Asistí al encuentro Católicos y Política en la Universidad Católica, convocado por la Pastoral UC y el movimiento Muévete Chile.
Abrió los fuegos un discurso breve y sustancial de Salvador Salazar, por Muévete Chile, que yo firmo en todas sus letras: los laicos cristianos deben prepararse para, y estar dispuestos a, desempeñar cargos políticos; al hacerlo, aun gozando de gran libertad, deben respetar y defender ciertos principios no negociables, como la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, la familia fundada en el matrimonio entre un varón y una mujer, la libertad de enseñanza, la solidaridad y el bien común.
Después vino una conferencia simpática, ingeniosa, bien salpicada de anécdotas clericales, del invitado de honor, don Rocco Buttiglione. Demasiado larga, para mi gusto, quizás porque me obligó a irme antes, a la hora de las preguntas, tras más de dos horas de permanecer en el lugar.
Finalmente, Ricardo Claro —uno de los hombres de negocios más exitosos de nuestro país— nos brindó una visión idealizada del empresario, en cuanto distinto del especulador —no, no mencionó a nadie por su nombre— y de quien lucra con negocios ilícitos. La visión era tan alta —como la de los caballeros andantes que tenía el hombre de La Mancha—, tan sublime, que me imagino que al pobre don Ricardo le debe de costar entender por qué la mayoría de la población, esa mayoría relativamente pobre y nada de emprendedora, odia a los empresarios.
Yo podría explicárselo algún día.
A la hora de las preguntas, llamó nuestra atención la de un joven que se identificó a la vez como seguidor de Comunión y Liberación y de la Democracia Cristiana, dos movimientos sociales diferentes, uno eclesial, político el otro. El joven era, aparentemente, un converso reciente a la Persona de Jesucristo. Preguntó cómo rescatar este núcleo esencial y no perderlo en una serie de verdades abstractas o valores. En efecto, me permito añadir que «la fe cristiana no es una “religión del Libro”. El cristianismo es la religión de la “Palabra” de Dios, “no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo” (San Bernardo, hom. miss. 4,11)» (Catecismo de la Iglesia católica 108). En el mismo sentido, el Papa Benedicto XVI recuerda que el cristianismo es seguir a una Persona, no un código moral: no es un moralismo. La respuesta de Buttiglione fue en esta línea, comprensiva, inteligente y certera: aunque la premisa es correcta, no se debe contraponer el seguimiento de la Persona al seguimiento de los valores, porque Jesucristo es el Valor. Yo añadiría lo siguiente: si el seguimiento y el encuentro con la Persona de Cristo sirviera de tapadera o de excusa para no dar importancia al contenido de la verdad que Él proclama o a las exigencias éticas de su amor —así sucede ahora, por desgracia, entre multitud de cristianos de sentimiento, de piel eléctrica y nada más—, querría decir que Él no es la Verdad ni el Camino, y que en vano llevó a su máxima cumbre las exigencias éticas de la Alianza con YHWH.
Mas permitidme ahora un comentario político contingente. Mirad que es bueno que entre los católicos se note el pluralismo.
La visita de don Rocco ha sido una delicia demócratacristiana clásica: buenos principios, malos finales.
Los principios, procedentes de un amigo personal de Juan Pablo II, fueron, desde luego, hermosos: la verdad, el amor, la paz, la apelación a la conciencia del hombre, incluso a la conciencia de ese otro que es un tirano.
Luego vino la retahíla de lugares comunes democristianos, ñoños, plagados de silencios.
Rocco trazó varias veces un paralelismo entre la lucha de los cristianos contra el comunismo en Polonia y otra lucha que, al parecer, los cristianos como él llevaron a cabo en Chile. Él habló de esos “años difíciles” en nuestra patria, los años de la lucha por recuperar la democracia.
¡Craso error, señor Buttiglione!
