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miércoles, noviembre 27, 2013

Sobre Evangelii gaudium

La ex. ap. Evangelii Gaudium contiene prácticamente todas las claves que poco a poco había desarrollado en Papa Francisco en sus homilías diarias. Recomiendo leer el texto magisterial con esa óptica especial, que se trata de una exhortación realmente movilizadora y alegradora, si puede así decirse. Dice algunas verdades bien fuertes y radicales, difíciles de seguir, pero que no nos digan fanáticos cuando las repitamos nosotros. Son tomadas de los Padres de la Iglesia y del Evangelio.


La carta de Benedicto XVI en castellano

Gracias a un lector. De revista Ecclesia.

Exclusiva en español: la carta de Benedicto XVI al matemático Odifreddi

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Exclusiva en español: la carta de Benedicto XVI al matemático Odifreddi
Un diálogo franco y abierto: Carta del Papa Emérito Benedicto XVI al matemático italiano Piergiorgio Odifreddi
Ciudad del Vaticano, 30 de agosto de 2013
Ilustrísimo señor profesor Odifreddi:
Ante todo, he de pedirle disculpas por agradecerle solo hoy el envío de su libro Caro Papa, ti scrivo [Querido Papa: Te escribo], así como por las amables líneas que, en esta ocasión por mediación del arzobispo Gänswein, ha dirigido indirectamente a mí también. Pero no quería escribir hasta haber leído su libro, y como siguen ocupándome varios trabajos, solo ahora he terminado la lectura del mismo.
Hoy, pues, quisiera darle por fin las gracias por intentar confrontarse con mi libro y, por lo tanto, con mi fe incluso en el detalle; precisamente esto es, en gran parte, lo que había pretendido con mi Discurso a la Curia Romana con ocasión de la Navidad de 2009. Debo agradecer también la lealtad con la que ha tratado mi texto, intentando sinceramente hacerle justicia.
Con todo, mi juicio sobre su libro en su totalidad es, en sí mismo, bastante contrastante. He leído algunas de sus partes con deleite y provecho. En otras, por el contrario, me han sorprendido cierta agresividad y la ligereza de la argumentación.
Me gustaría responder capítulo por capítulo, pero para ello, desgraciadamente, no son suficientes mis fuerzas. Escogeré, pues, algunos puntos que me parecen especialmente importantes.

I
Me sorprende, ante todo, que usted, en las páginas 25 y siguientes, interprete mi elección de ir más allá de la percepción de los sentidos para vislumbrar la realidad en su grandeza como «una negación explícita del principio de realidad» o como «psicosis mística», cuando yo pretendía decir precisamente lo que después, en las páginas 29 y siguientes, expone usted  acerca del método de las ciencias naturales: el «trascender las limitaciones de la sensorialidad humana». Por eso  estoy totalmente de acuerdo con lo que usted escribe en la página 40: «[...] la matemática presenta una profunda afinidad con la religión». En este punto no veo, por consiguiente, ningún conflicto entre su planteamiento y el mío. Si más adelante, en la página 49, usted explica que la «religiosidad verdadera [...] hoy se la encuentra más en la ciencia que en la filosofía», hace una afirmación sobre la que ciertamente puede discutirse; pero me alegra que ahí usted pretenda presentar su trabajo como «religiosidad verdadera». Ahí, como de nuevo en la página 65, y  después una vez más en el capítulo titulado «Su credo y el mío», usted subraya que la renuncia al «antropomorfismo» de un Dios concebido como persona y la veneración de la racionalidad constituirían la religiosidad verdadera. Coherentemente, en la página 182 de su libro, dice de manera muy drástica que «la matemática y la ciencia son la única religión verdadera; lo demás es superstición».
Ahora bien: puedo comprender, ciertamente, que se considere como antropomorfismo la concepción de la Razón primordial y creadora como Persona dotada de su propio «Yo», lo que parece ser una reducción de la grandeza –inconcebible para nosotros– del Logos. La fe trinitaria de la Iglesia, cuya presentación en mi libro refiere usted de manera muy objetiva, también expresa, en efecto y en alguna medida, el aspecto totalmente distinto, misterioso, de Dios, lo que podemos intuir siempre y solo desde lejos. A este respecto, quisiera recordar la afirmación del denominado Dionisio el Seudoareopagita, quien dice en un pasaje que, ciertamente, las mentes filosóficas sienten una especie de rechazo ante los antropomorfismos bíblicos, que consideran inadecuados. Pero el riesgo que corren estas personas ilustradas es el de juzgar después adecuada su concepción filosófica de Dios, olvidando que también sus ideas filosóficas permanecen infinitamente alejadas de la realidad de aquel que es «totalmente Otro». Así las cosas, tales antropomorfismos se revelan necesarios para superar la arrogancia del pensamiento; más aún, cabe decir que, bajo algún aspecto, los antropomorfismos se acercan más a la realidad de Dios que los meros conceptos. Por otro lado, sigue siendo válido lo que en 1215 dijo el Concilio IV de Letrán, o sea que todo concepto de Dios solo puede ser analógico, y que su desemejanza respecto al verdadero Dios siempre es infinitamente mayor que su semejanza.
Con esta premisa, hay que decir, sin embargo, que un Logos divino ha de ser también conciencia y, en este sentido, Sujeto y Persona. Una razón objetiva presupone siempre un sujeto, una razón consciente de sí.
En la página 53 de su libro, usted dice que esta distinción, que en 1968 aún podía parecer justificada, no sería sostenible ya, ante las inteligencias artificiales existentes en la actualidad. En esto usted no me convence en absoluto, dado que la inteligencia artificial es, evidentemente, una inteligencia transmitida por sujetos conscientes, una inteligencia depositada en unos aparatos, y que, por lo tanto, tiene claramente su origen en la inteligencia de los creadores humanos de dichos aparatos.
Por último, no puedo seguirle en modo alguno si en el principio pone usted no ya el Logos con mayúscula, sino el logos matemático con minúscula (pág. 85). Y es que el Logos inicial es un Logos que está por encima de todos los lógoi.
Ciertamente, el paso de los lógoi al Logos, dado por la fe cristiana junto con los grandes filósofos griegos, es un salto que no puede demostrarse simplemente, ya que conduce de lo empírico a lo metafísico, y, con ello, a otro nivel del pensamiento y de la realidad. Pero este salto es, como mínimo, tan lógico como su impugnación. Creo también que quien no pueda darlo debería, con todo, considerarlo por lo menos como una cuestión seria. Este es el punto decisivo de mi diálogo con usted, un punto que volveré a tocar al final: quisiera esperar que alguien que se interroga seriamente reconozca de todas formas ese «tal vez» del que, siguiendo a Martin Buber, hablé al principio de mi libro. Ambos interlocutores deben permanecer en estado de búsqueda. Pero a mí me parece que usted interrumpe la búsqueda de manera dogmática y no pregunta ya, sino que solo pretende adoctrinarme.

II

El pensamiento recién expuesto constituye, en mi opinión, el punto central de un diálogo auténtico entre su fe «científica» y la fe de los cristianos. Comparado con ello, todo lo demás es secundario. Por eso me permitirá usted que sea más conciso en lo que a la evolución se refiere. Ante todo, quisiera señalar que ningún teólogo serio negaría que el «árbol de la vida» en su totalidad mantenga una viva relación interna, por lo que la palabra «evolución» resulta adecuada. Asimismo, ningún teólogo serio opinará que Dios, el Creador, hubo de intervenir repetidas veces, en los niveles intermedios, de manera casi manual en el proceso del desarrollo. En este sentido, muchos ataques contra la teología en relación con la evolución están infundados. Por otro lado, resultaría útil para el avance del conocimiento que también los representantes de las ciencias naturales se mostraran más abiertamente conscientes de los problemas y que se formularan  con mayor claridad todas las preguntas que permanecen abiertas en este campo.
A este respecto, siempre he considerado ejemplar la obra de Jacques Monod, quien reconoce claramente que, en última instancia, no conocemos las vías por las que se forman cada vez nuevos ADN llenos de sentido. Refuto, por lo tanto, su tesis, recogida en la página 129, según la cual las cuatro tipologías desarrolladas por Darwin explicarían perfectamente todo lo que concierne a la evolución de las plantas y de los animales, con inclusión del hombre. Por otro lado, no quisiera obviar el hecho de que, en este campo, se da mucha ciencia ficción; de ello hablaré más adelante. Además, el científico médico Joachim Bauer, de Friburgo, en su libro Prinzip Menschlichkeit [El principio humanidad] (Hamburgo 2007), ha ilustrado de manera impresionante los problemas del darwinismo social; tampoco convendría silenciar esto.
El resultado del «long-term evolution experiment» [experimento de evolución a largo plazo] del que usted habla en la página 121 no es, en modo alguno, de amplio alcance. El intento de contracción del tiempo sigue siendo, a fin de cuentas, ficticio, y las mutaciones obtenidas son de escasa envergadura. Pero, por encima de todo, el hombre, como demiurgo, tiene que intervenir una y otra vez con su aportación: algo que en la evolución queremos precisamente excluir. Estimo, además, muy importante que usted, no obstante, reconozca también en su «religión» tres «misterios»: la cuestión acerca del origen del universo, la del surgimiento de la vida y la del origen de la conciencia de los seres vivos más desarrollados. Obviamente, en ello también considera usted al hombre como una de las especies de los simios, por lo que pone sustancialmente en duda la dignidad del hombre; sin embargo, el surgimiento de la conciencia sigue siendo, para usted, una cuestión abierta (pág. 182).

III

En varias ocasiones usted me hace notar que la teología sería ciencia ficción. Me sorprende, pues, que considere mi libro digno de una discusión tan detallada. Permítame que le proponga cuatro puntos relacionados con esta cuestión:

1. Es correcto afirmar que «ciencia», en el sentido más estricto de la palabra, lo es solo la matemática, mientras que de usted he aprendido que aquí también habría que distinguir adicionalmente entre la aritmética y la geometría. En cada disciplina específica, la cientificidad tiene su propia forma, según la particularidad de su objeto. Lo esencial es que aplique un método verificable, excluya lo arbitrario y garantice la racionalidad en sus respectivas y diferentes modalidades.

2. Usted debería reconocer, por lo menos, que, en el ámbito histórico y en el del pensamiento filosófico, la teología ha producido resultados duraderos.

