuera de control. La akrasía o incontinencia impide la acción recta, aunque se salve el conocimiento moral; pero la intemperancia, el vicio, corrompe incluso el principio práctico en la mente. Ahora bien, aunque el aborto es un crimen contra la vida del no nacido, su motivación directa no es el odio a la vida. El odio a la vida es la consecuencia final de un proceso sostenido de lujuria. La raíz del crimen del aborto es la necesidad de gozar del placer sexual desordenado sin asumir las consecuencias desagradables. La nueva vida se transforma en la primera consecuencia desagradable del sexo extramarital, su más seria amenaza. Por eso, como afirmó Juan Pablo II en Evangelium Vitae, aunque la anticoncepción y el aborto difieren en especie moral, pues aquélla es contraria a la castidad y éste es contrario a la justicia, proceden de la misma planta envenenada. Por eso, el mapa de la difusión de la anticoncepción es muy a menudo el mismo que el de la expansión del aborto. La mentalidad que subyace a los dos fenómenos impulsa, con una irracionalidad atestiguada por innumerables testimonios de mujeres y varones arrepentidos de su crimen, a eliminar al hijo cuando falla la maniobra anticonceptiva. Gracias a Dios, hay una distancia entre las dos acciones. Muchas madres valientes —a veces, cobardemente abandonadas y aun presionadas para matar— han sacrificado su estilo de vida, su comodidad, su honra familiar o social, sus perspectivas de estudio, con tal de respetar y acoger la vida del niño en su seno. La comprensión cristiana para con quienes no han seguido adelante con su embarazo —la misericordia que Cristo nos invita a manifestar con todos los seres humanos, pues todos somos pecadores— no puede llevarnos ni a negar la gravedad del delito ni a desconocer la cuestión metodológica que nos ocupa, a saber, que un estilo de vida sexual desordenado —la lujuria— impide comprender o aceptar los argumentos racionales que prohíben matar directamente a un niño en el seno de su madre.
La corrupción moral es posible. Gracias a Dios, también es reversible. Ya lo veremos.
Yo tengo claro que si no todos la mayoría de anticonceptivos son abortivos. Y eso lo tengo claro. Y no hay discusión. Pero lo que nunca me ha quedado claro es la prohibición por parte de la Iglesia de los preservativos (los que no son abortivos). Y sólo entre personas casadas y nada más (salvo que esté mal informado). En fin, planteo esta pregunta con toda la modestia del caso. Para informarme mejor. Y no para defender tercamente una posición contraria a la del administrador de este blog. Sólo quiero tener más claro este tema. Y agradecería cualquier orientación que me dieran
ResponderBorrarHola, Anónimo: como Cristóbal no acostumbra responder anónimos, me tomo la libertad de intervenir. Si quieres comprender el por qué de la enseñanza de la Iglesia Católica en ese punto, lo mejor es que leas directamente la encíclica "Humanae Vitae", de Pablo VI: http://www.vatican.va/holy_father/paul_vi/encyclicals/documents/hf_p-vi_enc_25071968_humanae-vitae_sp.html
ResponderBorrarLa verdad es que es una exposición muy apretada, que presupone algunos otros fundamentos de la enseñanza moral de la Iglesia; para comprenderla bien, no basta con leerla, hace falta meditarla con rectitud de intención, que es lo que parece que te mueve.
Saludos.
Estimado señor Orrego: ¿como sabe usted que la lujuria es "un vicio que nubla de manera particularmente intensa el uso de la razón práctica"?
ResponderBorrar¿Ha experimentado el fenómeno usted mismo para afirmalo de manera tan categórica?
Ricardo, con todo respeto, ¿eres o te haces?
ResponderBorrarRicardo:
ResponderBorrarCreo que la razón práctica se refiere a la prudencia en el aquí y en el ahora. Sería la aplicación de primeros principios ordenadores que se desvelan a la luz de una razón natural abierta a l universalidad, y que se manifiesta en hombres de todos los tiempos, por lo menos en lo referente a su consideración del bien y del mal.
