Envié esta carta el 2 de junio. Las encuestas posteriores me confirman el precio de no tener convicciones.
Encuestas y convicciones
Señor Director:
La ministra Ena von Baer nos sorprende cuando afirma que "hay que escuchar a la gente, pero mantener las convicciones", y que el gobierno va a tomar las decisiones difíciles "por impopulares que sean, cuando son importantes para el país". Los ciudadanos externos al actual régimen —sin estar en la oposición todavía— hemos visto que hasta los ministros con convicciones más firmes, como Lavín y Larroulet, no son capaces de mantenerse firmes frente a los promotores del matrimonio homosexual, quienes han dejado meridianamente claro que el Acuerdo de Vida en Común no es una cuestión patrimonial, sino un reconocimiento de su legitimidad moral, y un avance hacia el matrimonio formal con la adopción de niños incluida.
La verdad es que nuestros máximos líderes han llegado al poder obsesionados con las encuestas, y así siguen actuando. Así que les propongo que dejen de engañarse a sí mismos. Desde el punto de vista estrictamente político, no existe una filosofía sólida que oriente al actual gobierno. Consecuentemente, el Presidente y sus ministros sacrifican su popularidad no en aras de convicciones inexistentes —no son mártires de sus principios—, sino simplemente por falta de pericia política y de seriedad para afrontar los asuntos.
Estoy seguro de que, si tuvieran el consejo de gente menos pragmática, tendrían mejores resultados.
Cristóbal Orrego Sánchez
Profesor de Derecho
Universidad de los Andes
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