3. Una función importante de la teología estriba en mantener a la religión vinculada a la razón, y la razón a la religión. Ambas funciones son de importancia esencial para la humanidad. En mi diálogo con Habermas mostré que existen patologías de la religión y patologías de la razón, no menos peligrosas que aquellas. Las dos funciones se necesitan mutuamente, y mantenerlas continuamente conectadas es un importante cometido de la teología.

4. Por otro lado, la ciencia ficción se da en el ámbito de muchas ciencias. Lo que usted expone sobre las teorías acerca del inicio y del fin del mundo de Heisenberg, Schrödinger, etc., yo lo designaría como ciencia ficción en el buen sentido del término: se trata de visiones y anticipaciones para alcanzar un conocimiento verdadero, pero solo son, precisamente, imaginaciones con las que intentamos aproximarnos a la realidad. Existe, además, la ciencia ficción «a lo grande», precisamente también en el seno de la teoría de la evolución. El gen egoísta de Richard Dawkins constituye un ejemplo clásico de ciencia ficción. El gran Jacques Monod escribió frases que él mismo debió de insertar en su obra seguramente solo en calidad de ciencia ficción. Cito: «La aparición de los vertebrados tetrápodos [...] tiene precisamente su origen en el hecho de que un pez primitivo “optara” por ir a explorar la tierra, en la que, sin embargo, era incapaz de desplazarse más que brincando torpemente, creando así, como consecuencia de una modificación de su comportamiento, la presión selectiva merced a la cual se desarrollarían los poderosos miembros de los Tetrápodos. Algunos de los descendientes de tan audaz explorador, de aquel Magallanes de la evolución, pueden correr a una velocidad superior a los 70 kilómetros por hora…» (citado según la edición italiana: Il caso e la necessità, Milán 2001, págs. 117s.).

IV

En todas las temáticas debatidas hasta ahora, se trata de un diálogo serio, por el que le estoy agradecido, como ya he dicho en repetidas ocasiones. Las cosas cambian al llegar al capítulo sobre el sacerdote y sobre la moral católica, y aún más en los capítulos sobre Jesús. Respecto a lo que usted dice acerca del abuso moral de menores de edad por parte de sacerdotes, solo puedo asumirlo –como usted bien sabe– con profunda consternación. Nunca he intentado encubrir semejantes cosas. Que el poder del mal penetre hasta este punto en el mundo interior de la fe constituye para nosotros un sufrimiento que, por un lado, debemos soportar, mientras que, por otro, debemos hacer todo lo posible para que no se repitan casos como estos. Tampoco es motivo de consuelo saber que, según los estudios de los sociólogos, el porcentaje de sacerdotes reos de estos crímenes no es más alto que el que presentan otras categorías profesionales similares. En cualquier caso, no debería presentarse ostentosamente esta desviación como si se tratara de una indecencia específica del catolicismo.
Si no es lícito silenciar el mal presente en la Iglesia, tampoco debe silenciarse la larga y luminosa estela de bondad y de pureza que la fe cristiana  ha trazado a lo largo de los siglos. Hay que recordar las figuras grandes y puras que la fe ha producido: desde Benito de Nursia y su hermana Escolástica a Francisco y Clara de Asís, a Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, a los grandes santos de la caridad como Vicente de Paúl y Camilo de Lelis hasta la madre Teresa de Calcuta y las grandes y nobles figuras del Turín decimonónico. Y hoy también sigue siendo verdad que la fe impulsa a muchas personas al amor desinteresado, al servicio a los demás, a la sinceridad y a la justicia. Tampoco puede ignorar usted cuántas formas de ayuda desinteresada a los dolientes se hacen realidad a través del servicio de la Iglesia y de sus fieles. Si se desvaneciera todo lo que se lleva a cabo por estos motivos, tendría lugar un derrumbamiento social de amplio alcance. Por último, tampoco se debe silenciar la belleza artística que la fe ha dado al mundo, lo que en ningún lugar se ve mejor que en Italia. Piense también en la música inspirada por la fe, empezando por el canto gregoriano hasta Palestrina, Bach, Mozart, Haydn, Beethoven, Bruckner, Brahms, etc.

V

Lo que usted dice sobre la figura de Jesús no es digno de su rango científico. Si plantea la cuestión como si de Jesús, en el fondo, no se supiera nada y como si de él, como figura histórica, nada pudiera comprobarse, solo puedo invitarle con determinación a adquirir algo más de competencia desde un punto de vista histórico. Para ello le recomiendo, sobre todo, los cuatro volúmenes que Martin Hengel (exégeta de la Facultad Teológica protestante de Tubinga) ha publicado en colaboración con Maria Schwemer: se trata de un excelente ejemplo de precisión y de amplísima información histórica. Ante esto, lo que usted dice acerca de Jesús es un discurso irreflexivo que no debería repetir. Que, en la exégesis, también se hayan escrito muchas cosas de escasa seriedad es, por desgracia, un hecho irrefutable. El seminario estadounidense sobre Jesús citado por usted en las páginas 105 y siguientes se limita a confirmar, una vez más, lo que Albert Schweitzer había señalado en relación con la «Leben-Jesu-Forschung» (Investigación sobre la vida de Jesús), o sea que el denominado «Jesús histórico» es, en su mayor parte, el espejo de las ideas de sus autores. Pero tales formas malogradas de labor historiadora no ponen en entredicho la importancia de la investigación histórica seria, que nos ha posibilitado conocimientos verdaderos y seguros acerca del anuncio y de la figura de Jesús.
En la página 104, usted llega al punto de plantear la pregunta de si Jesús no fue acaso uno de los muchos embaucadores que, con magias y trucos, han seducido al pueblo inculto. Y aunque esto queda expresado solo en forma de pregunta y –a Dios gracias– no se enuncia en forma de tesis, el respeto ante lo que para otros constituye una realidad sagrada debería impedirle proferir este tipo de injurias (cf. también la expresión «necia charlatanería», en la página 104).
Además, he de rechazar enérgicamente su afirmación (pág. 126) según la cual yo habría presentado la exégesis histórico-crítica como un instrumento del anticristo. Al tratar del relato de las tentaciones de Jesús, solo me limité a retomar la tesis de Soloviev, según la cual la exégesis histórico-crítica puede ser utilizada también por el anticristo, lo que constituye un hecho irrefutable. Empero, al mismo tiempo, siempre he aclarado de manera evidente –y especialmente en el prólogo al primer volumen de mi libro sobre Jesús de Nazaret– que la exégesis histórico-crítica es necesaria para una fe que no propone mitos con imágenes históricas, sino que reclama una historicidad auténtica y que, por consiguiente, debe presentar la realidad histórica de sus afirmaciones también de manera científica. De ahí que tampoco sea correcto que usted diga que solo me he interesado por la metahistoria: antes al contrario, todos mis esfuerzos tienen como objetivo mostrar que el Jesús que se describe en los Evangelios es también el Jesús histórico real; que se trata de historia realmente acontecida.
Llegado a este punto, quisiera señalar también que su exposición del «crede ut intellegas» no concuerda con la modalidad agustiniana del pensamiento, que es la que me orienta: para Agustín, el «crede ut intellegas» y el «intellege ut credas» van inseparablemente unidos de una manera específica propia. A este respecto, remitiría al artículo «Crede ut intellegas», de Eugene TeSelle, en el Augustinus-Lexikon (ed. C. Mayer), vol. 2, Basilea 1996-2002, cols. 116-119).
Me permito observar, además, que, en materia de cientificidad de la teología y de sus fuentes, usted debería mostrar mayor cautela en sus afirmaciones históricas. En la página 109, nos dice que al relato de la transformación del agua del Nilo en sangre (Ex 7, 17ss.) le correspondería, en el Evangelio de Juan, la transformación del agua en vino durante las Bodas de Caná. Esto, naturalmente, es un contrasentido. La transformación del agua de Nilo en sangre es un flagelo que, durante algún tiempo, sustrajo a los hombres el elemento vital del agua con el fin de ablandar el corazón del faraón. La transformación del agua en vino en Caná es, por el contrario, el don de la alegría nupcial que Dios ofrece con abundancia a los hombres; es una alusión a la transformación del agua de la Torá en el vino exquisito del Evangelio. En el Evangelio de Juan está presente, desde luego, la tipología de Moisés, pero no en este pasaje.

VI

Con el capítulo 19 de su libro volvemos a los aspectos positivos de su diálogo con mi pensamiento. Antes, sin embargo, me permito corregir otro pequeño error suyo. En mi libro no me he basado en el Symbolum Nicæno-Constantinopolitanum –cuyo texto usted proporciona loablemente al lector–, sino en el que se denomina Symbolum Apostolicum, cuyo núcleo consiste en la profesión de fe de la ciudad de Roma; profesión que seguidamente, a partir del siglo III, fue extendiéndose cada vez más en Occidente, con diferentes y pequeñas variantes. A partir del siglo IV fue considerado como si hubiera sido redactado por los propios Apóstoles, aunque en Oriente permaneció ignorado.
Pero pasemos ahora a su capítulo 19: si bien su interpretación de Juan 1, 1 está muy alejada de lo que el Evangelista pretendía decir, existe, sin embargo, una convergencia importante, aunque si usted quiere sustituir a Dios por «la Naturaleza» sigue en pie la pregunta de quién o qué es esa naturaleza. En ningún lugar la define usted, por lo que parece tratarse de una divinidad irracional que nada explica. Quisiera, sin embargo, señalar que, en su religión de la matemática, tres temas fundamentales de la existencia humana permanecen sin considerar: la libertad, el amor y el mal. Me sorprende que usted liquide con una sola alusión la libertad, que, sin embargo, ha sido y es el valor que sustenta la época moderna. En su libro, el amor no aparece, ni hay en él información alguna sobre el mal. Con independencia de lo que la neurobiología diga o deje de decir sobre la libertad, en el drama real de nuestra historia esta está presente como realidad determinante, y ha de tenerse en cuenta. Pero su religión matemática no conoce respuesta alguna a la cuestión de la libertad, ignora el amor y no nos aporta ninguna información sobre el mal. Y una religión que omite estas preguntas fundamentales permanece vacía.

Ilustrísimo señor profesor: Mi crítica a su libro es, en parte, dura. Pero la franqueza forma parte del diálogo; solo así puede crecer el conocimiento. Usted ha sido muy franco, por lo que aceptará que yo también lo sea. En todo caso, sin embargo, valoro muy positivamente el hecho de que usted, a través de su confrontación con mi Introducción al cristianismo, haya buscado un diálogo tan abierto con la fe de la Iglesia católica y que, pese a todas las diferencias, en el ámbito central no falten del todo las convergencias.
Con mi cordial saludo y mis mejores votos para su labor.
BENEDICTUS XVI – Joseph Ratzinger
(Original italiano; traducción de ECCLESIA)

martes, noviembre 26, 2013

No a la guerra entre nosotros

Si todos en la Iglesia nos dedicamos al bien, sin compararnos con otros, sin rivalidades, en unidad profunda, qué distintas serían las cosas.

