Para el 80% de los lectores chilenos, que no entienden lo que leen, espero que no me cuenten entre los imbéciles que descalifican a un Papa por razones ideológicas, tachándolo de comunista o de ecologista.
Escribo para precaver eso y para darle a su documento el contexto adecuado.
Espero seguir enviando comentarios breves en la misma línea.
Leed.
Esperamos con devoto interés la publicación de la Encíclica social del Papa Francisco, aunque hayamos leído ya un adelanto que, probablemente, solo se diferenciará del texto definitivo por la corrección de un par de erratas. Así como su Exhortación Apostólica “Evangelii gaudium” provocó que lo tacharan de marxista o comunista, ahora será calificado, no me cabe duda, de ecologista extremo o de activista ambiental. Naturalmente, en cualquier denuncia de algunos de los males presentes puede ser que el tono propio de un argentino porteño y algunos pasajes específicos suenen exagerados a los oídos más circunspectos de otras latitudes. Particularmente absurdo sería juzgar al Papa, en caso de que algún católico se creyera con derecho a hacerlo, sobre la base de textos descontextualizados, como ocurriría si alguien convirtiera en centro del documento el simple ejemplo del abuso de los sistemas de aire acondicionado (un asunto marginal).Por otra parte, recibir la intervención pontificia con ánimo abierto, como Su Santidad nos ha pedido en la Audiencia General del miércoles 17 de junio, nos exige entrar en ese diálogo interdisciplinar auspiciado por la Encíclica, donde expresamente se reconoce la pluralidad de opiniones legítimas y se recuerda que la Iglesia no tiene competencia en cuestiones meramente científicas o técnicas, sino que realiza un aporte desde la perspectiva de la fe y de la razón natural. El Papa podrá dolerse de quienes lo califican de rojo o de verde, cuando su intención y el sentido elemental de sus palabras es ponerse en la línea de la Doctrina Social de la Iglesia, aun cuando adopte, a veces, el tono profético de un Francisco de Asís o de un Jeremías; pero estoy seguro de que no le molestarán los comentarios discrepantes, de buena fe, de sus hijos y de los hombres de buena voluntad, a quienes se dirige con evidente respeto y afecto, aun cuando en un punto u otro puedan disentir. De hecho, uno de los presentadores de la Encíclica es ateo.
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