Y ahora voy a tu pregunta:
"¿como sabe usted que la lujuria es "un vicio que nubla de manera particularmente intensa el uso de la razón práctica"?
La respuesta es que dn Crístóbal también puede jactarse de ser hombre. Tan simple pero tan complicado a la vez.
Supongo que a la luz de posturas tan simplistas como la tuya, un cura no podría hablar del matrimonio, o un político de la pobreza...Pero ya vez que si que lo hacen (estos últimos pienso que demasiado).
El despliegue de esta semilla inserta en cada uno de nosotros requiere de ciertas disposiciones. Al igual que un árbol, si se quiere que eche raíces habrá que regarlo, y no una vez al año, sino todos los días.
Es como una luz brillante y poderosa a la que es necesario acercarse poco a poco para no encandilarse.
En contraposición tenemos la lujuría, que no sólo rompe con un itinerario gradual que permite al hombre gozarse de las cosas de Dios desde niño, sino que además (y simultáneamente) impide al hombre responder con justicia a las exigencias de su misma humanidad. Como bien nos dice dn Cristóbal, la lujuria desarticuliza y divide al hombre. Una vez que se lleva una vida dividida, parece más fácil contaminar el ambiente que intentar mejorarlo...Pero nunca se pierde la esperanza, porque al fin y al cabo nadie escapa de la luz del Sol. Creo que basta con sólo una chispa de racionalidad para que un hombre de buena voluntad encuentre su camino.
Hafar al Batin.
estimado anónimo 1: soy, no me hago. Mejor seria si fuera explícito
ResponderBorrarestimado anónimo 2: no respondió la pregunta, mucho eufemismo, poco contenido. Por otro lado extrapola demasiado a partir de mi pregunta al considerarme simplista... era una pregunta perfectamente válida.
saludos
RICARDO
ResponderBorrarCualquier hombre y cualquier mujer normal, sabe perfectamente que cuando surge la atracción sexual y esta se ve próxima a satisfacerse en la medida que nuestra pareja nos da las señales que así lo indican, se hace progresivamente más difícil detenerse ¿o no?.
Ahora y obviamente, mientras menos sólida sea una persona en sus valores morales, más difícil aún le será contenerse si la situación lo ameritara, y lo más probable es que al final se deje llevar, aún cuando alguna lucesita en su interior le advierta que a lo mejor sería prudente no dejarse llevar.
De ahí a llevar una vida desordenada y dominada en algunos casos por la lujuria o el deseo sexual ilimitado, hay solo un paso.
El deseo sexual es una poderosa energía natural destinada a la prolongación de la especie, la cual se vale del placer que el sexo mismo nos produce, para llevarnos con urgencia hacia ella, sin que siquiera estemos pensando racionalmente en prolongar la especie o tener esa intención en específico.
De todos los seres vivos, solamente los seres humanos parecemos tener algún grado de control y dominio sobre este deseo, pero es muy fácil que este se imponga sobre nuestra razón en alguna ocasión, más a menudo o permanentemente, dependiendo de la capacidad de la persona para dominarse a si mismo.
Y eso que solo estamos hablando de personas con sexualidad normal, ni me he acercado a pensar en los casos de los pedófilos, los violadores y tantas otras desvíaciones sexuales.
Por lo tanto y en resumen, creo que tu pregunta estuvo demás, y tiendo a pensar que la haces más intentando tender una trampa o esbozando algún grado de mofa, antes que una consulta real, ¿o me equivoco?.
Un saludo
Cristian Muñoz P.
Eso si parece una respuesta adecuada, gracias. Por supuesto que el impulso sexual es fuerte, pero las personas con criterio formado podemos ser perfectamente lujuriosos (yo soy muy lujurioso con mi pareja) sin "perder el rumbo". Me parece un poco exagerada la aseveración del autor del artículo, casi suena a propaganda.