Da a entender que los cristianos en Chile estuvieron todos de un solo lado político, cosa absolutamente falsa tanto por lo que respecta a los católicos como por lo que a los evangélicos se refiere. Pinochet y la mayoría de sus partidarios fueron y son cristianos, y lucharon por liberar a este país del comunismo, recurriendo al legítimo derecho de rebelión contra una tiranía encaminada al totalitarismo. Así lo afirmaron en su día sus amigos demócratacristianos, que corrieron azuzando el golpe y, después, salivando por ver si les caía rápidamente la penosa carga del poder sobre sus hombros heroicos.
Y hasta el último momento del régimen constitucional de Pinochet, los católicos gozaron de la más absoluta libertad para militar en el gobierno o contra el gobierno, siempre con una acción encaminada al bien común, según los dictados de su recta conciencia. Por eso, en esos años no avanzó la ley del divorcio, que los demócratacristianos promovieron en Chile igual que en Italia; por eso se reconoció el derecho a la vida del que está por nacer, que la coalición de izquierda hoy amaga; por eso, católicos como Jaime Guzmán y Hermógenes Pérez de Arce, firmes partidarios del régimen, hicieron cuanto estuvo de su parte para evitar los abusos de poder de parte de ciertos organismos represores.
Rocco se permitió alabar a esos dos comunistas con conciencia que permitieron la transición pacífica desde el comunismo a otra cosa, en Polonia y en Rusia: Jaruzelsky y Gorbachov. En cambio, al parecer en Chile todas las conciencias estaban junto a la DC.
Así que la reunión con los jóvenes, que parecía abierta y pluralista en lo político y en lo eclesiástico, adquirió ese aire de aquí todos somos demócratacristianos —gente buena y bien católica—, aquí estamos los que luchamos por la democracia contra la dictadura, y, si alguna referencia espiritual hubo, fue a un grupo religioso-político (Comunión y Liberación), que debe de ser funcional a la DC, pero que a los católicos anticlericales nos desconcierta, nos molesta incluso.
En todo lo demás, caridad. Caritas omnia suffert!
Abrió los fuegos un discurso breve y sustancial de Salvador Salazar, por Muévete Chile, que yo firmo en todas sus letras: los laicos cristianos deben prepararse para, y estar dispuestos a, desempeñar cargos políticos; al hacerlo, aun gozando de gran libertad, deben respetar y defender ciertos principios no negociables, como la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, la familia fundada en el matrimonio entre un varón y una mujer, la libertad de enseñanza, la solidaridad y el bien común.
Después vino una conferencia simpática, ingeniosa, bien salpicada de anécdotas clericales, del invitado de honor, don Rocco Buttiglione. Demasiado larga, para mi gusto, quizás porque me obligó a irme antes, a la hora de las preguntas, tras más de dos horas de permanecer en el lugar.
Finalmente, Ricardo Claro —uno de los hombres de negocios más exitosos de nuestro país— nos brindó una visión idealizada del empresario, en cuanto distinto del especulador —no, no mencionó a nadie por su nombre— y de quien lucra con negocios ilícitos. La visión era tan alta —como la de los caballeros andantes que tenía el hombre de La Mancha—, tan sublime, que me imagino que al pobre don Ricardo le debe de costar entender por qué la mayoría de la población, esa mayoría relativamente pobre y nada de emprendedora, odia a los empresarios.
Yo podría explicárselo algún día.
