Por esas cosas del destino, la última columna que envié a El Mercurio no llegó a la imprenta. No se trata de alguna forma de censura, algo impensable, porque El Mercurio, contra las apariencias, es el diario más liberal de Chile. Su competidor, el tabloide La Tercera, en cambio, adopta la pose pluralista, pero es de un liberalismo monolítico. En efecto, hace propaganda bajo el lema: “Piensa sin límites”; pero, por si acaso alguien se ha creído el cuento, publican todas las noticias y todas las columnas de opinión bajo un prisma uniformemente liberal, sin tapujos y sin complejos, como la revista de un convento de cartujos sería rigurosamente conventual y religiosa. Por eso me gusta escribir en El Mercurio, porque sé que rondan por esas páginas visiones liberales —erradas, ciertamente, pero interesantes y divertidas— y socialistas y esteticistas y extremas y moderadas, todas aptas para darle el contexto de falsedad que ayuda a apreciar mejor las mías.
La columna no será publicada. Aquí, en exclusiva para mis lectores esotéricos:
Pingüinos 2.0
He recaído en uno de mis traumas de juventud: la vejez. En ese nicho esotérico, el blog “Bajo la Lupa”, he contado ya que desde muy niño quise ser viejo, quizás porque tuve la suerte de conocer ancianos admirables casi desde la cuna, la tan vilipendiada cuna, que hace la diferencia entre el caballero y el roto.
Recuerdo una vez que un viejo nos llevó, a mi hermano mayor y a mí, que teníamos unos diez años más o menos, a pasar el día al campo, en una antigua hacienda mexicana con piscina y animales y “squash” y olor a tiros y a mariachis y a todo lo que la imaginación podía captar con unas pocas miradas. En el camino de regreso, después de pasárnoslo bomba, el viejo nos preguntó si queríamos sentir la emoción de la velocidad. Mi hermano dijo que sí, y yo, en fin, no me atreví a decir que no. Así que asumo mi responsabilidad histórica, moral, jurídica y política, pues el caso es que nos fuimos un buen rato a 170 kms./hora. La culpa principal fue del viejo, que tenía 17 años a la sazón; pero nosotros, los jóvenes de entonces, fuimos cómplices. Y con la sensación de velocidad quise ser viejo pronto, aunque, eso sí, he ido posponiendo un poco la edad de la vejez.
Oficialmente sostengo que la ancianidad comienza a los 25, por una serie de razones filosóficas, médicas y deportivas, que sería largo y humillante repasar. Extraoficialmente, “off the record”, estoy dispuesto a conceder que la vejez comienza a los cincuenta. Y ni un segundo más tarde. No me gustan esos eufemismos que terminan atacando mucho más a los viejos: “¡qué bien se conserva!”; “¡no se le notan los años!”; “¿cómo lo hace para verse tan joven?”; “¿abuela, ya, ¡tan joven!?”; “pero si se ve fresco como una lechuga”; “¡está tan lúcido!” (esto se dice de los que, en fin, además de viejos están cojos, ciegos, sordos . . .). No, no, y eso de los “adultos mayores”, ¡qué violencia al lenguaje y a la dignidad del hombre!
Después fui conociendo a mis tíos y tías, a mis primos mayores —algunos tan viejos que se casaron cuando yo era niño . . .—, a mis profesores, a los carabineros . . .
Los carabineros eran los viejos más choros, qué quieren que les diga. Ellos perdonaron a mi madre tantas veces como para sospechar algún tipo de soborno, que ella dice que consistía en rogarles comenzando por “mi Capitán”. ¡Qué felices esos tiempos! Una sola vez se la llevaron, y mi padre —otro viejo choro— tuvo que ir a rescatarla de la comisaría. Fue un malentendido. La vieja estaba familiarizada con la experiencia de México, donde se pagan las multas sobre la marcha. Es el sistema del PRI, la Concertación de allá: la “mordida” (nuestra “coima”) se considera parte del sueldo del policía. En fin, ella, una vez que vio que no podría sacarse el parte de encima, abrió su cartera y le dijo al pobre cabo: “Ya, ya, muy bien, dígame cuánto le debo”. “¡Pero, señora, qué se ha imaginado!”, respondió el hombre, quien, naturalmente —entonces no había PRI en Chile—, sintió que intentaban sobornarlo. Y fue detenida, “retenida” si ustedes quieren.