Del Papa Francisco, Ev. Gaudium:

No a la guerra entre nosotros

98. Dentro del Pueblo de Dios y en las distintas comunidades, ¡cuántas guerras! En el barrio, en el puesto de trabajo, ¡cuántas guerras por envidias y celos, también entre cristianos! La mundanidad espiritual lleva a algunos cristianos a estar en guerra con otros cristianos que se interponen en su búsqueda de poder, prestigio, placer o seguridad económica. Además, algunos dejan de vivir una pertenencia cordial a la Iglesia por alimentar un espíritu de «internas». Más que pertenecer a la Iglesia toda, con su rica diversidad, pertenecen a tal o cual grupo que se siente diferente o especial.

99. El mundo está lacerado por las guerras y la violencia, o herido por un difuso individualismo que divide a los seres humanos y los enfrenta unos contra otros en pos del propio bienestar. En diversos países resurgen enfrentamientos y viejas divisiones que se creían en parte superadas. A los cristianos de todas las comunidades del mundo, quiero pediros especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente. Que todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis: «En esto reconocerán que sois mis discípulos, en el amor que os tengáis unos a otros» (Jn 13,35). Es lo que con tantos deseos pedía Jesús al Padre: «Que sean uno en nosotros […] para que el mundo crea» (Jn 17,21). ¡Atención a la tentación de la envidia! ¡Estamos en la misma barca y vamos hacia el mismo puerto! Pidamos la gracia de alegrarnos con los frutos ajenos, que son de todos.

100. A los que están heridos por divisiones históricas, les resulta difícil aceptar que los exhortemos al perdón y la reconciliación, ya que interpretan que ignoramos su dolor, o que pretendemos hacerles perder la memoria y los ideales. Pero si ven el testimonio de comunidades auténticamente fraternas y reconciliadas, eso es siempre una luz que atrae. Por ello me duele tanto comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?

101. Pidamos al Señor que nos haga entender la ley del amor. ¡Qué bueno es tener esta ley! ¡Cuánto bien nos hace amarnos los unos a los otros en contra de todo! Sí, ¡en contra de todo! A cada uno de nosotros se dirige la exhortación paulina: «No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien» (Rm 12,21). Y también: «¡No nos cansemos de hacer el bien!» (Ga 6,9). Todos tenemos simpatías y antipatías, y quizás ahora mismo estamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: «Señor yo estoy enojado con éste, con aquélla. Yo te pido por él y por ella». Rezar por aquel con el que estamos irritados es un hermoso paso en el amor, y es un acto evangelizador. ¡Hagámoslo hoy! ¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno!

Siria, genocidio fanático

Gracias a los medios de información católicos es posible saber que las potencias occidentales anticristianas apoyan y financian el genocidio que tiene lugar en Siria. Esto no es cuestión de divisiones partidistas, sino de hechos comprobados imparcialmente.

Leed.


11/23/2013 

Siria; esa monja no debe hablar...

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Fieles rezando con Francisco por la paz en Siria
Fieles rezando con Francisco por la paz en Siria

El caso de sor Agnes-Mariam, que denuncia la cobertura a nivel internacional del «genocidio sirio»

Marco Tosatti Ciudad del Vaticano
Este es solo un episodio, pero indica el nivel de la violencia y la manipulación que en el Occidente (Estados Unidos y Gran Bretaña particularmente) rodea lo que está sucediendo en Siria. Vive allí una monja desde hace veinte años. Se llama sor Agnes-Mariam de la Croix y creó un movimiento llamado “Mussahala” (Reconciliación), que exige el fin de la guerra y que las diferentes partes en conflicto se sienten a negociar. Gracias a ella surgieron algunas noticias que habían quedado escondidas o que habían sido descuidadas por los grandes medios de comunicación. Durante esta guerra sucia ha sido una voz para las personas que no la tienen: las personas comunes, las víctimas de siempre de todas las guerras.


Sus actividades, pues, han llevado a poner en tela de juicio la interpretación dominante de esta guerra. Si, por una parte está Bashar al-Assad (exponente de un régimen dictatorial y represivo), por otra no hay ninguno de los paladines de la democracia y de los derechos que dicen Gran Bretaña y Estados Unidos, sino un ejército compuesto casi completamente por mercenarios islamistas financiados por Arabia Saudita (régimen claramente democrático...) y Qatar; y por “halcones” occidentales. Los “rebeldes” se han mostrado mucho más crueles que el ejército sirio. «En Siria todos están en peligro –declaró hace dos meses sor Agnes-Mariam la Croix. Ha habido casos de líderes religiosos musulmanes secuestrados y decapitados. Fueron humillados y torturados. Los ismaelitas, los drusos, los cristianos, gente de la sociedad siria son asesinados en masa. Quiero decir que si estos carniceros no contaran con el apoyo internacional, nadie habría tenido el valor de atravesar esa línea. Pero hoy, desgraciadamente, la violación de los derechos humanos y el genocidio en Siria son ocultados a nivel internacional».


Después de esas declaraciones, los hechos (como la masacre de Sadad y otros que ha admitido públicamente Human Rights Watch) confirmaron la veracidad de las palabras de la religiosa. Pero todo esto va en contra de las fanfarrias de guerra que tocan algunos gobiernos  occidentales, a las que los medios de información, sobre todo anglosajones, se han adecuado voluntariamente, tal y como hicieron durante la guerra en Irak. La de sor Agnes-Mariam de La Croix es una voz incómoda desde hace tiempo. Y la gente comienza a preguntarse por qué el propio país apoya, arma y financia a la gente que bombardea, viola y casacra a civiles inocentes bajo la bandera de la “liberación”.



Y así, cuando se supo que la religiosa recibió una invitación para hablar en la conferencia internacional “Stop the War”, que se llevará a cabo en Londres el prócimo 30 de noviembre, se desencadenó en su contra una campaña difamatoria por la red. «La monja preferida de Assad», una «ferviente defensora de Assad». Así definieron por internet a la monja, no los fundamentalistas islámicos, sino los “halcones” de la liberal Gran Bretaña. Y al mismo y tiempo comenzaron las presiones en contra de los demás oradores. Dos de ellos, Owen Jones y Jeremy Scahill, recibieron avalancas de mensajes vía Twitter para que se negaran a sentarse al lado de sor Agnes-Mariam. Ambos escritores y periodistas, cedieron a las presiones. La religiosa respondió con una carta llena de dignidad para cancelar su presencia en la Conferencia. Escribió: «Algunos podrían pensar que sería injusto que yo hablara en la conferencia. Otros, que sería injusto si no participara. Pero, puesto que mi participación puede ser usada por algunos en contra de los esfuerzos para llegar a la paz, la no violencia y la reconciliación, creo que es mejor que retire mi participación». Una carta llena de dignidad, que debería llenar de vergüenza a los organizadores de la campaña difamatoria en su contra, a los que cedieron a las presiones y a los que creen que la libertad de opinión es real en ciertos países y sobre ciertos argumentos.




No a la mundanidad espiritual

Del Papa Francisco: Evangelii gaudium.

No a la mundanidad espiritual

93. La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. Es lo que el Señor reprochaba a los fariseos: «¿Cómo es posible que creáis, vosotros que os glorificáis unos a otros y no os preocupáis por la gloria que sólo viene de Dios?» (Jn 5,44). Es un modo sutil de buscar «sus propios intereses y no los de Cristo Jesús» (Flp 2,21). Toma muchas formas, de acuerdo con el tipo de personas y con los estamentos en los que se enquista. Por estar relacionada con el cuidado de la apariencia, no siempre se conecta con pecados públicos, y por fuera todo parece correcto. Pero, si invadiera la Iglesia, «sería infinitamente más desastrosa que cualquiera otra mundanidad simplemente moral».[71]
94. Esta mundanidad puede alimentarse especialmente de dos maneras profundamente emparentadas. Una es la fascinación del gnosticismo, una fe encerrada en el subjetivismo, donde sólo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuestamente reconfortan e iluminan, pero en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos. La otra es el neopelagianismo autorreferencial y prometeico de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado. Es una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar. En los dos casos, ni Jesucristo ni los demás interesan verdaderamente. Son manifestaciones de un inmanentismo antropocéntrico. No es posible imaginar que de estas formas desvirtuadas de cristianismo pueda brotar un auténtico dinamismo evangelizador.

95. Esta oscura mundanidad se manifiesta en muchas actitudes aparentemente opuestas pero con la misma pretensión de «dominar el espacio de la Iglesia». En algunos hay un cuidado ostentoso de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, pero sin preocuparles que el Evangelio tenga una real inserción en el Pueblo fiel de Dios y en las necesidades concretas de la historia. Así, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos. En otros, la misma mundanidad espiritual se esconde detrás de una fascinación por mostrar conquistas sociales y políticas, o en una vanagloria ligada a la gestión de asuntos prácticos, o en un embeleso por las dinámicas de autoayuda y de realización autorreferencial. También puede traducirse en diversas formas de mostrarse a sí mismo en una densa vida social llena de salidas, reuniones, cenas, recepciones. O bien se despliega en un funcionalismo empresarial, cargado de estadísticas, planificaciones y evaluaciones, donde el principal beneficiario no es el Pueblo de Dios sino la Iglesia como organización. En todos los casos, no lleva el sello de Cristo encarnado, crucificado y resucitado, se encierra en grupos elitistas, no sale realmente a buscar a los perdidos ni a las inmensas multitudes sedientas de Cristo. Ya no hay fervor evangélico, sino el disfrute espurio de una autocomplacencia egocéntrica.

domingo, noviembre 24, 2013

Los católicos, cómplices pasivos del sodomonio

En Italia todavía hay valientes. En Chile, cuando converso con alguien que sabe y reconoce que la sodomía es un pecado contra la naturaleza y que clama al cielo, casi siempre me reconoce que no se atrevería a decirlo en público o en un medio de comunicación.

Es decir, que hay bastantes más cobardes (y sinónimos) de los que a veces parece.

Leed.


Mario Palmaro sui matrimoni gay e la nuova legge

By Basta bugie.

