Se cuenta de Salvador Dalí que, tras su primera y única visita a México, advirtió a sus anfitriones: “¡Jamás regresaré!”. Parecía, con todo, que el genio había gozado y vivido como nunca, así que le pidieron una explicación. El maestro respondió: “No volveré porque no puedo tolerar que nada sea más surrealista que yo”.
México es de un surrealismo en el que se funden, en sinnúmero de colores y de formas y de sonidos y de caracteres, todas las sustancias y los sueños y las alegrías y los horrores que en la historia de la Humanidad han sido.
¿Queréis riquezas, opulencia, desenfreno, derroche? Id a México.
¿Queréis miseria, hambre, suciedad, malos olores? Id a México.
¿Queréis hombres trabajadores y honestos, que se desloman de sol a sol por sus familias? Id a México.
¿Queréis corruptos, mordelones, chantajistas, depravados? Id a México.
¿Queréis gigantescas ciudades, universidades, escuelas, carreteras, laboratorios, editoriales, aviones, trenes, petróleo, ciencia, tecnología, literatura, arte, cine, música, cultura? Id a México.
¿Queréis analfabetismo, ignorancia, subculturas no tecnificadas, mercados paralelos más numerosos que los infinitos universos de la Física posmoderna? Id a México.
¿Queréis indios, criollos, blancos o hueritos, negros y mulatos, chinos, gringos o hijos de gringos que por ahí se van sembrando? Id a México.
Id a México y lo veréis todo, todo lo que queráis ver.
Yo he visto a las multitudes, de todas las condiciones, marchando frente a la Virgen de Guadalupe, y tomando la ceniza el primer miércoles de Cuaresma, en iglesias apretadas, oscuras a la luz de las velas a veces.
Yo he visto a los mexicanos pedir y dar la mordida (el agua para el refresco, en Chile decimos la coima). Me acuerdo ahora de un chileno que intentó resistirse. Los policías lo llevaron ante otro funcionario, que le subió la mordida pero no le aplicó la multa. El chileno se negó, así que lo pasaron a un funcionario de más alto rango, que le aumentó el precio de la mordida, pero no lo castigó. Y así, hasta que un alma noble y caritativa, aparte de cobrarle una mordida todavía más alta, le advirtió que nunca, nunca, jamás, un funcionario le aplicaría el castigo legal. Es que los funcionarios mexicanos, no digo que todos, sino los que cobran las mordidas, son infinitamente misericordiosos: ¿por qué castigar a un pobre hombre, si para que aprenda basta con que deje agua para el refresco? Y el chilenito . . . ¡pagó la mordida!
Le he oído contar a un amigo mexicano cómo entró y cómo salió de columnista de opinión en un periódico. Él había regresado a México tras unos años en Europa. Pobre hombre: ¡cómo puede destruir la convivencia con europeos! El asunto es que, olvidado quizás del sabio diagnóstico de Dalí, comenzó a fustigar los males de su patria, con la veracidad y la vehemencia que lo caracterizan. Finalmente le tocó el turno a las mafias de la droga. Al cabo de un tiempo en que mi amigo, tan testarudo él, no quiso captar los mensajes sutiles del ambiente, unos matones lo tomaron del brazo y de las costillas y se lo llevaron de paseo en coche. Una conversación surrealista, entre amigos, golpes de puño, pistolones que relucen, palabras claras y directas, y ahora bájate y corre sin volver la vista atrás.
Se sabe que a veces disparan y a veces no disparan, a veces matan y a veces no matan: en el azar está el terror. Y él corrió y corrió y se retiró del diario.
¿Queréis más historias como éstas, incluso algunas más edificantes? Ya os lo he dicho: ¡id a México!
Estados Unidos da un paso en falso, por eso, cuando aprueba la construcción de un muro fronterizo para frenar la inmigración ilegal desde México. Es un error tanto desde el punto de vista material y económico, político y estratégico, como desde una perspectiva espiritual, cultural y simbólica.