Hoy quizás los reprenderían. Ni siquiera pueden echar a los maricas de la institución, hasta que . . . ¡terminamos sospechando de todos! No pueden reprimir a los indios salvajes . . . ¡ni siquiera cuando están en el mismísimo acto de atacar! No pueden esperar justicia por sus mártires. No se hagan ilusiones, paquitos queridos: ustedes seguirán cayendo, y los subversivos y los delincuentes seguirán mandando. No se hagan ilusiones; ni se hagan los lesos. La viuda que decía confiar solamente en la institución, y no en los tribunales, no estaba pidiendo que la institución acudiera a los tribunales. No: ella pedía una solución a la inglesa. Una solución inaceptable, sin duda, pero que nos indica adónde estamos llegando bajo un gobierno débil, corrupto, miserable, mentiroso, pendenciero, anti-vida, anti-familia, anti-reconciliación, anti-estado-de-derecho, anti-empresa, anti-todo.
Tantos viejos superiores he conocido, que ahora me dedico profesionalmente a convertir a los jóvenes en viejos, cuanto antes. Una adecuada formación filosófica, ética, religiosa, profesional, en la tradición del rigor, puede convertir a un niño caprichoso en un hombre de valía; a una niña mimosa en una mujer preparada para ser madre (todo lo demás, que ella pueda ser, será más fácil). Y los estudios superiores, universitarios o técnicos, son eso: tiempo para madurar.
Por eso, a los pingüinos 2.0 les ruego, les exijo, que no se agoten con un verano infernal, que descansen como humanos y no como cerdos, que duerman de noche y jueguen de día, que alimenten ideales altos y nobles y no esa acumulación de ideas rastreras que algunos conciben como consustancial a la juventud.
Pingüinos 2.0: la juventud interior puede perderse más rápido que la exterior. Pero también puede no acabarse nunca.
Que bueno es volver a leerte.
ResponderBorrarÉsto me encantó, profe: (...)"una mujer preparada para ser madre (todo lo demás, que ella pueda ser, será más fácil)" a las mujeres que hemos elegido, o necesitado quedarnos en casa, nos están tratando como deficientes mentales cuando no como egoístas mantenidas y todo lo que eso tiene de incorrección social hoy, en que con tal se sacarnos de la casa, todo vale.
ResponderBorrarMe alegro que no haya sido censura lo de ayer sin Orrego.
Querido Cristóbal:
ResponderBorrarUn abrazo desde Pamplona, donde la mitad de las personas me saludan emocionadas, creyendo que soy tú, y la otra mitad, que conoce la diferencia, me detiene para mandarte saludos. Y todos al final me dicen Cristóbal.
No sé que historia te habrán contado los de El Mercurio, pero a mí me huele que sí fue censura: esto que haces de no llamar "gays" a los maricas puede parecerles demasiado, mucho más que los merecidos epítetos con que calificas al gobierno de nuestra aprendiz de Zapatero-González.
Saludos a todos.
No, si El Mercurio es tan liberal, pues hombre. Y La Tercera, ¿tendría que catalogar a tu gusto las noticias? Perdidos estaríamos...
ResponderBorrar¿Por qué las visiones liberales son "erradas" y "divertidas"? ¿No podías quedarte con "interesantes", tú que tanto gustas de pontificar? ¿Sabes cuánta gente se ríe a gritos con tus visiones "conservadoras"? Ah, parece que las tuyas son la verdad última, según rescato de tus palabras?
"La cuna hace la diferencia entre caballero y roto"...ufff, viejito, tú debiste vivir un par de siglos más atrás...no me extraña que te consideres viejo hace ratito, si tu mente ya va colina abajo hace décadas...