MATRIMONI GAY: COME I CATTOLICI PERDERANNO
QUESTA BATTAGLIA IN DIECI PASSI
Con le leggi sull'omofobia l'uomo viene demolito un pezzo alla volta nel trionfale plauso dei nemici della Chiesa
Omofobia. Il Parlamento italiano sta per approvare una legge che persegue con sanzioni specifiche le condotte che rientrano in questa nuova categoria concettuale. Ma che cosa significa essere omofobi? In realtà, nessuno può dirlo con precisione, perché l'omofobia è un'invenzione ideologica. È una trovata da codice penale sovietico, che permetterà a pubblici ministeri e giudici di perseguire le condotte più diverse, nel trionfo più grottesco della giurisprudenza creativa.

L'OMOFOBIA COME CATEGORIA DELL'ASSURDO

L'omofobia presuppone che il mondo sia fatto da eterosessuali e da omosessuali, oltre che da altre categorie eventualmente definibili con riferimento alla sfera sessuale. Ma già il concetto di eterosessualità è fasullo: infatti, quando uomo e donna compiono atti sessuali sono semplicemente persone normali. Il resto è anormalità. Una volta accettata la categoria giuridica dell'omofobia, questa affermazione non potrà più essere fatta pubblicamente senza rischiare di essere perseguiti dalla magistratura. La stessa cosa può dirsi di un professore o di una maestra che insegnino ai loro alunni che i rapporti fra persone dello stesso sesso non sono normali, o che avere due padri o due madri è dannoso per i figli. Una denuncia penale penderà come una spada di Damocle anche sulla testa di qualunque sacerdote o catechista che definisca gli atti omosessuali un peccato contro natura, e dunque peccato "che grida vendetta al cospetto di Dio". 
L'omofobia è una categoria dell'assurdo. Se una persona viene aggredita o insultata, l'ordinamento giuridico prevede già sanzioni, applicabili a tutti in base al principio di eguaglianza. Inventarsi nuove pene per il caso in cui la vittima sia omosessuale (o dichiari di esserlo, perché poi come si può verificarlo?) significa inaugurare una potenziale infinita proliferazione di categorie a protezione rafforzata da parte dell'ordinamento penale. Si potrebbero ipotizzare leggi per punire più severamente la "grassofobia", per tutelare gli obesi dalle prese in giro di colleghi e compagni di scuola; oppure la "tabaccofobia", per difendere i fumatori da chi li discrimina per le loro condotte polmonari; o ancora, la "calvofobia", per porre fine all'indegna discriminazione delle persone con pochi capelli. Come si vede, non esiste un limite a questa demenziale gara di proliferazione dei diritti civili.

GENDER, MATRIMONI OMO E ADOZIONI GAY
Una nazione che introduce nelle sue leggi la categoria dell'omofobia accetta inevitabilmente l'ideologia del gender. Che cosa significa questo? Secondo la teoria del gender, il sesso di una persona non è un fatto che discende inesorabilmente dalla natura – si nasce uomo, oppure donna, e tertium non datur – ma ogni individuo sceglie, e non una volta per tutte, se vuole essere uomo o donna, a prescindere dal suo corpo e dalla genetica.
L'omofobia certifica per via giuridica la distruzione del sesso come identità naturale, trasformandolo in una scelta individuale arbitraria. Sarò uomo o donna così come può decidere di mangiare marmellata di pesche o di ciliegie. L'uomo letteralmente "si fa da sé", portando a compimento il progetto di devastazione antropologica e sociale iniziato dai pensatori illuministi e rivoluzionari come Rousseau. Progetto che si riassume nella ribellione totale a Dio, che culmina nel rigettare i vincoli sessuali imposti dal corpo e dai suoi organi. E che si fa beffe del progetto divino sull'uomo "crescete e moltiplicatevi". 
Deve essere chiaro fin da subito che, una volta fatta una legge sull'omofobia, qualunque essa sia, il passaggio successivo automatico sarà una legge sui matrimoni gay. E in seguito non mancherà la legalizzazione delle adozioni di coppie omosessuali e l'accesso delle medesime alla fecondazione artificiale.

CATTOLICI: DIECI MOSSE PER PERDERE

Insomma, gli effetti della legge sull'omofobia sono apocalittici. In Italia, sarebbe stata del tutto normale una reazione durissima del mondo cattolico, della Chiesa, della Conferenza episcopale italiana, delle associazioni e dei movimenti ecclesiali, del principale quotidiano cattolico. E invece tutto tace. Le uniche realtà cattoliche che non hanno taciuto ma si sono meritoriamente battute senza tregua sono state Alleanza Cattolica, con un manifesto di opposizione netto e lucidissimo; i Giuristi per la Vita, con una raccolta di firme e con articoli che hanno agitato le acque chete clericali; la Nuova Bussola on line con una campagna stampa intensa e tenace; il settimanale Tempi, appoggiando la raccolta di firme contro la legge, più altri siti o gruppi organizzati, battaglieri ma piccolini.
Come si spiega questa omissione di soccorso alla verità? Ipotizzo tre cause: 
  1. L'abitudine al compromesso: ormai da anni il mondo cattolico si è abituato a perseguire il male minore piuttosto che il bene e il vero: meglio una legge sull'omofobia cattiva, piuttosto che una pessima.
  2. L'esistenza di una rilevante lobby gay interna al mondo cattolico che lo paralizza su questa come su altre battaglie.
  3. La paura di battersi contro il mondo e di perdere una battaglia politica.
Questa "resa" spiega in fondo come è possibile che l'omosessualità, giudicata come un'anormalità deleteria dalla gran parte dell'opinione pubblica fino a poco tempo fa, improvvisamente sia diventata una condotta non solo lecita ma degna di una tutela giuridica speciale. Facendola diventare perfino più meritoria della tradizionale relazione uomo-donna. Molto ha fatto, è chiaro, il lavoro della lobby gay e il terreno favorevolissimo creatole dai mass media. Tuttavia, va aggiunto che il cattolicesimo si è per così dire "scavato la fossa" con le sue mani, attraverso dieci mosse clamorosamente sbagliate. Eccole:
  1. Il giudizio del cristianesimo sulla condotta omosessuale è indubbiamente molto severo da duemila anni; la prima mossa perdente consiste nell'ammorbidire progressivamente questo giudizio di verità, che per altro nulla toglie all'annuncio del perdono e della redenzione del peccatore, come per ogni altro peccato. 
  2. Tacere che la condotta omosessuale è un peccato. In nome del rispetto dovuto agli altri, e alla complessità delle cause, si conclude che questa condotta è sostanzialmente ingiudicabile. Se ci fate caso, anche i cattolici più rigorosi si sentono in dovere di premettere che "non hanno nulla contro gli omosessuali". Eppure, parlando del nono comandamento, non direbbero mai: "premesso che non ho niente contro gli adulteri". 
  3. Il passo successivo è negare esplicitamente che si tratti di peccato: c'è chi nasce così, e non si può far nulla per cambiare le cose. 
  4. Si abolisce dal proprio linguaggio (prediche, catechesi, conferenze, libri) il termine "contro natura", liquidando così anche l'idea di una natura in senso filosofico. L'unica natura che resta è così quella dei documentari di Piero Angela. 
  5. Si abbandona ogni pretesa di conservare nell'ordinamento giuridico una distinzione di giudizio rispetto all'omosessualità. Per secoli le leggi hanno considerato questo fenomeno come tollerabile, o come del tutto irrilevante sul piano giuridico, ma hanno sempre mantenuto una valutazione implicita negativa verso una condizione che può avere aspetti problematici di rilevanza pubblica. Pensiamo alla possibilità di ricoprire ruoli educativi, o di far parte di comunità organizzate specifiche come l'esercito o un ordine religioso. Distinguo e motivate discriminazioni che nascevano dal riconoscimento del carattere patologico, riconosciuto a livello mondiale fino al 1973, di quella condizione. 
  6. A questo punto dilaga l'effetto "laicità dello stato": siccome l'ordinamento non può dare giudizi etici, deve trattare tutto allo stesso modo; ergo, ogni relazione affettiva ha il medesimo valore morale e sociale; dunque, le leggi tratteranno esattamente allo stesso modo omosessuali ed eterosessuali, ed eventuali categorie ulteriori.
  7. A questo punto, chiunque provi a dire che l'omosessualità è contro natura, o che non vorrebbe un maestro omosessuale, diviene un fuorilegge prima sul piano mediatico (gogna televisiva e giornalistica) e poi sul piano giuridico (leggi sull'omofobia); e qui il mondo cattolico abbandona al loro destino tutti quelli che incappino nella mannaia organizzata dalla nuova omocrazia, liquidandoli come "imprudenti" o "integralisti". 
  8. Arriva dunque la legge sulle unioni gay, e qui il cattolico perdente ostenta soddisfazione perché "si evita di definirli matrimoni". 
  9. Arrivano, ovviamente, i matrimoni gay, e qui il cattolico perdente ostenta ottimismo perché "non sono previste le adozioni gay". 
  10. Arrivano le adozioni gay, e qui il cattolico perdente conclude, soddisfatto, che comunque "la famiglia tiene".
Fonte: Il Timone, ottobre 2013 (n. 126)

sábado, noviembre 23, 2013

La respuesta seria de Benedicto XVI a un científico desorientado

Tan pronto la consiga en castellano, la publico. Es muy instructiva sobre cómo sostener un diálogo serio con gentes que se creen científicos y se contradicen en el espacio de diez páginas.

Leed.


18 Oktober 2013, 12:00
Sehr geehrter Herr Professor Odifreddi!
Das Schreiben Benedikts XVI. im originalen deutschen Wortlaut. Ein Diamant im Gespräch zwischen Glaube und Vernunft, der in die Grundfeste des „Vorhofs der Heiden“ eingesetzt ist. Von Armin Schwibach
Rom (kath.net/as) In einem im deutschen Original zwölf Seiten umfassenden Schreiben, das in erster Linie im besten und glänzendsten Sinne als „apologetische Abhandlung“ bezeichnet werden kann, hatte der emeritierte Papst Benedikt XVI. im Sommer 2013 dem italienischen Mathematiker und militanten (Medien-) Atheisten Piergiorgio Odifreddi geantwortet. Odifreddi hatte im Jahr 2011 unter dem Titel „Lieber Papst, ich schreibe Dir“ („Caro Papa, ti scrivo“) einen an den Papst und Theologen Joseph Ratzinger gerichteten „Brief“ in Buchform veröffentlicht. Absicht Odifreddis war es gewesen, die wissenschaftslogische Weltanschauung gegen die metaphysisch-theologische Sicht der Religion zu stellen. Die Zeitung „La Repubblica“ veröffentlichte dann Ausschnitte aus dem Brief Benedikts XVI. in ihrer Ausgabe vom 24. September (kath.net hat berichtet).