ResponderBorrarNo hay mofa, simplemente me llama la atención el estilo del discurso donde se dicen cosas como si fueran verdades incuestionables sin dar un mínimo de explicación. Por eso la pregunta puede sonar burda, para mi no es tan obvia la cosa.
Tampoco estoy "tendiendo una trampa", estoy tratando de comprender el comportamiento y la forma de pensar de algunos sectores (medio extremos, para que lo vamos a negar) de la sociedad... Según yo para tolerar hay que entender y, como persona que quiere vivir en paz, me dedico a eso.
saludos
RICARDO
ResponderBorrarBien, si tú aseguras que no hubo intento de mofa o de tender alguna trampa, te lo creo no hay drama al respecto.
Ahora bien, no creo que Cristobal Orrego se refiriera a la lujuria que uno tendría con su propia pareja, dentro de una relación que pudieramos denominar como normal. Más bien me parece se refiere a la lujuria que nos pueda llevar a vivir lo que se denomina una vida sexual "libre", sin mayores responsabilidades ni compromisos. Y eso es fácil inferirlo, pues es ese tipo de vida sexual la que nos puede llevar mayoritariamente a considerar el aborto como una "solución" a sus "consecuencias".
Ahora bien, lo anterior sin perjuicio de que aún dentro de una vida sexual normal, con nuestra propia pareja, también puede ocurrir que si la lujuria domina la razón, nos lleve en algún momento a buscar la satisfacción de nuestros deseos, sin mucha consideración o respeto por los deseos y necesidades del compañero(a), lo cual también termina desembocando en una vida sexual desordenada, dominada por un exceso de lujuria, ¿o no lo crees asi Ricardo?.
Pudiera ser que el estilo de Cristobal Orrego para decir las cosas sea algo duro y quizás a alguno suene a "extremista", pero no por ello y aún cuando fuera real el tal extremismo, deja de reflejar una realidad.
Y por la otra vereda, a veces tenemos discursos mucho más extremistas y fanatizados, baste recordar a nuestro conocido ChileLiberal, con suyas posturas tu comulgas, pero no por ello dejas de hacerle ver lo extremado que es para exprezarlas y por lo mismo le indicas por las claras que no compartes su estilo.
Un saludo
Cristian Muñoz P.
Tampoco estoy tan de acuerdo. Conozco mucha gente que lleva una vida sexual "desordenada", en el sentido de que han tenido muchas parejas sexuales, que parecen estar perfectamente bien. De hecho yo he tenido más de una pareja sexual a lo largo de mi vida (nunca de manera simultánea), lo que me ha permitido ver el tema con perspectiva y no ha impedido que mantenga una relación saludable (y orientada al largo plazo) con mi pareja actual, de hecho creo que me ha ayudado en ese sentido (te reto a demostrar que no es cierto). Creo que a muchas personas les haría mal un estilo de vida lujurioso, pero al mismo tiempo a mucha gente le haría igual de mal un estilo de vida extremadamente casto, como el que proponen acá. Al final depende de cada uno... y es responsabilidad de cada uno descubrir que le conviene más.
ResponderBorrarLa lujuria parece ser una tentación terriblemente temida por la gente más conservadora. ¿Quizas porque al auto-restringirse tanto son ellos mismos los más suceptibles a caer en ella y descontrolarse?.... es solo una hipótesis.
Respecto al estilo extremista: ¿hay que ser extremista solo porque la contraparte lo es?... me parece infantil el argumento. Bajo esa lógica solo se logra una escalada de violencia sin fin, no me parece bueno (ni cristiano, que me imagino les importa)
saludos
A mí me parece que una vida sexual ordenada basada en el Evangelio es la única vía a la santidad.