Brillante abogado, ¿no te parece un poco discriminatorio impedirles a los "maricas" desempeñarse en "la institución"? ¿De qué sospecha -o más bien temor, parece- hablas?
Tu dedicación profesional según la describes me preocupa profundamente. No sé cómo sabes tú qué es lo adecuado, si ni siquiera tienes hijos y mujer. Y no aprecio para nada la subrepticia intención de catalogar a las mujeres como "madres" ante todo.
Anda a exigirte cosas a ti solito nomás, Cristóbal. Vive (por favor) y deja vivir.
¡A ver si me censuras a mí también! Estaré visitando este blog para cerciorarme de que algún tipo de cojones puedas tener.
Economista liberal y pensante, mujer
La economista liberal y pensante, mujer, ¿tendrá nombre? cojones, obviamente, no...
ResponderBorrarDiscrepo en algunas cosas de tí. Sin embargo, me extraño que no publicaran tu columna el domingo.
ResponderBorrar'El Mercurio' se hizo liberal después del 11. 'El Mercurio' después de 1990 se transformó en neutro, para estar bien con los gobiernos de la Concertación.
'La Tercera' es demasiado políticamente correcta. ¿No sé si sea tan liberal como dices? Una vez escribí una carta a ese tabloide y al 'Mercurio de Valparaíso', y me borraron la palabra 'progre', porque quizás era demasiado insolente para los bien pensantes izquierdistas. Ni siquiera es un garabato.
Afortudamente tienes el blog para denunciarlo.
PD: Una amiga que trabaja en la Universidad de lo Andes encuentra perspicar tus columnas del domingo.
Espero tú próxima columna el domingo.
asi que estas esoterico cristoval? ya te imagino prendiendo velitas, en postura de loto y repitiendo ommm
ResponderBorrarbueno. cada loco con su tema
Estimado Profesor,
ResponderBorrarHa recibido un cyber premio en mi humilde blog.
Ojala se emocione como yo cuando me premiaron a mi.
Le adjunto el link para que lo vea http://dccarolbown.blogspot.com/
Muchos saludos,
Carol Bown
P.d. El ultimo de mis hermanos sera su alumno a contar de la proxima semana...es mi ahijado y el unico que me creyo que la carrera de Derecho tenia cosas buenas mas que puro encerrarse a estudiar.
La Eonomista Liberal, tiene más cojones que varios aquí que sólo hacen alabanzas...
ResponderBorraroye anónimo, no vengai con esa estupidez. ni tu ni la economista tienen cojones. escriben y no dan la cara. pero como tu y la economista liberal son cobardes... que se puede esperar.
ResponderBorrarya no tenga pena y vaya a llorar a otro blog.
esteban marín
"la diferencia entre el caballero y el roto"???
ResponderBorrarBasta de "rotear" a la gente!!!
Estimado Fernando Muñoz: Advierto, tanto en esta intervención como en las de emol -en la última me atribuye usted "amargura y odio en mis columnas": unas pasiones que no experimento, gracias a Dios-, que comienza usted a deslizarse por el peligroso camino del resentimiento. La diferencia entre "caballero" y "roto" es algo que cualquier hombre no resentido, de cualquier condición social y económica, entiende muy bien, y trata de ser un caballero, por supuesto. Los resentidos, en cambio, no la entienden.
ResponderBorrarNo quiero explicar más porque podría resultar hiriente. Quizás le escriba algo privado a usted sobre este y otros asuntos.
Como quiera. Por lo pronto, me alegra que haya tomado nota de mis comentarios, pues sinceramente creo que le anima una animosidad desmedida contra el mundo diverso en que vivimos que, combinadada con la autoconfianza que da la fe, me parece peligrosa.
ResponderBorrar¿Animosidad desmedida? Yo creo que estamos a lo más ante el fenómeno de la "proyección", porque yo no siento animosidad (ni medida ni desmedida) contra nadie, y menos contra "el mundo diverso en que vivimos". Lo que siento, claramente, es la sencilla libertad de decir las cosas tal como las veo, incluyendo la crítica de lo que me parece que está mal. Y al que no le guste, pues que se refugie en un mundo menos diverso.