Sein Buch hatte Odifreddi nach dem Amtsverzicht Benedikts XVI. unter der Vermittlung eines gemeinsamen Bekannten über Erzbischof Georg Gänswein dem emeritierten Papst überreichen lassen. Trotz des bisweilen harschen und aggressiven Tons Odifreddis las Benedikt XVI. das Buch aufmerksam – so aufmerksam, dass ihn dies zur Verfassung seines Antwortschreibens veranlasste.


kath.net veröffentlicht den Brief vom 20. August 2013 des emeritierten Papstes Benedikt XVI. an den italienischen Mathematiker Piergiorgio Odifreddi im originalen deutschen Wortlaut. Gleichzeitig danken wir Seiner Heiligkeit für die freundliche Genehmigung zur Veröffentlichung und versichern ihn unseres beständigen Angedenkens im Gebet:

Sehr geehrter Herr Professor Odifreddi!

Zunächst muß ich um Nachsicht bitten, daß ich erst heute für die Übersendung Ihres Buches Caro Papa, ti scrivo danke, wie auch für die freundlichen Zeilen, die Sie bei dieser Gelegenheit über Erzbischof Gänswein indirekt auch an mich gerichtet haben. Aber ich wollte nicht schreiben, ohne vorher das Buch gelesen zu haben, und da noch immer vielerlei Arbeit auf mir lastet, bin ich erst jetzt mit der Lektüre zu Ende gekommen.

Heute möchte ich Ihnen also endlich dafür danken, daß Sie bis ins Detail hinein den Dialog mit meinem Buch und so mit meinem Glauben versucht haben; dies ist weitgehend das, was ich in meiner Weihnachtsrede 2009 mir vorgestellt hatte. Zu danken habe ich auch für die loyale Behandlung meines Textes, dem Sie ernstlich versucht haben, Gerechtigkeit widerfahren zu lassen.

Mein Urteil über Ihr Buch im ganzen ist freilich eher zwiespältig. Einige Teile habe ich mit Genuß und mit Gewinn gelesen. In anderen Teilen habe ich mich jedoch über eine gewisse Aggressivität und die Eilfertigkeit der Argumentation gewundert.

Gern würde ich auf Kapitel um Kapitel antworten, aber dazu reicht leider meine Kraft nicht aus. So wähle ich einige mir besonders wichtig erscheinende Punkte.
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I.

Zunächst wundere ich mich, wie Sie auf Seite 25f meine Option, die Sinnenwahrnehmung zu überschreiten, um die Wirklichkeit in ihrer Größe wahrzunehmen, als „un’esplicita negazione del principio di realtà“ ["eine explizite Negation des Wirklichkeitsprinzips"] oder als „psicosi mistica“ ["mystische Psychose"] interpretieren, während ich doch genau das sagen wollte, was Sie dann auf Seite 29f über die Methode der Naturwissenschaft ausführen – das „trascendere le limitazioni della sensorialità umana“ ["das Überschreiten der Begrenzungen der menschlichen Sinnlichkeit“]. So bin ich ganz und gar einverstanden mit dem, was Sie auf Seite 40 schreiben: „… la matematica presenta una profonda affinità con la religione“ ["die Mathematik präsentiert eine tiefe Affinität mit der Religion"]. In dieser Sache also sehe ich keinen wirklichen Gegensatz zwischen Ihrem Ansatz und dem meinigen. Wenn Sie dann Seite 49 ausführen, daß die „vera religiosità… oggi si ritrova più nella scienza che nella filosofia“ ["die wahre Religiosität... sich heute mehr in der Wissenschaft als in der Philosophie findet"], so kann man über diesen Satz natürlich streiten, aber ich freue mich doch, daß Sie Ihre eigene Arbeit hier als „vera religiosità“ ["wahre Religiosität] verstanden wissen wollen. Hier wie später wieder Seite 65 und dann noch einmal in dem Kapitel „Il suo e il mio Credo“ ["Sein und mein Credo"] betonen Sie, daß der Verzicht auf den „Anthropomorphismus“ eines als Person gedachten Gottes und die Verehrung der razionalità die wahre Religiosität seien. Auf Seite 182 Ihres Buches sagen Sie demnach ganz drastisch, „che la matematica e la scienza sono l’unica vera religione, il resto è superstizione” ["dass die Mathematik und die Wissenschaft die einzige wahre Religion sind, der Rest ist Aberglaube"].

Nun kann ich durchaus verstehen, daß man es als Anthropomorphismus empfindet, die schöpferische Urvernunft als eine Person mit einem Ich zu verstehen; dies scheint eine Verkleinerung der für uns unfaßbaren Größe des Logos. Der Trinitätsglaube der Kirche, dessen Darstellung in meinem Buch Sie sehr objektiv wiedergeben, drückt ja irgendwie auch das ganz Andere, Geheimnisvolle, uns immer nur von fern zu Ahnende Gottes aus. An dieser Stelle möchte ich die Bemerkung des sogenannten Dionysius Pseudo-Areopagita erwähnen, der einmal sagt, daß natür-lich die philosophischen Geister von den biblischen Anthropomorphismen abgeschreckt werden und sie als unangemessen empfinden. Aber die Gefahr dieser aufgeklärten Menschen ist es, daß sie ihren philosophischen Gottesbegriff dann für adäquat finden und vergessen, daß auch ihre philosophischen Ideen unendlich weit von der Realität des ganz Anderen entfernt bleiben. So seien diese Anthropomorphismen nötig, um die Arroganz des Denkens zu überwinden, ja, man müsse sagen, daß in gewisser Hinsicht wohl die Anthropomorphismen sich mehr der Realität Gottes annähern als die bloßen Begriffe. Im übrigen bleibt immer gültig, was das 4. Laterankonzil 1215 gesagt hat, daß nämlich jeder Begriff von Gott nur analog sein kann und die Unähnlichkeit mit dem wahren Gott stets unendlich größer ist als die Ähnlichkeit.

Dies vorausgeschickt, muß nun aber doch gesagt werden, daß ein göttlicher Logos auch Bewußtsein sein muß und in diesem Sinn Subjekt und Person. Objektive Vernunft setzt immer Subjekt, ihrer selbst bewußte Vernunft voraus.

Seite 53 Ihres Buches sagen Sie, daß diese Unterscheidung, die 1968 noch gerechtfertigt erscheinen konnte, angesichts der künstlichen Intelligenzen, die es heute gibt, nicht mehr aufrechtzuerhalten sei. Da überzeugen Sie mich nun überhaupt nicht. Denn diese Intelligenz ist ganz offensichtlich eine von bewußten Subjekten mitgeteilte, in den Apparaturen deponierte Intelligenz. Sie hat einen klaren Ursprung, eben in der Intelligenz der menschlichen Urheber der Apparate.

Schließlich kann ich Ihnen auch überhaupt nicht folgen, wenn Sie an den Anfang nicht den Logos mit maiuscolo stellen, sondern den logos matematico mit minuscolo (Seite 85). Der Logos am Anfang ist wahrhaftig ein Logos über allen logoi.

Natürlich ist der Übergang von den logoi zum Logos, wie ihn der christliche Glaube mit den großen griechischen Philosophen vollzogen hat, ein Sprung, der nicht ein-fach bewiesen werden kann: Er führt aus der Empirie in die Metaphysik und damit in eine andere Ebene des Denkens und der Wirklichkeit. Aber dieser Sprung ist mindestens so logisch wie seine Bestreitung. Ich denke auch, wer ihn nicht vollziehen kann, sollte ihn doch als eine ernste Frage auffassen. Dies ist der entscheidende Punkt in meinem Dialog mit Ihnen, auf den ich zum Schluß noch einmal zurückkommen werde: Ich würde erwarten, daß ein ernsthaft Fragender immerhin jenes „Vielleicht“ anerkennt, von dem ich im Anschluß an Martin Buber in meinem Buch gesprochen habe. Beide Seiten müssen auf der Suche bleiben. Mir scheint, daß Sie aber statt dessen in einer dogmatistischen Art die Suche abbrechen und nicht mehr fragen, sondern mich nur noch belehren.

II.

Das eben Ausgeführte ist für mich Kernpunkt eines wirklichen Dialogs zwischen Ihrem „wissenschaftlichen“ Glauben und dem Glauben der Christen. Alles andere ist demgegenüber sekundär. So werden Sie mir erlauben, mich in Sachen Evolution kürzer zu fassen. Zunächst möchte ich feststellen, daß kein ernstlicher Theologe bestreiten wird, daß der ganze Baum des Lebens in einem inneren lebendigen Zusammenhang steht, für den das Wort Evolution angemessen ist. Auch wird kein ernstlicher Theologe der Meinung sein, daß Gott, der Schöpfer, immer wieder in Zwischenstufen gleichsam handwerklich in den Vorgang der Entwicklung eingreifen mußte. In diesem Sinn sind viele Attacken auf die Theologie in Sachen Evolution unbegründet. Auf der anderen Seite wäre es dem Fortgang der Erkenntnis nützlich, wenn auch die Vertreter der Naturwissenschaft sich offener problembewußt zeigen würden und klarer ausgesagt würde, wie viele Fragen hier offenbleiben.

In diesem Betracht habe ich immer das Werk von Jacques Monod als vorbildlich angesehen, der ganz deutlich darstellt, daß wir die Wege, wie jeweils neue, sinnvolle DNA’s entstehen, letztendlich nicht kennen. Ich bestreite daher Ihre These auf Seite 129, daß die vier von Darwin entwickelten Typologien perfekt alles erklären würden, was die Evolution der Pflanzen und der Tiere, den Menschen inbegriffen betrifft. Im übrigen möchte ich doch erwähnen, daß es in diesem Bereich viel fan-tascienza gibt; ich werde es an anderer Stelle erwähnen. Im übrigen hat der Freiburger Mediziner Joachim Bauer in seinem Buch Prinzip Menschlichkeit (Hamburg 2007) die Probleme des Sozialdarwinismus eindrücklich dargestellt; darüber sollte man auch nicht schweigen.