ResponderBorrarBasta ver a los sacerdotes católicos, de quienes jamás nunca en la historia se ha sabido de algún escándalo.
RICARDO
ResponderBorrarA ver.
No me la voy a dar ni de santo ni de casto, pues no lo soy. Antes de estar con mi actual pareja (9 años juntos), también tuve otras parejas sexuales y no te voy a negar que con una o dos a las que quise mucho, probablemente el fracaso final se debió a una falta de experiencia sexual en ambos o en mí. Desde esa perspectiva por supuesto que el tener alguna experiencia previa te ayuda a mantener mejor una relación estable posterior.
Pero tampoco puedo negar la probabilidad de que con aquellas que fracasamos, si hubiera habido un mayor compromiso asumido por parte y parte, probablemente nos hubieramos dado un mayor tiempo para complementarnos en lo sexual, llegando al buen entendimiento, sin que "necesariamente" tuviera que existir esa experiencia previa para lograrlo. Creo que me entiendes el punto.
Ahora, ¿quien está promoviendo la castidad?, lo que promueve el artículo es una VIDA SEXUAL ordenada (pero vida sexual de todas formas), como una forma de evitar caer en el mal del aborto, no está promoviendo una vida casta, pues entonces ni siquiera tendríamos la prolongación de la especie. No tergiverses el escrito llevándolo a una posición extrema, que no creo que contenga Ricardo.
Con respecto a tu desafío, no puedo ni demostrar ni negar nada, pues esa es tu vida y tu experiencia, la cual yo no he vivido, por lo tanto, creo que tu "reto" es imposible Ricardo, pues a el solo tú puedes responder.
Con respecto a los estilos extremistas. No pongas en mi cosas que no he exprezado, yo no he dicho que a un estilo extremista se deba responder con otro similar, de hecho, yo no comulgo con extremismos de ninguna monta. Solo referí a un hecho concreto, en todas las veredas existen extremistas.
Ahora bien, en el estilo de Cristobal Orrego, no me parece ver tanto extremismo, lo que pasa es que el se apega a las exigencias de la moralidad cristiana, que son exigentes (de hecho él mismo lo reconoce), y difíciles aunque no imposibles de vivir.
Un saludo.
Cristian Muñoz P.
A los insesatos, un poco de poesía, espero que no se disgusten, pues no hay ánimo de ofensa:
ResponderBorrarHIPÓCRITA
Ningún cristiano vive a la altura de las Bienaventuranzas
qué horror qué hipócritas pero qué doble standard
piensan de una manera y viven de otra
en cambio tú unitario tú coherente
tú nunca serás hipócrita porque vives
y piensas como rata.
J.M. Ibañez L. Poemas Dogmáticos II.
Antes de que digan otra cosa, les pediré como lector de este blog, un poco más de respeto.
Saludos de todos modos, y muy afectuosos,
Fabián Mella
Cristián: de acuerdo. Quizas estoy leyendo con algun sesgo, lo reconozco. Igual pienso que el aborto es evitable mediante métodos de control de la natalidad y educación sexual adecuada. Pero eso es opinión mía y no pienso imponersela a nadie.
ResponderBorrarFabián: ¿donde está la falta de respeto?. Por otro lado: muy lindo el poema del cura Ibañez, me queda claro que él piensa que cualquiera que no sea cristiano es una rata. Además lo dedicas a los "insensatos"... ¿insensatos solo porque no piensan igual que tu?
Eso es una falta de respeto (y de tolerancia) explícita, me parece que queda demostrado el tenor extremista, si no del blog, por lo menos de sus lectores-correligionarios.
saludos
RICARDO
ResponderBorrar¡¡ja, ja, ja!! . . . no sé, pero me parece que el post de Fabian Mella está dirigido al post de ChileLiberal que aparece un poco más arriba, antes que a los tuyos.
No digo que comparta lo de Fabian, pero no te lo tomes tan a pecho tú, pues no me parce que se dirija tanto a ti.