A la hora de las preguntas, llamó nuestra atención la de un joven que se identificó a la vez como seguidor de Comunión y Liberación y de la Democracia Cristiana, dos movimientos sociales diferentes, uno eclesial, político el otro. El joven era, aparentemente, un converso reciente a la Persona de Jesucristo. Preguntó cómo rescatar este núcleo esencial y no perderlo en una serie de verdades abstractas o valores. En efecto, me permito añadir que «la fe cristiana no es una “religión del Libro”. El cristianismo es la religión de la “Palabra” de Dios, “no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo” (San Bernardo, hom. miss. 4,11)» (Catecismo de la Iglesia católica 108). En el mismo sentido, el Papa Benedicto XVI recuerda que el cristianismo es seguir a una Persona, no un código moral: no es un moralismo. La respuesta de Buttiglione fue en esta línea, comprensiva, inteligente y certera: aunque la premisa es correcta, no se debe contraponer el seguimiento de la Persona al seguimiento de los valores, porque Jesucristo es el Valor. Yo añadiría lo siguiente: si el seguimiento y el encuentro con la Persona de Cristo sirviera de tapadera o de excusa para no dar importancia al contenido de la verdad que Él proclama o a las exigencias éticas de su amor —así sucede ahora, por desgracia, entre multitud de cristianos de sentimiento, de piel eléctrica y nada más—, querría decir que Él no es la Verdad ni el Camino, y que en vano llevó a su máxima cumbre las exigencias éticas de la Alianza con YHWH.
Mas permitidme ahora un comentario político contingente. Mirad que es bueno que entre los católicos se note el pluralismo.
La visita de don Rocco ha sido una delicia demócratacristiana clásica: buenos principios, malos finales.
Los principios, procedentes de un amigo personal de Juan Pablo II, fueron, desde luego, hermosos: la verdad, el amor, la paz, la apelación a la conciencia del hombre, incluso a la conciencia de ese otro que es un tirano.
Luego vino la retahíla de lugares comunes democristianos, ñoños, plagados de silencios.
Rocco trazó varias veces un paralelismo entre la lucha de los cristianos contra el comunismo en Polonia y otra lucha que, al parecer, los cristianos como él llevaron a cabo en Chile. Él habló de esos “años difíciles” en nuestra patria, los años de la lucha por recuperar la democracia.
¡Craso error, señor Buttiglione!
Da a entender que los cristianos en Chile estuvieron todos de un solo lado político, cosa absolutamente falsa tanto por lo que respecta a los católicos como por lo que a los evangélicos se refiere. Pinochet y la mayoría de sus partidarios fueron y son cristianos, y lucharon por liberar a este país del comunismo, recurriendo al legítimo derecho de rebelión contra una tiranía encaminada al totalitarismo. Así lo afirmaron en su día sus amigos demócratacristianos, que corrieron azuzando el golpe y, después, salivando por ver si les caía rápidamente la penosa carga del poder sobre sus hombros heroicos.
Y hasta el último momento del régimen constitucional de Pinochet, los católicos gozaron de la más absoluta libertad para militar en el gobierno o contra el gobierno, siempre con una acción encaminada al bien común, según los dictados de su recta conciencia. Por eso, en esos años no avanzó la ley del divorcio, que los demócratacristianos promovieron en Chile igual que en Italia; por eso se reconoció el derecho a la vida del que está por nacer, que la coalición de izquierda hoy amaga; por eso, católicos como Jaime Guzmán y Hermógenes Pérez de Arce, firmes partidarios del régimen, hicieron cuanto estuvo de su parte para evitar los abusos de poder de parte de ciertos organismos represores.
Rocco se permitió alabar a esos dos comunistas con conciencia que permitieron la transición pacífica desde el comunismo a otra cosa, en Polonia y en Rusia: Jaruzelsky y Gorbachov. En cambio, al parecer en Chile todas las conciencias estaban junto a la DC.
Así que la reunión con los jóvenes, que parecía abierta y pluralista en lo político y en lo eclesiástico, adquirió ese aire de aquí todos somos demócratacristianos —gente buena y bien católica—, aquí estamos los que luchamos por la democracia contra la dictadura, y, si alguna referencia espiritual hubo, fue a un grupo religioso-político (Comunión y Liberación), que debe de ser funcional a la DC, pero que a los católicos anticlericales nos desconcierta, nos molesta incluso.
En todo lo demás, caridad. Caritas omnia suffert!