Das Ergebnis des „Long-term evolution experiment“, von dem Sie auf Seite 121 sprechen, ist nicht allzu weitreichend. Die versuchte Kontraktion der Zeit bleibt letztlich doch fiktiv, und die erreichten Mutationen reichen nicht sehr weit. Vor allem aber muß der Mensch als Demiurg immer wieder nachhelfen, was wir ja gerade bei der Evolution ausschließen wollen. Im übrigen finde ich es sehr wichtig, daß Sie in Ihrer „Religion“ nun doch auch drei „Mysterien“ anerkennen: die Frage nach dem Ursprung des Universums, nach der Entstehung des Lebens und nach dem Ursprung des Bewußtseins der höheren Lebewesen. Sie sehen zwar auch hier offenbar den Menschen als eine Spezies der Affen und stellen damit die Menschenwürde grundsätzlich in Frage; immerhin bleibt das Aufbrechen des Bewußtseins ein offenes Problem für Sie (Seite 182).

III.

Mehrfach lassen Sie mich wissen, daß Theologie eine fantascienza [grundlose, erfundene Pseudowissenschaft] sei. Insofern wundere ich mich, daß Sie mein Buch doch einer so ausführlichen Diskussion würdig halten. Lassen Sie mich zu dieser Frage vier Punkte vorlegen:

1. Es ist richtig, daß „Wissenschaft“ im strengsten Sinn des Wortes nur die Mathematik ist, wobei ich von Ihnen gelernt habe, daß auch hier noch einmal zwischen Arithmetik und Geometrie unterschieden werden muß. In allen Sachbereichen hat Wissenschaftlichkeit ihre je eigene Form gemäß der Eigentümlichkeit ih-res Gegenstandes. Wesentlich ist, daß sie eine überprüfbare Methode anwendet, die Willkür ausschließt und Rationalität in den je verschiedenen Weisen garantiert.

2. Zumindest sollten Sie anerkennen, daß die Theologie im historischen Bereich und im Bereich des philosophischen Denkens große und bleibende Leistungen vorgelegt hat.

3. Eine wichtige Funktion der Theologie ist es, die Religion an der Vernunft und die Vernunft an der Religion festzuhalten. Beides ist für die Menschheit von wesentlicher Bedeutung. In meinem Dialog mit Habermas habe ich gezeigt, daß es die Pathologien der Religion und – nicht weniger gefährlich – die Pathologien der Vernunft gibt. Beide bedürfen einander, und sie immer wieder zueinander zu halten, ist eine große Aufgabe der Theologie.

4. Fantascienza gibt es im übrigen unter dem Dach vieler Wissenschaften. Was Sie über die Theorien von Anfang und Ende der Welt bei Heisenberg, Schrödinger usw. darstellen, würde ich als fantascienza im guten Sinn bezeichnen – Visionen und Vorgriffe, um zu wirklicher Erkenntnis zu kommen, aber eben doch nur Vorstellungen, mit denen wir uns der Realität anzunähern versuchen. Im übrigen gibt es fantascienza im großen Stil gerade auch innerhalb der Evolutionslehre. Das egoistische Gen von R. Dawkins ist ein klassisches Beispiel von fantascienza. Der große J. Monod hat Sätze geschrieben, die er selber sicher nur als fantascienza in sein Werk eingefügt hat. Ich zitiere: „Das Auftreten der vierfüßigen Wirbeltiere… geht darauf zurück, daß ein Urfisch sich ‚entschieden’ hatte, das Land zu erforschen, auf dem er sich jedoch nur durch unbeholfene Sprünge fortbewegen konnte. Im Gefolge dieser Verhaltensänderung schuf er den Selektionsdruck, durch den sich dann die starken Glieder der Vierfüßler entwickeln sollten. Unter den Nachkommen dieses ‚kühnen Forschers’, dieses Magellan der Evolution, können einige mit einer Geschwindigkeit von mehr als 70 Kilometern in der Stunde laufen…“ (zitiert nach der deutschen Ausgabe Zufall und Notwendigkeit, München 51973, Seite 157f).

IV.

Bei allem bisher Besprochenen handelt es sich um einen ernsthaften Dialog, für den ich – wie schon mehrmals gesagt – dankbar bin. Anders verhält es sich bei dem Kapitel über den Priester und die katholische Moral und noch einmal anders bei den Kapiteln über Jesus. Was Sie über den moralischen Mißbrauch von Minderjährigen durch Priester sagen, kann ich – wie Sie wissen – nur mit tiefer Bedrückung zur Kenntnis nehmen. Ich habe nie versucht, es zu beschönigen; daß die Macht des Bösen so weit bis in die innere Welt des Glaubens hineinreicht, ist ein Leiden für uns, das wir einerseits tragen müssen, während wir gleichzeitig alles tun müssen, damit solche Fälle sich nicht wiederholen. Es ist auch keine Tröstung, daß nach den Erkenntnissen der Soziologen der Anteil der straffälligen Priester nicht höher ist als auch in anderen vergleichbaren Berufsgruppen. Immerhin sollte man nicht auftrumpfend es so hinstellen, als ob es sich um einen spezifischen Schmutz des Katholizismus handelte.

Wenn über das Böse in der Kirche nicht geschwiegen werden darf, so darf aber auch die große Lichtspur der Güte und der Lauterkeit, die der christliche Glaube die Jahrhunderte hindurch gezogen hat, nicht verschwiegen werden. Man muß erinnern an die großen und reinen Gestalten, die der Glaube hervorgebracht hat – von Benedikt von Nursia und seiner Schwester Scholastika zu Franz und Klara von Assisi, zu Teresa von Avila und Johannes von Gott, zu den großen Heiligen der Nächstenliebe wie Vinzenz von Paul und Camillus von Lellis bis hin zu Madre Teresa und zu den großen edlen Gestalten im Turin des 19. Jahrhunderts. Auch heute gilt, daß der Glaube viele Menschen zu selbstloser Liebe, zum Dienst für die anderen, zur Wahrhaftigkeit und zur Gerechtigkeit führt. Auch Ihnen kann nicht unbekannt sein, was durch den Dienst der Kirche und ihrer Gläubigen an selbstloser Hilfe für die Leidenden geschieht. Würde man wegnehmen, was durch diese Motivation getan wird, so würde weithin ein sozialer Zusammenbruch erfolgen. Nicht verschweigen darf man endlich, was der Glaube der Welt an Schönem geschenkt hat: Das ist nirgends so sichtbar wie in Italien. Denken Sie auch an die vom Glauben inspirierte Musik, vom Gregorianischen Choral über Palestrina zu Bach, Mozart, Haydn, Beethoven, Bruckner, Brahms usw.

V.

Was Sie zur Gestalt Jesu sagen, ist Ihres wissenschaftlichen Ranges nicht würdig. Wenn Sie es so hinstellen, als ob man von Jesus im Grund überhaupt nichts wisse und er als historische Gestalt überhaupt nicht faßbar sei, so kann ich Sie nur dringend einladen, sich historisch etwas kundiger zu machen. Ich empfehle Ihnen dabei vor allem die vier Bände, die Martin Hengel (Exeget an der Evangelisch-Theologischen Fakultät Tübingen) zusammen mit Maria Schwemer herausgegeben hat – ein Musterbeispiel historischer Genauigkeit und breitester historischer Information. Demgegenüber ist das, was Sie zu Jesus sagen, leichtfertiges Gerede, das Sie nicht wiederholen sollten. Daß in der Exegese auch viel Unernstes geschrieben wurde, ist leider nicht zu bestreiten. Das amerikanische Seminar über Jesus, das Sie auf Seite 105f zitieren, bestätigt nur noch einmal, was Albert Schweitzer über die Geschichte der Leben-Jesu-Forschung festgestellt hatte, daß nämlich der soge-nannte historische Jesus meistens nur einen Spiegel der Ideen der Verfasser darstellt. Solche Formen mißglückter historischer Arbeit ändern aber nichts an der Bedeutung ernsthafter historischer Forschung, die uns zu wirklichen Erkenntnissen über die Verkündigung und die Gestalt Jesu geführt hat.

Auf Seite 104 gehen Sie bis zu dem Punkt, daß Sie die Frage stellen, ob Jesus nicht vielleicht einer der vielen Scharlatane war, die das arme Volk mit Magien und Tricks betört haben. Und auch wenn es nur als Frage gestellt ist und gottlob nicht als These auftritt, sollte Sie die Ehrfurcht vor dem, was anderen heilig ist, an solchen Ausfällen hindern (vgl. auch die Rede von „sciocca ciarlataneria“ Seite 104).

Im übrigen muß ich Ihre Behauptung (Seite 126) nachdrücklich zurückweisen, daß ich die historisch-kritische Exegese als ein Instrument des Antichristen hingestellt habe. Ich habe lediglich bei der Behandlung der Versuchungsgeschichte die These Solowjews aufgenommen, daß historisch-kritische Exegese auch vom Antichrist benützt werden kann – was unbestreitbar ist. Zugleich habe ich aber immer, besonders auch im Vorwort zum ersten Band meines Jesusbuchs, deutlich klargestellt, daß historisch-kritische Exegese notwendig ist für einen Glauben, der nicht Mythen in geschichtlichen Bildern darstellt, sondern reale Geschichtlichkeit beansprucht und daher die historische Realität seiner Aussagen auch wissenschaftlich darstellen muß. Deswegen ist es auch nicht richtig, wenn Sie sagen, ich habe mich nur für die metastoria interessiert – ganz im Gegenteil, all mein Bemühen geht dahin zu zeigen, daß der von den Evangelien dargestellte Jesus auch der wirklich historische Jesus ist, daß es sich um wirklich geschehene Geschichte handelt.

An dieser Stelle möchte ich auch darauf hinweisen, daß Ihre Darstellung des crede ut intellegas nicht mit der augustinischen Fassung des Gedankens übereinstimmt, die mich leitet: Für Augustinus gehören crede ut intellegas und intellege ut credas in je spezifischer Weise untrennbar zusammen. Ich darf dafür auf den Artikel „crede ut intellegas“ von E. TeSelle im Augustinus-Lexikon (hg. von C. Mayer), Band 2, Basel 1996 – 2002, Spalte 116 – 119 verweisen.

An dieser Stelle erlaube ich mir die Bemerkung, daß Sie im Sinn der Wissenschaftlichkeit der Theologie und ihrer Quellen mit historischen Behauptungen vorsichtiger umgehen sollten. Ich nenne nur ein Beispiel. Auf Seite 109 sagen Sie uns, der Umwandlung des Nilwassers in Blut entspreche die Verwandlung von Wasser in Wein bei der Hochzeit zu Kana. Das ist natürlich Unsinn. Die Umwandlung des Nilwassers in Blut ist eine Plage, die den Menschen das Lebenselement des Wassers für einige Zeit entzieht, um das Herz des Pharaos aufzuweichen. Die Verwandlung des Wassers in Wein zu Kana ist dagegen das Geschenk hochzeitlicher Freude, das Gott im Übermaß den Menschen schenkt – Hinweis auch auf die Verwandlung des Wassers der Tora in den köstlichen Wein des Evangeliums. Es gibt zwar im Johannes-Evangelium die Mose-Typologie, aber nicht an dieser Stelle.