De hecho, de lo que te conozco en el blog de ChileLiberal y acá, te reconozco bastante tolerante sin perjuicio de que tus ideas son distantes de las que sustenta este blog y asimismo de las mías.
Un saludo
Cristian Muñoz P.
Asumes que pienso igual que chileliberal. Falso, discrepo con el en mucho más que el "tono" de su discurso (que es tan intolerante como el que hay acá)
ResponderBorrarMe parece que, aunque seguramente lo odien por lo que dice y como lo dice, merece respeto igual. Me lo tomo a pecho igual porque esa forma de enfrentar a los que piensan distinto que tu es destructiva.... Por último prediquen con el ejemplo.
Y no digo nada más porque ya parezco Troll.
RICARDO
ResponderBorrar¡¡A ver!!, el que "se lo va a tomar a pecho" ahora seré yo.
Primero, tú mismo has dicho por lo claro a ChileLiberal en su blog, que compartes casi todas sus ideas, pero no su estilo porque es demasiado confrontacional, ofensivo y crea anticuerpos antes que lograr convencer por la razón, ¿me equivoco?. Sin ir más lejos, te cito un párrafo tuyo para él, de uno de tus posteos del último artículo escrito allá: "De acuerdo contigo en casi todo pero, para variar, no estoy de acuerdo con la violencia y el insulto".
Segundo, asumes que lo "odiamos" . . . la verdad es que no creo odiar a nadie y espero jamás encontrar motivos para albergar tal sentimiento en mí. Mucho menos podría odiar a alguien que ni siquiera conozco en lo personal, por mucho que sus escritos sean absolutamente contrarios a mis ideas, además de ofensivos y provocadores a un nivel cuasi enfermizo. La verdad que eso más que odio me provoca algo de lastima por él, pues con ello ChileLiberal se denigra más a si mismo que a quienes pretende denigrar (cosa que se lo he dicho ya a él en su blog).
Tercero, esto: "esa forma de enfrentar a los que piensan distinto que tu es destructiva.... Por último prediquen con el ejemplo.", deberás decirselo a quien tú opines que está actuando mal y no está predicando con el ejemplo, pero al menos yo en lo personal no lo asumo y no creo merecerlo.
¿Has escuchado eso de que las generalizaciones son odiosas?, bueno, en el párrafo anterior que comenté y también al decir que lo debemos "odiar", has generalizado odiosamente.
Un saludo
Cristian Muñoz P.
perdón pero cuando la tendencia es tan marcada tiendo a generalizar.
ResponderBorrarDate cuenta que hace unos comentarios atras me llamaste a no sulfurarme por otro comentario, insultante y generalizador, aplica lo que me dijiste a ti mismo.
Si tanto te molesta la odiosidad y la generalización parte por hacerte cargo de lo que dicen aqui mismo tus correligionarios. Yo llegué a opinar con todo el respeto posible, a pesar de que el autor del blog insiste en generalizar e insultar llamando "cerdo" a cualquiera que no siga su linea de pensamiento.
Yo me topo con gente que piensa parecido (no igual) a mi y que insulta y denigra... y me esfuerzo por hacerlo ver su error
¿hiciste tu lo mismo?... ¿haces lo mismo tu con el autor de este blog?... No, eres incapaz de ponerte en el lugar del otro (o esa impresión das)
saludos
El hombre-cerdo-rata.
Profesor Orrego:
ResponderBorrarJunto con saludarle, le escribía este post, porque tengo un profundo temor que día a día crece producto de los sucesos cotidianos.
