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domingo, mayo 29, 2011

Intentando "sincerar el debate", como dicen

En La Tercera, 29/05/2011 - 09:00 

Acuerdo de vida en común

Señor director:
 
Hace algunos años las hermanas Sybil y Joyce Burden (82 y 90 años), que vivían juntas en Reino Unido, quisieron aprovechar las ventajas de las regulaciones de la vida en común para sus asuntos domésticos, especialmente para no verse gravadas por el impuesto a la herencia cuando una sucediera a la otra. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos decidió que su vida en común, como no incluía relaciones sexuales, no calificaba para una regulación patrimonial especial.

Este suceso muestra que el intento de hacer pasar la regulación de las parejas de hecho como un asunto meramente patrimonial, sin la carga de legitimación de las relaciones sexuales, es una forma de autoengaño en la que incurren aquellos políticos tradicionales, como el Presidente Piñera o el ministro Larroulet, que creen que el matrimonio es heterosexual, pero que hay que ayudar a regular los asuntos patrimoniales de otras formas de convivencia, especialmente la homosexual.

Si realmente quieren ocuparse solamente de asuntos patrimoniales, que puedan regularse ante notario, deberían permitir los acuerdos de vida en común para cualquier tipo de vida en común que implique cuestiones económicas: desde hermanos hasta comunidades religiosas, desde amigos hasta compañeros de estudios durante sus años universitarios, sin restricciones de número de miembros, ni de existencia de otras uniones concurrentes.

Así, por ejemplo, un hombre casado, que viva con su mujer, podría además celebrar un acuerdo de vida en común en el mismo domicilio con otras personas, de cualquier sexo, y al Estado no debiera interesarle el hecho de que tengan o no relaciones sexuales. En efecto, es indiferente este detalle si se trata solamente de regular el uso común de lavadoras, aspiradoras, casas, automóviles, camas, mascotas, y las futuras herencias.



Cristóbal Orrego Sánchez

lunes, mayo 23, 2011

Carabineros víctimas


He visto la película. 

Dos carabineros desarmados son apaleados brutalmente por algunos enemigos de HidroAysén (pero se ven algunos otros intentando detener a los salvajes). 

Una de las víctimas quedó gravemente herida. 

El pueblo chileno está ante una alternativa: o dejamos las calles en manos de la chusma manipulada por ideólogos millonarios o la defendemos dando nuestro apoyo decidido a la fuerza pública. Sin embargo, hasta ahora recordamos más los casos de carabineros sancionados por errores o por excesos en la represión (los cuales a veces son simplemente inevitables ante la audacia de los antisociales) que los casos de castigos ejemplares para los que han agredido a los policías.

Personalmente estoy convencido de que hay suficientes ciudadanos amigos de los carabineros, partidarios del orden público y del funcionamiento de las instituciones, como para llenar las calles, si tan solo contáramos con el respaldo de las autoridades y una buena filosofía política en el gobierno.

Al gobierno le sobra relato y le falta filosofía política. Por eso, no le creen su cuento.


domingo, mayo 08, 2011

Juan Pablo Magno

Esta columna fue publicada en El Mercurio de Valparaíso el día 3 de mayo (aunque digo 'ayer' porque estaba prevista para el lunes 2). 

Leed:



Juan Pablo Magno


Al comenzar el pontificado de Juan Pablo II, alguien le preguntó al entonces Secretario de Estado del Vaticano sobre la personalidad del Papa polaco. El sagaz diplomático respondió que Wojtyla pasaría a la historia como Juan Pablo Magno. Con el correr de los años, existe una corriente que, de hecho, así lo llama: “Magno”, como San León Magno o San Gregorio Magno.

La beatificación de ayer fue un acto de sumisión del Papa Benedicto XVI a la voluntad popular, que se expresó en las pancartas y gritos de “¡Santo, ahora!” en la Plaza de San Pedro, el día mismo de la muerte de su venerado predecesor; una voluntad de la que se hicieron eco los cardenales electores; y, sobre todo, una voluntad que fue ratificada por la Voluntad de Dios mediante milagros.

El Papa corona solemnemente una obra magnífica de Dios: Juan Pablo II. Los analistas socio-políticos harán el recuento de sus logros históricos: reformó la Iglesia, renovando el episcopado mundial y llevando a la práctica el verdadero Concilio Vaticano II (¡y no las herejías promovidas por los curas progresistas!); removió las conciencias en los países bajo la bota comunista, poniendo así fin a la desgraciada “guerra fría” (con la ayuda de los protagonistas en el nivel político) y liberando a su amada tierra natal, Polonia; lanzó el mayor movimiento de resistencia contra la cultura de la muerte que todavía impone en tantos países el aborto y la eutanasia; sembró la paz y la reconciliación en países divididos y a punto de ir a la guerra: ¡cuánto le debemos argentinos y chilenos!