VI.

Mit dem 19. Kapitel Ihres Buches kehren wir zu den positiven Aspekten Ihres Dia-logs mit meinem Denken zurück. Zunächst darf ich noch einen kleinen Irrtum Ihrerseits berichtigen. In meinem Buch habe ich nicht das Nicaeno-Constantinopolitanum zugrundegelegt, dessen Wortlaut Sie dankenswerterweise dem Leser mitteilen, sondern das sogenannte Apostolicum. In seinem Kern beruht es auf dem stadtrömischen Glaubensbekenntnis, das dann seit dem 3. Jahrhundert im Westen sich immer weiter mit verschiedenen kleinen Varianten ausgebreitet hat. Seit dem 4. Jahrhundert wurde es als von den Aposteln selbst verfaßt angesehen. Im Osten allerdings ist es unbekannt geblieben.

Nun aber zu Ihrem 19. Kapitel: Auch wenn Ihre Interpretation von Joh 1, 1 weit entfernt ist von dem, was der Evangelist sagen wollte, so gibt es doch eine Konvergenz, die wichtig ist. Wenn Sie freilich Dio mit la Natura ersetzen wollen, so bleibt die Frage, wer oder was denn diese Natur ist. Sie wird von Ihnen nirgends definiert und erscheint insofern als eine irrationale Gottheit, die nichts erklärt. Vor allem aber möchte ich noch darauf hinweisen, daß in Ihrer Religion der Mathematik drei grundlegende Themen der menschlichen Existenz ausgeblendet bleiben: die Frei-heit, die Liebe, das Böse. Ich wundere mich, daß Sie die Freiheit, die doch der tra-gende Wert der Neuzeit war und ist, mit einer Handbewegung beiseite schieben. Die Liebe kommt bei Ihnen nicht vor, und auch über das Böse gibt es keine Auskunft. Was immer die Neurobiologie über die Freiheit sagen oder nicht sagen mag: In dem realen Drama unserer Geschichte, wie wir es gerade in Italien so bedrängend erfahren, ist sie als bestimmende Wirklichkeit gegenwärtig und muß bedacht werden. Ihre mathematische Religion kennt aber keine Antwort auf die Frage der Freiheit, läßt die Liebe aus und gibt uns keine Auskunft über das Böse. Eine Religion, die diese Grundfragen ausklammert, bleibt leer.

Sehr geehrter Herr Professor, meine Kritik an Ihrem Buch ist in Teilen hart. Aber zum Dialog gehört Offenheit; nur so kann Erkenntnis wachsen. Sie waren sehr offen, und so werden Sie akzeptieren, daß auch ich es bin. Jedenfalls aber empfinde ich es als sehr positiv, daß Sie so einen offenen Dialog mit dem Glauben der katholischen Kirche durch Ihr Gespräch mit meiner Einführung in das Christentum gesucht haben und daß trotz aller Gegensätze im zentralen Bereich die Konvergenzen nicht gänzlich fehlen.

Mit freundlichen Grüßen und allen guten Wünschen für Ihre Arbeit

Ihr

Benedikt XVI.

lunes, noviembre 18, 2013

¿Sacrificios humanos? ¿Progresismo adolescente?

El Papa Francisco habla claro.


Dios nos salve del espíritu mundano que negocia todo, pide el Papa


2013-11-18 Radio Vaticana


(RV).- (Con audio)  Que el Señor nos salve del espíritu mundano que “negocia todo”, non sólo los valores, sino también la fe. Es cuanto afirmó esta mañana el Papa Francisco en su homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Santo Padre Papa dijo que es necesario estar en guardia ante lo que definió la “globalización de la uniformidad hegemónica”, fruto de la mundanidad:
El Pueblo de Dios prefiere alejarse del Señor ante una propuesta de mundanidad. Comentando la Primera Lectura, un pasaje del Libro de los Macabeos, el Papa se detuvo en la “raíz perversa” de la mundanidad. Al destacar que los guías del pueblo ya no querían que Israel permaneciera aislado de las demás naciones, abandonan sus propias tradiciones, para ir a tratar con el rey. Van a “negociar” – dijo Francisco – y se sienten entusiastas por esto. Es como si dijeran “somos progresistas, vamos con el progreso, donde va toda la gente”. Y advirtió que se trata del “espíritu del progresismo adolescente” que “cree que ir adelante en cualquier elección, es mejor que permanecer en las costumbres de la fidelidad”. Esta gente, por tanto, negocia con el rey “la fidelidad a Dios siempre fiel”. Y “esto – añadió el Papa – se llama apostasía”, “adulterio”. En efecto, no están negociando algunos valores, “negocian precisamente lo esencial de su ser: la fidelidad al Señor”.
“Y esta es una contradicción: no negociamos los valores, sino que negociamos la fidelidad. Y esto es precisamente el fruto del demonio, del príncipe de este mundo, que nos lleva adelante con el espíritu de la mundanidad. Y después, suceden las consecuencias. Tomaron las costumbres de los paganos, después un paso adelante: el rey prescribió en todo el reino que todos formaran un solo pueblo y cada uno abandonara sus propias usanzas. No es la bella globalización de la unidad de todas las Naciones, sino, cada una con sus propias usanzas, pero unidas, pero es la globalización de la uniformidad hegemónica, es precisamente el pensamiento único. Y este pensamiento único es fruto de la mundanidad”.
El Papa recordó que tras esto “todos los pueblos se adecuaron a las órdenes del rey; aceptaron también su culto, hicieron sacrificios a los ídolos, y profanaron el sábado”. Poco a poco, se fue adelante por este camino. Y al final, “el rey elevó sobre el altar un abomino de devastación”:
“Pero, Padre, ¿esto también sucede hoy? Sí. Porque el espíritu de la mundanidad también existe hoy, también hoy nos lleva con este deseo de ser progresistas siguiendo el pensamiento único. Si a alguien se le encontraba el Libro de la Alianza y si alguien obedecía a la Ley, la sentencia del rey lo condenaba a muerte: y esto lo hemos leído en los periódicos en estos meses. Esta gente ha negociado la fidelidad a su Señor; esta gente, movida por el espíritu del mundo, ha negociado la propia identidad, ha negociado la pertenencia a un pueblo, un pueblo que Dios ama tanto, que Dios quiere como pueblo suyo”.
El Papa hizo referencia a la novela del inicio de 1900, “El amo del mundo” que se detiene precisamente en el “espíritu de la mundanidad que nos lleva a la apostasía”. Y advirtió que hoy se piensa que “debemos ser como todos, debemos ser normales, como hacen todos, con este progresismo adolescente”. Y después observó que “sigue la historia”: “las condenas a muerte, los sacrificios humanos”. “¿Pero ustedes – preguntó el Papa – piensan que hoy no se hagan sacrificios humanos? ¡Se hacen tantos, tantos! Y hay leyes que los protegen”:
“Pero lo que nos consuela es que ante este camino que hace el espíritu del mundo, el príncipe de este mundo, el camino de infidelidad, siempre permanece el Señor que no puede renegar de sí mismo, el Fiel: Él siempre nos espera, Él nos ama tanto y Él nos perdona cuando nosotros, arrepentidos por algún paso, por algún pequeño paso en este espíritu de mundanidad, vamos a Él, Dios fiel ante su pueblo, que no es fiel. Con el espíritu de hijo de la Iglesia pidamos al Señor que con su bondad, con su fidelidad nos salve de este espíritu mundano que negocia todo; que nos proteja y nos haga ir adelante, como ha hecho ir adelante a su pueblo en el desierto, llevándolo de la mano, como un papá lleva a su niño. En la mano del Señor iremos seguros”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).

domingo, noviembre 17, 2013

Palabras fuertes, Santo Padre

Francisco, como Jesús: dulce, pero enérgico.

Nada de medias tintas.

Una ola de conversiones y confesiones recorrerá la Iglesia. Venid y vamos todos . . .