Este último tiempo me ha invadido una suerte de pesimismo trágico que no puedo negar. Luchamos diaramente, cada uno en el frente que le corresponda, recibiendo mil ataques, a veces dolorosos, de personas queridas, que ante el consejo de un amigo nos reprochan y nos piden que por favor no les hablemos más de nada. Que cada uno es libre de cualquier cosa, que cada cual puede hacer lo que quiera, y aún más, que la amistad tiene como límite no hablar de los temas que incomodan. Los liberales, que buscaban romper con todos los tabúes, no han sino impuesto cien mil más, de manera drástica y violenta...y no entienden que nosotros no tenemos tabúes, sino que formas diferentes -ubicadas- de decir las cosas.
Más allá de la dramatica situación que uno ve en los más cercanos -los próximos, EL PRÓJIMO-, asusta el pensar como el erro empieza a disfrazarse de verdad, y así, personas con reflexión ninguna, imponen sin saberlo, y aún sabiéndolo, miles de dogmas que no se han dado el tiempo de pensar. La sociedad ha decidido por mayoría de votos lanzarse al precipicio, y ya nada hay para detenerlo.
Quedamos pocos, arrinconados y a veces humillados, pero a veces cabe la pregunta de dónde terminará todo esto.
¿Qué nos piden los fundamentalistas liberales? Que nos vayamos todos los momiofachocatolicocartuchofacistas a la punta del cerro. Ellos serían felices si nos encerraramos todos en una comunidad al estilo menonita, con nuestras normas y nuestro modo de vida.
No saben que no podemos, que nuestro sentido de la existencia busca romper con ese individualismo desleal, y que la búsqueda de la Felicidad a la que aspiramos como ideal de vida, no podemos reservarla para nosotros solos.
A veces profesor, entro en la desesperación, porque los resultados pareciera que son inútiles.
Queda poco, LO ASEGURO, para que nos prohiban participar en política de manera leal. Podremos participar, pero en virtud del principio de no discriminación, jamás podremos decir lo que pensamos.
¿Qué haremos? ¿qué hacer cuando a cada instante nos reprochan el error cometido hace 5, 10 o 15 años...y se nos dice que no somos coherentes?¿qué hacer si se nos exige no cometer error?
La política, que vive un momento oscuro, necesita de nuevos jóvenes que sinceramente renueven no el discurso, sino la verdadera forma de entender la política...pero ¿Cómo hacerlo?¿cómo avanzar por los caminos clausurados, prohibidos en nuestros días?
¿Cómo romper con la apatía ante el espectáculo del terror que nos rodea?
¿Cómo podremos salvar a esta patria querida?
Ante los griterios de los sofistas y su apoyo de la barrabrava, ¿cómo nos defendemos en cada campo, académico, político, cotidiano?
Estas dudas que dejo planteadas no son nuevas, pero creo que es necesario y legítimo plantearlas una y mil veces... quizáz los demás lectores ya han pensado al respecto...quizás alguien pueda iluminarnos.
Un cordial saludo,
Fabián Mella Olivos.
p.s.: A ricardo...mi ánimo no fue ofenderte a ti ni a nadie, y tampoco lo fue el de don J.M. Ibañez.
Escribí un post en la anterior columna de don Cristobal sobre el sentido moral jabalino...si gustas, leelo.
Vean cómo la lujuria puede obnubilar la razón:
ResponderBorrarEl documento vaticano Crimine solicitacionis obligó a la cúpula de la Iglesia ocultar los delitos sexuales del clero
Lo que me lleva a contestar la pregunta ¿Es posible la corrupción moral? con un sí, es posible. De hecho, puede incluso institucionalizarse.
Fabian, no se notó... si tu animo es no ofender: No lo hagas.
ResponderBorrarsaludos
Chile Liberal:
ResponderBorrarPepe Rodríguez, que es la fuente que indicas, es un chanta de chantas, un tipo absolutamente desacreditado. Incluso ha llegado a usar documentos inventados:
http://www.apologeticacatolica.org/Protestantismo/Anticatolic/Anticat025.htm
Cristóbal, me parece que sería interesante que leyeras este artículo de Ricardo... extremos
ResponderBorrarun abrazo y feliz fin de semana!