Por eso no dan ganas de ser de derecha
Hermógenes Pérez de Arce insiste en recordar lo que ya sabemos en su blog.
Es lo mismo de siempre.
La gente de derecha traiciona sus convicciones por miedo.
Y por votar al mal menor (engañada: porque el miedo es mal consejero) termina en los brazos del mal mayor.
Dentro de pocos días haremos un llamado más contundente a votar por Kast.
No sé si más vitriólico que la diatriba del otro día, pero sí más contundente. Espero que más eficaz.
Pero les confieso que no me dan muchas ganas de ser de derecha y que mi admiración moral va para la gente de izquierda. En general, en masa, es más digna: vota por lo que cree, aunque pierda. Eso es señal no solamente de mayor valentía, sino también de creer más firmemente.
Sé que hay gente buena que puede sentirse herida con estas palabras, pero prefiero ser sincero: en la mayoría de la gente de derecha veo miedo, conveniencias, cálculo, pero no ideales de justicia. Me dan pocas ganas de ser de una derecha así.
Y esto no tiene nada que ver con afectos personales, cariño y caridad, porque de esto me sobra para todo el mundo: desde la izquierda a la derecha. ¿Qué tengo yo contra Artés? ¡Nada! Le admiro la valentía y odio su lucha de clases. ¿Y qué tengo yo contra Sebastián Piñera como persona privada? ¡Nada! Le admiro su capacidad de trabajo y odio sus concesiones políticas hacia la izquierda. ¿Y qué tengo yo contra la gente buena de la derecha miedosa? ¡Nada! Los quiero a todos, admiro el gran esfuerzo que van a hacer para votar erradamente, pero odio su cobardía infinita.
Nada personal, solamente que me está dando un poquito de asco ser de derecha. Ya me ha pasado antes, así que no se preocupen, que a la izquierda espero no llegar. Salvo con Artés, que me cae bien.
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