La inicial frialdad anglosajona de ese país, con esa brutalidad sanguínea del tipo “no hay mejor indio que el indio muerto” (¡más la desfachatez de inventar la leyenda negra contra España!), se ha ido atemperando con los siglos de emigrantes de todo tipo: irlandeses, alemanes, franceses, judíos de toda Europa, africanos —sí: no fue digna su llegada, ni ha sido fácil el proceso de su liberación, pero su ritmo y sus colores y su música y su sangre son parte de esa cultura más viva y más humana— y australianos y asiáticos . . . ¡y americanos de toda América!
Sobresalen en este lento enriquecimiento del país los mexicanos y los cubanos —el mejor aporte del comunismo a los Estados Unidos—, que han convertido el castellano en el segundo idioma de esa tierra abierta, alegre, sencilla y transparente, criticada por los resentidos, por los que no saben cómo resistir su poderosa modernidad, pero admirada abierta o secretamente por todos.
Desde luego, hay muros de diversos tipos. Sería insensto comparar el muro de Israel para protegerse del terrorismo —es un asunto discutible— y el muro de Estados Unidos para frenar la inmigración ilegal —tiene derecho como país soberano: ya es muy generoso en la admisión de la inmigración legal— con el Muro de Berlín. Los totalitarios no dejaban salir a su gente: ¿qué mejor señal de la miseria del régimen? El Gigante del Norte, en cambio, erige un muro para no permitir entrar a las masas que anhelan oportunidades: ¿qué mejor signo de que ese país ubérrimo, infinito, es una nueva tierra prometida para los desesperados del sur?
No es lo mismo impedir entrar que prohibir salir, pero aun así es un error erigir el muro.
México exporta a sus pobres. Los exporta gratis. Y ellos llevan la semilla de un mundo surrealista; llevan como los genes, por decirlo de alguna manera, de un Estados Unidos más humano, más alegre, más cálido aún de lo que ya es.
Por eso, como en Jericó, hemos de marchar en silencio hasta que caigan todos los muros.
Me venía gustando mucho su columna de usté, hasta que le dio por llamarme resentido...
ResponderBorrarLo que siguió después de eso me gustó menos. Quizá es que me resentí con usté por llamarme resentido, pero creo que no, creo que el Gigante del Norte nos divide, como si fuera un muro.
Como el pobre Mambrú no brilla por su inteligencia, por un momento se alegró, pensando que todo no era más que una gran ironía, cosa que le gusta usar a usté mucho, pero luego vio que no. (Si es que sí, al menos es más sutil que aquella de "los barreremos de la faz de la tierra", así que la incomprensión del pobre Mambrú no lo autoriza a usté a matarnos, a mi y a Mambrú, digo).
La cuestión con los EEUU es compleja, no crea que soy de esos que le encuentran todo malo a los pobres yanquis, pero de lo que estoy seguro es que a los frijoleros les conviene quedarse del lado de acá del muro. Cuanto más cerca estén de la virgen de Guadalupe, más posibilidades de salvar su alma.
Pero no quiero armar otra polémica, porque me canso. Si, como usté propone, algún día hacen negocios el pobre Mambrú y usté (con lo cual muchos podrían enriquecerse, salvo usté y el pobre Mambrú) entonces podrán pelearse tranquilos con algo que se beba y otro que se fume.
Atte.
Mambrú (que, sin recurso a la generación espontánea, filosofa acerca de cómo es que las moscas van a su boca)
Perdón, Mambrú, pero los calificativos no deben entenderse dirigidos a nadie en particular. Me retracto de inmediato.
ResponderBorrarYo creo que a algunos les conviene el lado de acá, pero a otros les va la vida en poder pasar al lado de allá. Se ve que usté no está ni bien informado de algunos de los extremos de miseria y de violencia que se padecen en México (también en EEUU: que cada uno huya hacia donde pueda), ni tampoco ha convivido con los yanquis normales, la gran mayoría, que hacen generosamente el bien a tantas personas de todo el mundo.
La Virgen de Guadalupe tiene infinitas sucursales.
Y sí, chico, Mambrú, tío, que sí que haremos negocios, ya lo verás.
Profesor, excelente artículo. México siempre atisba la capacidad de asombro, más para los fuereños que para los nativos. Sin embargo, los nativos desearíamos menos surrealismo y más felicidad. Los fuereños gustan de México como turistas pero los nativos hemos de vivirlo todos los días; y tenemos -nosotros- la responsabilidad de cambiarlo para bien.