No a los cristianos de doble vida, pide el Papa en su homilía

2013-11-11 Radio Vaticana
(RV).- (Con audio)  El que no se arrepiente y “simula ser cristiano” hace tanto mal a la Iglesia. Es cuanto afirmó el Papa Francisco en la Misa de esta mañana celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
El Papa reafirmó que todos debemos decirnos “pecadores”, pero debemos estar atentos a no convertirnos en “corruptos”. Quien es benefactor de la Iglesia pero roba al Estado, añadió Francisco, es “un injusto” que conduce una “doble vida”.
Jesús “no se cansa de perdonar y nos aconseja” que hagamos lo mismo. El Papa se detuvo en su homilía sobre la exhortación del Señor a perdonar al hermano arrepentido, del que habla el Evangelio. Cuando Jesús pide que se perdone siete veces al día, observó el Obispo de Roma, “hace un retrato de sí mismo”. Jesús, prosiguió, “perdona” pero en este pasaje evangélico también dice: “Atención a quien causa escándalos”. No habla de pecado, sino de escándalo, que es otra cosa. Y añade que “es mejor para él que se le ponga una piedra de molino al cuello y se lo arroje al mar, antes de que escandalice a uno de estos pequeños”. De ahí que el Papa se preguntara qué diferencia hay entre “pecar y escandalizar”:
“La diferencia es que quien peca y se arrepiente, pide perdón, se siente débil, se siente hijo de Dios, se humilla, y pide precisamente la salvación de Jesús. Pero de aquel otro que escandaliza, ¿qué cosa escandaliza? Que no se arrepiente. Sigue pecando, pero finge ser cristiano: la doble vida. Y la doble vida de un cristiano hace tanto mal, tanto mal. ‘¡Pero, yo soy un benefactor de la Iglesia! Meto la mano en el bolsillo y doy a la Iglesia. Pero con la otra mano, roba: al Estado, a los pobres… roba. Es un injusto. Ésta es doble vida. Y esto merece – lo dice Jesús, no lo digo yo – que le pongan en el cuello una muela de molino y sea arrojado al mar. No habla de perdón, aquí”.
Y esto, subrayó el Pontífice, porque “esta persona engaña”, y “donde está el engaño, no está el Espíritu de Dios. Ésta es la diferencia entre pecador y corrupto”. Quien “conduce una doble vida – dijo – es un corrupto”. Diverso es quien “peca y quisiera no pecar, pero es débil” y “va a lo del Señor” y pide perdón: “¡a ese el Señor lo quiere! Lo acompaña, y está con él”:
“Y nosotros debemos decirnos pecadores, sí, ¡todos, aquí, eh!, todos lo somos. Corruptos, no. El corrupto está fijo en un estado de suficiencia, no sabe qué cosa es la humildad. Jesús, a estos corruptos, les decía: ‘La belleza de ser sepulcros blanqueados, que parecen bellos, por afuera, pero dentro están llenos de huesos muertos y de putrefacción. Y un cristiano que se vanagloria de ser cristiano, pero que no hace vida de cristiano, es uno de estos corruptos. […] Todos conocemos a alguien que está en esta situación, ¡y cuánto mal hacen a la Iglesia! Cristianos corruptos, sacerdotes corruptos… ¡Cuánto mal hace a la Iglesia! Porque no viven en el espíritu del Evangelio, sino en el espíritu de la mundanidad”.
El Santo Padre recordó que San Pablo lo dice claramente en su Carta a los cristianos de Roma: “No se uniformen a este mundo”. Es más, precisó, el “texto original es más fuerte” porque afirma que no hay que “entrar en los esquemas de este mundo, en los parámetros de este mundo”. Esquemas, reafirmó, que “son esta mundanidad que te lleva a la doble vida”:
“Una podredumbre barnizada: ésta es la vida del corrupto. Y Jesús no les decía sencillamente 'pecadores' a estos, les decía: 'hipócritas'. Y qué bello, aquel otro, ¿no? ‘Si cometiera una culpa siete veces al días contra ti y siete veces viniera a ti diciendo: ‘Estoy arrepentido, soy pecador’, tu lo perdonarás’. Es lo que Él hace con los pecadores. Él no se cansa de perdonar, sólo con la condición de no querer hacer esta doble vida, de ir a Él arrepentidos: ‘¡Perdóname, Señor, soy pecador!’. ‘Pero, vas adelante, vas adelante: yo lo sé’. Y así es el Señor. Pidamos hoy la gracia al Espíritu Santo que huye de todo engaño, pidamos la gracia de reconocernos pecadores: somos pecadores. Pecadores, sí. Corruptos, no”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).

domingo, noviembre 10, 2013

Quizás las mujeres están de vuelta



Un libro para que opinen las mujeres, si lo leen.



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«Cásate y sé sumisa», se publica en España
¿Por qué un libro que defiende la «sumisión» de las esposas se convierte en un bestseller en Italia?
¿Por qué un libro que defiende la «sumisión» de las esposas se convierte en un bestseller en Italia?
Costanza Miriano
Actualizado 20 marzo 2012  
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Isabel Molina / Revista Misión / ReL   
 Un joven padre sacrificó su propia vida para salvar a su esposa embarazada
La controvertida frase de san Pablo a los Efesios, “Esposas, estad sujetas a vuestros maridos”, fue la inspiración de un best-seller italiano en el 2011: Sposati e sii sottomessa: Pratica estrema per donne senza paura (Vallecchi): Casada y sumisa: práctica extrema para mujeres sin miedo. Costanza Miriano, su autora, está convencida de que muchos conflictos matrimoniales podrían resolverse si la mujer entiende su verdadero talento como esposa y madre: la sumisión del servicio. Los ejemplares de su libro pasan de mano en mano entre muchas italianas.

La editorial Nuevo Inicio, presidida por el Arzobispo de Granada, Javier Martinez, ha editado el libro en España con el título: ´Cásate y sé sumisa´ de la autora italiana Costanza Miriano. 

La editorial Nuevo Inicio es una iniciativa del arzobispo de Granada y «de unos fieles cristianos de la misión de la Iglesia», como «parte de su responsabilidad en relación con la dignidad cultural de la fe», según detalla en su página web.

«Cásate y sé sumisa», la novedad de la editorial, inaugura una colección sobre la vida experimentada a través de los ojos de la mujer y desde la fe cristiana, según detalla el Arzobispado de Granada.

Otro de los libros que Nuevo Inicio ha publicado de la autora italiana es el titulado: Cásate y da la vida por ella. Este segundo libro de Costanza Miriano, sutilmente polémico, intenta de nuevo ser una ayuda para la salud del hombre y la mujer que viven juntos.

Le corresponde a la mujer llevar al hombre al encuentro de su virilidad, de su paternidad y del ejercicio de la autoridad. Este papel del hombre, digámoslo así, anda un poco extraviado. Por eso, nos topamos demasiadas veces con varones que viven desorientados en su propia casa, que están poco preparados para manejar las situaciones más delicadas y salvaguardar el equilibrio de la familia.

A los defectos de los hombres corresponden a menudo defectos de las mujeres: se alimentan recíprocamente. Y esta perversa complicidad se puede romper con una pizca de sabiduría y de experiencia y con mucha ironía. Apoyada en su profundas convicciones católicas, revisitadas con un espíritu muy de hoy y expuestas con un estilo brillante, la autora nos enseña a redescubrir el significado — y la valentía — del hombre y la mujer que viven juntos.

Entrevistamos a su autora Costanza Miriano:

- ¿Qué inspiró su libro?
- Fue una casualidad. Pasaba muchas horas en el teléfono, intentando convencer a una amiga de que se casara. Cuando le conté la historia de mi amiga a un colega, le expliqué que las expectativas de mi amiga sobre el matrimonio eran irreales; en muchos aspectos, era el novio quien tenía la razón. Veía que ellos podían ser felices juntos, pero no se decidían a comenzar esa felicidad por culpa de las ideas erradas que hoy tenemos sobre el amor y el matrimonio. Le dije también que la mujer tiene que ser capaz de mediar, de unir, en vez de dividir. A él le llamaron la atención mis ideas y me puso en contacto con la editorial.

- ¿Por qué cuesta hoy ese rol de unir?
- La mujer ha luchado tanto por la emancipación que, de paso, ha perdido un poco su identidad profunda, ese ‘genio femenino’, como lo llamaba Wojtyla en la encíclica Mulieris dignitatem.

- Hablar de ser ‘sumisas’ es muy osado. ¿Por qué eligió esta palabra?
- Yo no la elegí. Lo tomé de la carta de san Pablo a los Efesios. Parece una palabra ofensiva para nosotras, las mujeres de hoy, que no queremos renunciar a la lógica del poder. Sin embargo, la sumisión indica otra lógica: la del servicio recíproco, que es el servicio al que está llamada la mujer.

- Entonces, ¿el hombre domina?
El hombre está llamado a servir de una manera diferente: debe estar “listo a morir por su esposa, como Cristo murió por la Iglesia”. Su papel no es más fácil que el nuestro.

- ¿Qué significa ser sumisas?
- San Pablo nos recuerda que a las mujeres nos gusta controlarlo todo, decir la última palabra, manipular por detrás. Ser sumisas significa, literalmente, estar por debajo para ser el apoyo de todos los miembros de la familia, para acompañar a los más débiles. Es una cualidad propiamente femenina, a pesar de lo que diga la revolución feminista.

- ¿Puede ser feliz una mujer sumisa?
- Es nuestro verdadero talento. Podemos trabajar y tener mucho más éxito, pero lo que mejor sabemos hacer, y lo que responde a los deseos más profundos de nuestro corazón, es esa capacidad de servir y unir a las personas. El amor de la mujer es más altruista y lleva al hombre a “salir” de sí, mientras que la mujer recibe (la relación física es una representación de lo espiritual). Los hombres y las mujeres necesitan recuperar esos talentos específicos pues se complementan entre sí.

- ¿Cómo es una buena esposa?
- Una buena esposa sabe acoger con dulzura y paciencia. Mira a su marido desde un punto de vista positivo y acepta como bueno lo que viene de él. Pospone la confrontación: controla sus emociones y espera. Y nunca, jamás, contradice al padre delante de los hijos.

- ¿Se puede aprender a ser así?
- Tenemos un modelo: la Señora de la Medalla Milagrosa, con las manos y los brazos abiertos para recibir lo que le llega. Y debajo de sus pies, la serpiente –que es nuestra lengua– siempre dispuesta a criticar, a ver lo malo, a hacer hincapié en lo que falta.

- ¿Qué le aconsejaría a una joven para tener un matrimonio más pleno?
- Muchas jóvenes están decepcionadas porque hoy tenemos muchas exigencias del matrimonio. Anteriormente, el matrimonio era un medio para encontrar una casa; ahora queremos ser felices. Esto es razonable, pero debemos aceptar nuestras limitaciones y las del otro. El amor no es un sentimiento, es una decisión. Nos adherimos libremente, con toda nuestra voluntad, a elegir a una persona de por vida. Habrá momentos aburridos, pero tenemos que entrenar los ojos para descubrir la belleza inimaginable de la vida cotidiana. Quien salta de una historia a otra y no tiene el coraje de subir las cuestas, no puede ni soñar lo que es posible.

- ¿Cuál es el principal reto que presenta el matrimonio en la actualidad?
- Dios ha desaparecido del horizonte y sin Dios, es imposible pensar en algo que sea para siempre. Anteriormente primaban las tradiciones y la gente se mantenía firme. Hoy, la idea de ser infiel, de seguir nuestros instintos, es el aire que respiramos. Hay como una conspiración en contra de la familia y solo la Iglesia da la batalla cultural por nosotros.

- ¿Qué cambio está provocando su libro entre las mujeres italianas?
- He recibido cartas de mujeres que dicen que les ayudó a cambiar su vida matrimonial. Muchas me agradecen porque han aprendido a querer mejor a sus maridos; algunas han decidido casarse; otras, han superado una crisis; y muchas católicas dicen que ciertas cosas no se escuchan ya en círculos religiosos, mientras que mi visión, la de San Pablo, es la que responde a los deseos profundos de sus corazones.

¿Está preparando otro libro?
Sí, estoy analizando la siguiente frase de san Pablo a los Efesios: “Maridos, estad dispuesto a morir por vuestras esposas...”. Si la mujer tiende a controlarlo todo, el hombre tiende al egoísmo. Por eso su llamada es la del heroísmo. El próximo libro es para ellos.

 FICHA TÉCNICA  COMPRA ONLINE
Título: Cásate y sé sumisa Nuevo Inicio
Autor: Constanza Miriano  
Editorial: Nuevo Inicio  
Páginas: 214 páginas  
Precio 16 euros