El capítulo precedente contenía dos provocaciones para los lectores.
La primera era la referencia a Parménides, un gran filósofo que nos ha llegado en fragmentos realmente impresionantes. Mas, ¿dónde habla, ese metafísico radical, de política? ¿No es forzar las cosas, acaso, mi intento de ver una analogía política en la aproximación de Parménides desde el pensar riguroso a una realidad invisible, el Ser parmenídeo de roca redonda e inmóvil?
Reconozco que hubiese sido menos problemático comenzar por La República, donde Platón, en sus libros VIII y IX, pinta con una viveza insuperada, por primera vez en la Historia, la contraposición racional, gradual, entre el régimen justo y su progresiva corrupción, desde el gobierno desinteresado de los sabios hasta lo que nosotros llamamos hoy “socialismo” y que él llamaba simplemente “tiranía”. Nosotros nos encontramos con muchas dificultades para imaginar lo que era una tiranía, en la descripción pura de Platón, porque nuestros regímenes institucionalizan variados aspectos del régimen justo, y ninguna corrupción se da en estado puro. Lo más cercano que tenemos a una tiranía en el sentido platónico es el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela. Por eso no me ha extrañado un ápice ver cómo ha sido alabado por los socialistas más duros y por los sofistas de la plaza.
De todos modos, voy a defender mi referencia al gran Parménides, el primer humano que me hizo temblar —ya han pasado tantos años— solamente con palabras, con palabras vivas de un muerto, con fragmentos conservados en medio del desprecio general de la masa, porque la masa no sabe quién fue Parménides.
Si hiciéramos una encuesta, seguro que sale, como Sócrates, mencionado como jugador de fútbol brasileño. ¿O será una marca de crema antiarrugas? ¿Un fondo de inversión global, quizás?
No. Parménides fue llevado de la mano —el fragmento, creo, menciona la “mano derecha”, pero no tengo a mano el texto—, por una diosa, que le mostró la diferencia entre dos caminos. El camino del ser y del pensar, de la verdad, de la inteligencia, donde lo que es, es, y lo que no es, no es, se opone al camino de los sentidos, de la opinión, de la apariencia, donde lo que es, no es, y lo que no es, es. El texto no es político, sino metafísico. Por lo tanto, es más político que cualquier otro texto “meramente político, no metafísico” a lo John Rawls. Y establece una disyuntiva perenne, que Platón vino a hacer explícita: o el camino recto o el nihilismo; o la verdad, a la que se accede por el camino recto de la inteligencia libre de pasiones, o las apariencias y los fuegos de artificio que embelesan a las masas anónimas, dominadas por sus sentidos, por lo que halaga el oído, por los sofistas en definitiva.
Dejemos que la diosa de Parménides nos tome la mano derecha y nos lleve por ese camino, hasta el final de la metáfora. Veremos entonces que la multiplicidad, la sensualidad, la confusión, la corrupción de las apariencias, que son lo propio de la Izquierda, se contrarresta con la unidad del ser, la inteligencia, la claridad, el bien de la verdad debajo de las apariencias. Todo lo noble, lo alto y lo hermoso, es el sello del buen régimen, del que sigue la vía derecha. De ahí que la característica esencial de la Derecha es su carácter minoritario, como minoritaria es la virtud y la racionalidad frente a las pasiones de la muchedumbre y las artimañas de los sofistas.
Existe un problema, con todo, que tiene que ver con la segunda provocación incluida en el capítulo precedente. Propuse una división entre izquierda y derecha que a primera vista desafía una de las exigencias básicas de la lógica: no es una división adecuada.
Se dice que una división no es adecuada —por ende, es inválida— si los objetos que se pretende clasificar pueden caer bajo los dos lados de la división, debido a que no se mantiene un criterio coherente para indicar los dos grupos en que se divide el conjunto. Así, por ejemplo, podemos dividir a los alumnos de una clase entre los que han y los que no han cumplido diez años. La división es adecuada. No podemos, en cambio, pedir que a un lado de la clase se pongan los que hayan cumplido diez años y al otro los que tengan los ojos negros, porque puede haber un niño de diez años que además tenga los ojos negros.
En el capítulo precedente definí a la derecha como (i) los mejores, que (ii) son minoría, y (iii) están naturalmente inclinados a la corrupción. A esta imagen contrapuse a (i) los más pobres, que (ii) son mayoría y (iii) están inclinados a rebelarse contra la injusticia. La división es lógicamente inadecuada, porque utiliza el criterio de lo bueno y lo mejor para definir a la derecha y el de la riqueza y la pobreza para definir a la izquierda; el de la posible corrupción, para la derecha, y el de la rebelión contra la injusticia, para la izquierda. Pero naturalmente puede haber gente muy pobre entre los mejores y gente muy rica entre los que se rebelan contra la injusticia, y también puede haber una minoría de ricos que tengan el poder aparte de la minoría de sabios y justos; es decir, no hay una sola minoría relevante para definir el régimen.
¿Por qué, entonces, queridos lectores, habéis tolerado ese capítulo, con esas dos provocaciones, o, al menos, con la segunda, que es burda, sin rebelaros contra la falacia?
Os lo diré así: ¡porque sois de derecha! No os rebeláis contra los sofismas y la injusticia. Quizás visteis la falacia, pero os resignásteis a quedar en la minoría silenciosa, es decir, en la derecha.
De todas maneras, perseveraré en mi sofisma, porque esta vez es verdad. Esta división inadecuada permite explicar las virtudes y los vicios de la derecha y de la izquierda, como veremos en el próximo capítulo.
Un dato para el debate:
ResponderBorrarPolítica y democracia
La Encuesta Nacional Bicentenario UC-Adimark aborda también las tendencias políticas de los chilenos.
En una escala del 1 al 10 -tomando como 1 la izquierda y 10 la derecha-, la cifra más alta (21,3%) corresponde al número 5; es decir, la gente se sentiría más cercana al centro político. Y si bien la democracia se ve consolidada (76,4 dice que es preferible a cualquier otra forma de Gobierno) aún existe un sector (31%) que, en algunas circunstancias, opina que un Gobierno autoritario es preferible a uno democrático.
Debo reconocer que fuiste muy hábil en el empleo de tus recursos de estilo, y los enunciados, ciertamente. La distinción entre izquierda y derecha no queda clara, y espero a ver qué apuntas en esta tercera fase.
ResponderBorrarSi la justicia se alcanzara mejor a través de una posición que juzguemos como valedera, esa sería mi posición, en donde me acerco a economistas como Amartya Sen. Pero siempre dudo de la lógica de la política y de lo que pasa por la cabeza de los que no somos políticos (partidistas). Eso sí que marcha por dos caminos que no se tocan, y que se contradicen.
A pesar de todo ello, la reflexión que haces permite que algunos pocos, quizás no tan pocos, miremos más alto en los asuntos políticos, tan a mal traer en los servidores públicos, y en los que pretenden serlo en estos momentos de debate en nuestros país en los diferentes escenarios de la discusión: el político partidista, el gubernamental, el parlamentario, el ciudadano.
Gracias, Andrés. El propósito de este blog no académico es despertar inquietudes, sugerir más allá de la lógica. Provocar.
ResponderBorrarEn el tema que nos ocupa, llamar la atención acerca de la insuficiencia de la división I/D, pero, al mismo tiempo, rescatar la parte de verdad que contiene.
El estilo propio del blog, como el de Reportajes en El Mercurio, no consiente ser más analítico.
Un cordial saludo,
C