Todavía quedan fanáticos
Ha comenzado la solemne y apasionada preparación para el más grande acontecimiento que soñar se pueda.
Chile, al fin, estará bien representado.
Por Brasil y por Argentina. ¿Acaso no somos también sudamericanos?
O por Costa Rica. ¿Acaso no somos también americanos?
Los alemanes parecen haberse escogido un paquete para el partido inaugural Alemania vs. Costa Rica. Tienen derecho, los teutones, a desear una victoria inicial en casa, aunque después ya deban merecer ir adelante. Puede haber, sin embargo, una sorpresa. No pensemos que el país centroamericano —americano como nosotros— está dispuesto a jugar de comparsa, a hacer de pushing-ball para los rucios del equipo alemán. No, señor: todavía hay dignidad. Nuestros hermanos saldrán como toros al ruedo, como perros de presa, como profesionales del deporte de multitudes, donde todavía quedan fanáticos.
Saldrán a mojar la camiseta, a patear el balón, a doblegar a sus adversarios, a poner firmes los pies y a gritar y a correr y a sacudir y a temblar. Y a llorar.
Puede haber una sorpresa. Eso significa que igual es probable que pierdan.
O quizás nos representa Estados Unidos. ¿Acaso no son ellos también, como nosotros, americanos?
Vamos bien representados al próximo Mundial, a esa fiesta de los fanáticos que quedan, los únicos que son tolerados en estos tiempos tan intolerantes.
Ya lo estoy viendo. Baja la productividad —qué palabra tan fea— en todos los puntos del planeta, pero de manera dramática en España y América Latina. Si Brasil va bien, Lula termina de embolsarse unos cuantos millones. Si Brasil va mal, aumentan los suicidios en el país de la alegría y de la zamba. Si Argentina va bien, Kirchner termina su gobierno con números azules —me refiero a los números de Kirchner, no a los del gobierno—; si va mal, volvemos a ver el caos argentino en la primera plana de los periódicos del mundo. ¿Y España? España va siempre mal. Tenían que optar entre el fútbol y los maricas.
Ya lo estoy viendo. Estados Unidos pasa a la segunda vuelta. Fiesta americana. Se multiplica el merchandise. Surgen negocios para los gringos fanáticos. Vuelos charter para más gringos latinos, vuelos especiales para ese tercio de obesos. Si parece que está delante de mis ojos la nueva publicidad: "por el precio de uno, ocupe usted dos asientos". O mejor: "viaje usted con su pareja por el precio de tres solamente". Se venden balones de fútbol con la imagen, la caricatura, de George Bush. Con alguna frase suya del tipo: "I know that soccer is something important to all of us, including myself". Si Estados Unidos llega a las semifinales, quizás envían a la señora Rice, de camino hacia Irán. Y los europeos, especialmente los alemanes, que, como en los años treinta, se creen todo lo que les dice la prensa oficial, odiarán más a Bush y a Rice y a los pobres gringos, que solamente van por el mundo llevando la paz y la victoria (¿o acaso 1945 está muy lejos en la memoria alemana?).
Ya lo estoy viendo. Chile, por eso de que ahora está tan bien representado, paraliza sus actividades. Es muy difícil que no estemos representados en las semifinales. Hasta un país europeo podría representarnos. ¿Acaso no somos los ingleses de Sudamérica? ¿O no hemos recibido oleadas continuas de alemanes, que han dado nueva fuerza a nuestra patria? ¿O no fuimos descubiertos y conquistados por españoles? ¿Acaso no venimos todos, de alguna manera, de Rómulo y Remo, y corre por nuestras venas leche de loba?
El asunto es que estaremos representados, vibrando por la victoria. Y vamos a parar de trabajar como burros para poder gozar de esta fiesta universal.
Todavía quedan fanáticos. Cuando estemos más cerca de la fecha del puntapié inicial, cuando estemos metidos de lleno en la fiesta de los puntapiés, cuando nos acerquemos al final jadeante . . ., entonces daré algunas indicaciones para encauzar —no limitar ni reprimir: ¡líbreme el cielo!— ese bendito fanatismo que todos llevamos dentro. Consejos para disfrutarlo mejor, para hacerlo más violento, para no andarse con contemplaciones en materia tan sublime.
Ahora los conmino a desfogar ese fanatismo en una intensa preparación. Mas asegúrense ustedes, asegúrate tú —queda mejor el tú en este caso, ¿no te parece?— de ser realmente un fanático. ¿Estás a la altura del momento o más bien te quedas en la medianía del pobre espectador apático, del que se levanta para ir al baño cuando todavía rueda el balón, del que omite un partido porque tiene que trabajar?
Responde con sinceridad.
Si coinciden las horas de trabajo con un evento de la Copa del Mundo, ¿contemplas o trabajas? Si tuvieras el dinero justo o para ir al Mundial o para llevar de vacaciones a tu mujer o a tu madre o a tus hijos, ¿irías al Mundial, dejando a esas pobres criaturas abandonadas por un mes? En medio de un partido, ¿prefieres usar pañales o ir al baño? Si tu jefe no ve el fútbol, ¿lo desprecias o lo respetas? Cuando vas por la calle y ha comenzado un partido, ¿te detienes en las vitrinas hasta el entretiempo o sigues, por vergüenza, tu camino? ¿Procuras convencer a tus amigos de que vean los partidos o respetas su libertad para perderse en frívolas actividades laborales, amorosas o, qué asco, literarias? ¿Estás dispuesto a refutar, gritar, insultar, a cualquiera que intente impedirte disfrutar de un partido o que apoye a un equipo equivocado, o más bien prefieres callar por cobardía? Si un hijo tuyo o un amigo no quiere ver el fútbol, ¿ejerces alguna forma de presión o dejas que se deslice por el camino del mal? Ante un resultado adverso, ¿lloras, gritas, golpeas o destruyes el televisor, o, por el contrario, te resignas con tímida indiferencia? Ante la victoria, ¿sales a las calles a hacer todo tipo de ruidos, a emborracharte, a rayar las paredes y los monumentos, o simplemente festejas como un caballero, o sea, como un imbécil?
¿Eres un fanático? ¡Bienvenido a Alemania 2006!
Habemos tambien fanaticas de la alegria mundialera... Hace mucho decidi, a falta de Chilito en este tipo de eventos, entregar mi apoyo a los italianos y esperar sus partidos con una tallarinada. Este año pretendo hacer lo mismo... Y a usted (o a ti) donde lo encuentra la fiebre futbolera que se viene? Alemania o UK? Saludos.
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