Concuerdo ampliamente con lo expresado, en particular respecto del ambiente filoDC que se creó por parte del invitado de honor, sin embargo, espero que él haya observado que los aplausos al ex-Presidente Aylwin fueron minoritarios, y que ésto alguna señal le dé de su error.
ResponderBorrarPor lo demás, creo que don R. Buttiglione no es del todo culpable de su error, salvo en lo que respecta a la analogía impropia entre el marxismo y el gobierno militar.
Por lo demás, me quedé con las ganas de preguntar a Ricardo Claro si es que él practicaba lo que leyó, y si es que estaba dispuesto a vender moral por rating, tal como lo hace con varios programas de la planilla programática de MEGA.
Christian Alarcón Widemann
Derecho UC
Los italianos que vienen a Chile nunca han entendido lo distinta que es la DC aquí y en Italia. Son tan, pero tan diferentes, como lo puede ser un fanático del Real Madrid con uno de la NBA.
ResponderBorrarGracias Cristóbal!
ResponderBorrares que don Rocco, ES democrata cristiano
y en esta calidad habla siempre...
también cuando pasó lo que pasó con él acá en Europa...
saludos!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarYo soy agnóstico, y aunque podría no interesarme estas discusiones, me llamó la atención la profunda subjetividad que se dilucida en cuanto a un contexto histórico determinado, suponiendo que el Valor es uno solo, la persona de Cristo, y también las "exigencias éticas de su amor".
ResponderBorrarMe explico, por qué -si se supone que los principios; la verdad, el amor, la paz, la apelación a la conciencia del hombre, son únicos, y no subjetivos- los cristianos, laicos y clérigos se dividen ideológicamente en torno a un contexto político y social determinado.
¿Por qué si los principios son comunes, el bien común se ve trastocado de tal forma, y más aún parece asumir costos distintos para los cristianos, de un mismo país?
Esta especie de dilema, me recuerda la disputa liberal en Estados Unidos, en torno a la esclavitud, donde unos argumentaban que no era correcta en sí (Lincoln) por un tema ético, y otros planteaban que se debía decidir si lo era o no, según el bien común (sus intereses propios).
Jorge:
ResponderBorrar"¿Por qué si los principios son comunes, el bien común se ve trastocado de tal forma, y más aún parece asumir costos distintos para los cristianos, de un mismo país?"
Justamente, es la misma universalidad de principios de la que nos hablas, la que admite este tipo de contradicciones, algunas veces despreciables, la mayoría, vitales. Cuando observas a diario una apología de lo indefendible, en la que ciertos personajes se empecinan en hacer del aborto algo "constitucional", de las guerras injustas, necesidad, de la delincuencia,"un hecho aislado", de la corrupción, "un accidente contable", hasta el más cristiano puede confundirse...
No se trata de verdades subjetivas, sino de verdades objetivas cuyo único modo de concreción se encuentra en la aplicación de un criterio prudencial en el aquí y el ahora. Pero el problema, como tu dices, adquiere una mucho mayor gravedad si se trata de cristianos y/o políticos.
Esto porqué, su decisión "aquí y ahora", representa la futura disyuntiva de muchos otros. Considero enteramente necesario que el líder político, y por que no decirlo, también para el cristiano, tener una razón capaz de develar con mayor claridad dichos principios a los que te refieres. Sin embargo, es un esfuerzo grande, y difícil de lograr si es que se toma como partida una educación idelogizante, una cultura relativista, en el que la tolerancia y verdad parecen imposibles de conciliar. Sin embargo, y gracias a Dios, todas situaciones de algún modo circunstanciales para quién todavía este dispuesto a emprender camino.
No sé si el debate va tan a la par entre tolerancia y verdad, tiene más relación con las subjetividades y el relativismo de los antirrelativistas.
ResponderBorrarEl tema central es como un Valor único, en sujetos que presumiblemente lo siguen de igual forma, se torna difuso.