A mí me interesa más resaltar la magnanimidad de su influjo subterráneo, de algo que todavía no se capta en toda su magnitud. Juan Pablo II fue el primero en dotar a la doctrina de la Iglesia de una Encíclica sobre los fundamentos de la moral, indiscutidos durante dos milenios (“Veritatis Splendor”, 1993), y con sus otros documentos renovó la doctrina y la vida cristiana en todos los terrenos: desde su trilogía sobre la Santísima Trinidad hasta la Virgen, la Eucaristía, el trabajo misionero, el trabajo y la justicia social, la defensa de los derechos fundamentales . . . Juan Pablo II abarcó con su influjo pastoral y teológico, tanto como con su presencia directa, todo el planeta y todas las culturas, reconciliando el catolicismo con el judaísmo, el islamismo y todas las religiones abiertas al diálogo racional (sin ocultar las discrepancias). Defendió a la Iglesia de los gérmenes de marxismo y de liberalismo, que todavía la atacan, hasta el punto de remover enérgicamente a teólogos, sacerdotes e incluso al menos un obispo rebelde. Él impulsó y respaldó decididamente a las nuevas realidades eclesiales, como el Camino Neocatecumenal, el Opus Dei (él mismo lo convirtió en Prelatura Personal en 1982) y los nuevos movimientos católicos (Canción Nueva desde el Brasil, por ejemplo). Son millones de católicos que viven radicalmente su fe, aunque nadie los note, y cuyo efecto renovador del mundo ya se va notando poco a poco.


viernes, mayo 06, 2011

Nueva carta, a la luz de nueva información

Tras saber que Osama fue abatido sin estar armado, envié esta nueva carta inédita. Leed:





Hipocresía civilizada



Señor Director:


El dictador de Libia lo era desde el comienzo —un Fidel Castro africano—, pero la hipocresía civilizada ha venido a descubrirlo hace muy poco. La ONU autorizó a usar la fuerza contra combatientes para defender a los civiles, pero los aliados occidentales la han usado tomando partido por uno de los bandos en la guerra civil, y han matado a no combatientes, incluyendo a un hijo y a nietos del jefe enemigo. 

Asimismo, la hipocresía civilizada ha derogado la pena de muerte en muchos países —casi completamente también en el nuestro—, pero ahora nuestro Presidente dice que se ha hecho justicia con el asesinato de Osama Bin Laden . . . ¡desarmado! (suponiendo que ha sido realmente muerto, pues aún no hay pruebas del hecho).

Usted comprenderá, señor Director, que ninguno de estos personajes son de mi simpatía. Nada me importaría que fueran juzgados y condenados a la pena capital por los crímenes que han cometido durante muchos años. Sin embargo, los bailes de euforia y de alegría, cuando simplemente se viola la ley natural, cuando se mata a un hombre desarmado o se bombardean objetivos civiles y se asesina a no combatientes, no deben pasar de largo sin una palabra de protesta. 

Yo, contra la hipocresía civilizada y el uso ilegítimo de la fuerza, simplemente protesto.




Cristóbal Orrego Sánchez
Profesor de Derecho Natural
Universidad de los Andes

miércoles, mayo 04, 2011

Obama vs. Osama

Adelanto de Carta inédita. Les reconozco que me da un poco de lata ir contra EE.UU., porque soy bastante imperialista. 

Leed:




Obama vs. Osama


Señor Director:


La sesión de ayer [lunes 2 de mayo] de la Academia de Derecho Natural (ADN) comenzó criticando un argumento de C. S. Lewis sobre la ley natural y terminó debatiendo la licitud del acto de dar muerte a Osama Bin Laden, ordenado por el Presidente Obama y ejecutado por sus eficientes funcionarios. Los participantes estábamos divididos sobre la moralidad de tan celebrado éxito policial-militar. Discrepábamos tanto por la falta de información creíble —los autores son los únicos testigos— como por la complejidad en la aplicación de los principios de justicia natural en juego. 

Supongo, por eso, que en Chile también habrá una discusión pluralista y abierta de la materia. Entre otras cosas, se abre la puerta para legitimar las ejecuciones extrajudiciales de los terroristas chilenos que rehusaron dejar las armas en su lucha contra el gobierno militar. ¿O acaso hay actos intrínsecamente malos solamente para las dictaduras militares, actos que la democracia sería capaz de legitimar? Yo pienso lo contrario: los regímenes injustos se definen por ordenar y ejecutar actos intrínsecamente malos.

domingo, mayo 01, 2011

Beato Juan Pablo II, ¡Santo subito!

De madrugada, por segunda vez en mi vida, me levanto a ver la televisión, para honrar en directo a Juan Pablo II Magno.

Fue increíble, salvo por las preguntas un poco bobas del locutor, aunque, en fin, su rol es hacerse eco del ignorante promedio, y alguien tiene que hacerlo.

(P.S.: La otra vez que me levanté a ver algo por TV fue el combate de Martín Vargas contra un japonés o chino que le sacó la mugre en el minuto 2. Llegué tarde. Cómo han cambiado mis gustos desde entonces).