ResponderBorrarPs. Comenté en mi casa el episodio de Dalí y gustó mucho.
Lieber Po:
ResponderBorrarIch liebe Mexico.
Y por cierto que, más allá del surrealismo, le rezo a la Guadalupana para que avancemos en México hacia una mayor felicidad común.
Un cordial saludo para ti y tu familia.
parece que aquí hay sólo discípulos!
ResponderBorrar"Cuanto más cerca estén de la virgen de Guadalupe, más posibilidades de salvar su alma".
uy, esto es lo que creen los bávaros de sí mismos, y los rhenanos de sí mismos y los alemanes cuando se comparan con los suecos, y se queda cada uno en su pronicialismo pensando que los demás han caído en la más absoluta de las decadencias... Y NO ES ASÍ.
en cualquier, querido Mambrú, en cualquier parte del mundo hay de todo...
y las posibilidades de perfeccionarse humanamente -por decirlo de alguna manera- no veo por qué sean mejores en DF o en Toluca que en California o en Washington.
No, no, no es así. Te lo puedo asegurar... No son más en München que en Berlín.
No todo lo que brilla es oro, las apariencias enganan, a cada uno se le pide en proporción a lo que se le da, a lo imposible, nadie está obligado/a, nadie da lo que no tiene, quien puede lo más, puede lo menos...
Estas fueron algunas máximas mínimas.
Sls Cristóbal, te acabo de poner un enlace! Gracias por el art., muy bueno.
Gracias, Marta. Yo pienso como tú sobre las posibilidades de encontrar una vida buena y feliz en todas partes, reconociendo que, misteriosamente, las dificultades son mayores para algunas personas y grupos más desprotegidos (como tú bien dices: en todas partes), que son un llamado a nuestro amor y responsabilidad.
ResponderBorrarTe agradezco el enlace y todos los enlaces (cuando lo escrito entra dentro de la órbita de tu blog, lógicamente), porque tu blog es muy popular y me ayuda a conocer más gente.
Un abrazo.
Hola hola! Esto es lo que yo también pienso: "que son un llamado a nuestro amor y responsabilidad". Tendríamos que hacer más y ponerlo más en práctica... Sls!
ResponderBorrarHola.
ResponderBorrarSoy estudiante mexicano de bachillerato, muy libre pero al mismo tiempo muy deliberado su comentario, cuando hube terminado de leer su columna, realicé grandes preguntas.
Es verdad que en México existe esa mezcla enorme de bien, mal e indiferencia, peor en todo el mundo existe tal ambiente, y en lo particular, eso de decir "nunca regresaré a México" denota falta de cultura humana, la negación de oportunidades personales, las oportunidades de conocer mas este mundo, "vale poco la pena leer algo de una mente así".
Estamos en México en un ambiente muy preocupante, están empezando a confundir la palabra política y la palabra economía, hoy por hoy, el problema de la inmigración mexicana no es la política sino la economía.
Pediría a usted por favor sea mas objetivo en sus declaraciones, ate sus cabos sueltos; conozca al menos 100 familias mexicanas y 50 de USA. Ya que México no solo es "exportador de pobres", sino además es exportador de mentes brillantes, innovaciones, productos agrícolas que han sido bendecidas por las manos de hombres que trabajan por la esperanza que hay en los ojos de sus niños, etc..
Mejor seria una columna llamada "la inmigración mexicana" a "lo que dijo un fulano sobre México".
Por que cuando este en México, espero este en un desierto calcinante con sangre de los bosques y los lagos y evoque en alguna catedral el amor por nuestros hermanos ausentes que han perecido con sus cuerpos inmortalizados por los sueños, benditos los soñadores, que son ellos los que mueven el mundo.
Estoy seguro que una indígena en Chihuahua, conocerá muchas cosas más que usted sobre la vida, lo invito a que conozca a estas personas.
Esperando que no lastime a nadie, me despido.
atte.:
Zavala Ortiz Daniel Arturo.
issaps@hotmail.com
PD.: Creo que estoy haciendo un comentario a una cita de lo que en verdad quiero dirigir este comentario mio. Perdonen si es así.
PD.2: ¿No me deje llevar mucho por sentimentalismos berdad? xD