Por ejemplo, la vida, como un valor universal, para unos vale según "mi" riesgo, para otros vale aún si hay riesgo.
A lo que voy es cómo, y para hacerlo más claro, dentro de una misma Iglesia hubo sacerdotes que de lleno críticaron los abusos y muertes y otros que los justificaron e incluso avalaron.
De hecho, por ejemplo, a propósito del aborto, hubo mujeres embarazadas que murieron en esa época estando detenidas ¿Qué paso con el valor de la vida de ese no nacido? ¿Acaso también fue juzgado?
¿Has visto cómo terminan los programas de televisión?
ResponderBorrar"Las opiniones vertidas en este programa no necesariamente representan a nuestro canal" ...Si esto sucede a diario en televisión.¡¡cuánto más fácil es encontrar algún católico actuando en otra sintonía!!
Además, quisiera recordarte que los sacerdotes tienen como principal misión la salvación de las almas, no la salvaguarda de antisociales.
Por otro lado, la labor del estado es velar por el orden y seguridad de la sociedad, a la luz de una guía fundamental: Moral natural.
Si se presentan obstáculos a dicho orden, presupuesto necesario para una vida de fe, no hay dudas de que está en su deber y autoridad dejar morir si es necesario (distino a matar, abusar o maltratar)...
Que sean sacerdotes no quita que puedan pecar moralmente, por favor!...Si son hombres, igual que tú (acaso creías que eran "de nubes"??)
Ciertamente es más escandaloso, como bien te has dado cuenta, pero ese escándalo sólo adquiere magnitud en razón de su altísimo llamado a ser ejemplos de vida. Del mismo modo sucederá con la autoridad moral del político y sus gobernados, el jefe y sus empleados, el hermano mayor y ...etc.
Por otro lado, sinceramente no sé que sacerdotes esten derechamente de acuerdo con "abusos"...
Que incluso en la misma Iglesia existan opiniones discordantes, te da una idea de lo radical que es nuestra libertad: Tan libre somos, que incluso podemos renegar de nosotros mismos.
Sinceramente me parece burdo comparar el final de los programas, con subjetividad del discurso y actuar de los católicos.
ResponderBorrarSe supone que lo primero no se rige por principios morales elevados sino más bien por el rating, y lo segundo sí. De hecho, ahí radica mi cuestionamiento.
Mi asombro aumenta cuando planteas que los sacerdotes tienen como misión salvar las almas y no salvaguardar la vida de antosociales.
¿Pero acaso ese no nacido, ya era antisocial sólo por estar en cierto vientre?
No es acaso determinista tal visión, incluso eugenista.
Más aún ¿Acaso las almas no se salvan según lo hecho en esta vida?
Y entonces ¿No sería un deber moral evitar que algunos arriesguen sus almas en el más allá al al matar o torturar a otros?
¿Quiénes son los "elegidos" para determinar cuál es el orden natural, y quiénes o qué cosas implican riesgo a éste?
Me llama la atención el relativismo (aunque confirma mis sospechas) que aplica al hacer la distinción entre dejar morir, y matar, cuando en el discurso antieutanasia, dejar morir también es considerado un asesinato por omisión.
1) "Se supone que lo primero no se rige por principios morales elevados sino más bien por el rating, y lo segundo sí. De hecho, ahí radica mi cuestionamiento."
ResponderBorrar¿Qué te hace pensar eso?
Que exista esta enorme distancia entre los medios de comunicación y la verdad con la que vive la Iglesia te habla justamente de lo bien que, entre otros, lo han hecho los sacerdotes.
Tanto la vida secular como la vida cívica esta llamada a vivir conforme a principios. Que una además se rija por rating, es otro problema...Tener rating no es sinónimo de inmoralidad. Ciertamente es difícil, pero tanto la Iglesia como los medios de comunicación debieran acudir a este llamado, aunque cada una según su propio modo.