ResponderBorrarEn cuanto a la "autoconfianza que da la fe", permítame decirle que la mayor parte de mis opiniones sobre cosas políticas (por ejemplo, las de El Mercurio) no se derivan directamente de mi fe religiosa, ni tengo una "autoconfianza" que me impida cambiarlas cuando vea que están equivocadas. Más aún, me atrevo a decir que la fe en algunos dogmas (la Trinidad o la Encarnación, por ejemplo) es precisamente lo que nos quita toda confianza excesiva en opiniones meramente humanas, filosóficas o políticas; pero, a la vez, nos da la libertad para tener esas opiniones y defenderlas.
(P.S.: ¡Y desde esa fe, te envío un cariñoso saludo y ánimo con tus estudios!).
¿Cuáles son las soluciones "a la inglesa"?
ResponderBorrarSaludos,
Álvaro P.
Muchas gracias por sus saludos. Se los correspondo. Permitame decirle que su tono conciliador es bastante mas grato que el pinochetismo de sus columnas en El Mercurio...
ResponderBorrarDon Cristóbal,
ResponderBorrarLo felicito por sus artículos. Soy un feligrés de sus columnas de El Mercurio. Y ahora recién me han comentado de este blog, que me pareció muy interesante. Perdone que me devíe del centro de su artículo, pero quería preguntarle como profesor y experto en filosofía que es, ¿sabe usted algo de un asunto llamado eneagrama? Es que un amigo mío está muy entusiasmado en eso, y tengo entendido, por lo que he leído en internet, que es algo anticristiano, y del New Age. Si sabe algo, podría escribir, porque estoy muy sorprendido de cómo se engaña a la gente con este nuevo paganismo.
Muchas gracias,
Felipe Bascuñán M.
Gracias Felipe, pero no sé nada sobre el tema planteado. A ver si lo estudias y me cuentas.
ResponderBorrarFernando: Tú eres "enfermo de demo", pero eso no me lleva a descalificarte personalmente. Precisamente la caridad cristiana lleva a reconocer la valía de las personas con independencia de sus opiniones políticas, y a reconocer a cada uno la libertad para expresar esas opiniones, sin por eso descalificarlas como personas. Mi agresividad, que te reconozco, no se refiere a nadie en su persona, sino a sus actuaciones o ideas políticas o públicas.
Don Cristóbal,
ResponderBorrarMire, me muero de vergüenza, como dicen los gringos, "shame on me". Quizás fui muy impulsivo y prejuicioso. Por lo que pude hablar con mi amigo, no es tan como yo comenté este asunto del eneagrama. Es una herramienta para conocer la personalidad que uno tiene, según lo que me comentó. Y por como ha cambiado mi amigo -que andaba en muy malos pasos- en cuanto a que lo veo más alegre y positivo, debo reconocer que me las di de experto sin serlo.
Muchos saludos y lo felicito por su blog.
Felipe Bascuñán
Felipe Bascuñán, lee este documento sobre el New Age y verás que para la Iglesia el tema no es tan inocuo como los cultores del eneagrama dicen que es.
ResponderBorrarSaludos
Si quiere saber mi opinion sobre el tema de "cuicos" versus "rotos", le invito a leer un post que escribi en mi blog: http://fernando-munoz.blogspot.com/2008/03/basta-de-rotear-la-gente.html
ResponderBorrarY si, soy enfermo de demo. En mi mundo todavia "brilla el sol".
Lo felicito. Para otros, el brillo del sol cambió por el brillo del oro.
ResponderBorrarQue columna más interesante. Generalmente apostamos a mantener el alma de niño, aún siendo adultos conservar el alma de un nene "predilecto de Xto".
ResponderBorrarSin embargo el llamado aquí es otro: apostar por la sabiduría del sabio, de quien ha recorrido muchos caminos y al final llega al Alfa y Omega de todo: El Padre.
Esotérico? Para nada. Ahora, cualquier medio es bueno para llevar el mensaje que se pretende.
Saludos,
Andrea Balbontin Nesvara
http://andreabalbontin.wordpress.com