2) Tienes toda la razón. No es dejar morir, es defenderse. El objeto moral de quien mata en una guerra no es dejar morir, sino legítima defensa.
Con "dejar morir", me refería equivocadamente, a la muerte inquerida del feto como consecuencia accidental e indirecta que se sigue de dar muerte a la mujer. El objeto moral ya no es matar, sino defenderse. Lo más probable es que no sea necesario llegar a esas circunstancias, pero eso es sólo lo más probable...Además, en ese contexto mantener a un antisocial más en vida podría significar perder otros tantos inocentes...
Saludos
No sé si leíste lo que escribiste, pero deja muy claro el relativismo moral que aplicas según tus intereses "antirelativistas".
ResponderBorrarDices "No es dejar morir, es defenderse"
¿Te defendìas de un no nacido?
¿Te defendías de su potencialidad como opositor futuro?
Luego dices -aunque tratas de que no se note- que la muerte del feto se justifica, pues debía darse muerte a la mujer.
¿Pero es que acaso, en el discurso antiaborto, ese feto no es sujeto de derecho? Sí es así, entonces, ¿Por qué juzgarle, si la juzgada era su madre y no él? ¿Y su inocencia, dónde queda el respeto a ésta?
¿Es que acaso el hijo de un presa, tiene que cumplir la condena con ella? No.
Dices, "el objeto moral ya no es matar, sino defenderse".
Tu objeto moral de defensa entonces está por sobre la vida de un no nacido, aún cuando éste no implique ningún riesgo a tu existencia.
Pero luego das la frase al bronce digno de un eugenista: "en ese contexto mantener a un antisocial más en vida podría significar perder otros tantos inocentes..."
Vaya moral única, por suerte soy agnóstico.
Me defendería de una mujer, y no en cuanto madre, sino en cuanto antisocial. Me referí también al contexto, distinto al actual. Además, sin que se tenga por intención matar al niño, sino defenderse a si mismo (cosa muy distinta, y admito, bastante difícil)...Pero todo esto si llegase a ser así...
ResponderBorrarPrimero hablas de la Iglesia, y luego de los malos sacerdotes, pero me pregunto si de paso no cabe preguntarse también por los cuidadanos, autores intelectuales de tales miserias...Pareciera que no son sujetos de responsabilidad, son sólo víctimas de la política, víctimas de la religión...
Muy bueno el posteo.
ResponderBorrarSaludos.
Álvaro P.
Jorge, cada vez que te necesitamos realmente no estás!
ResponderBorrarhe tenido que hacer sola traducciones del sueco, del blog de Carl Bildt!
y me hubiera gustado que, en estos días, hubieses pasado por mi blog, pero no lo has hecho...
Saludos! y es recomiendo a todos la lectura de Carl Bildt que es uno de mis políticos europeos favoritos!!!
Estimado Jorge:
ResponderBorrarEl planteamiento es atendible (¿cómo se relaciona el que Jesucristo sea el Valor con la ética común a cristianos y no cristianos?); pero lógicamente no es posible desentrañar tan difícil cuestión si se mezcla con reproches más contingentes como si los cristianos hemos o no sido ejemplares desde la perspectiva de esa ética racional, y, peor aún, si el debate desciende, por enésima vez, a dónde estuvieron y qué hicieron con respecto a las violaciones de los derechos humanos por parte de los gorilas de la DINA o por parte de las guerrillas marxistas o por parte de quien quieras.
Sin embargo, como reconozco la legitimidad de la pregunta central, y, por el modo de hacerla, la indesmentible sinceridad y buena fe, me permito proponerme dedicarle un capítulo futuro, y contentarme ahora con una respuesta breve: los cristianos podemos creer que Jesucristo es EL valor por antonomasia, que no niega la existencia de los valores humanos, sino que los abraza todos y los eleva. Alguien sin fe puede discrepar de este juicio (más: debería hacerlo); pero no es de suyo incoherente.
Un cordial saludo a todos.