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martes, noviembre 26, 2013

Siria, genocidio fanático

Gracias a los medios de información católicos es posible saber que las potencias occidentales anticristianas apoyan y financian el genocidio que tiene lugar en Siria. Esto no es cuestión de divisiones partidistas, sino de hechos comprobados imparcialmente.

Leed.


11/23/2013 

Siria; esa monja no debe hablar...

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Fieles rezando con Francisco por la paz en Siria
Fieles rezando con Francisco por la paz en Siria

El caso de sor Agnes-Mariam, que denuncia la cobertura a nivel internacional del «genocidio sirio»

Marco Tosatti Ciudad del Vaticano
Este es solo un episodio, pero indica el nivel de la violencia y la manipulación que en el Occidente (Estados Unidos y Gran Bretaña particularmente) rodea lo que está sucediendo en Siria. Vive allí una monja desde hace veinte años. Se llama sor Agnes-Mariam de la Croix y creó un movimiento llamado “Mussahala” (Reconciliación), que exige el fin de la guerra y que las diferentes partes en conflicto se sienten a negociar. Gracias a ella surgieron algunas noticias que habían quedado escondidas o que habían sido descuidadas por los grandes medios de comunicación. Durante esta guerra sucia ha sido una voz para las personas que no la tienen: las personas comunes, las víctimas de siempre de todas las guerras.


Sus actividades, pues, han llevado a poner en tela de juicio la interpretación dominante de esta guerra. Si, por una parte está Bashar al-Assad (exponente de un régimen dictatorial y represivo), por otra no hay ninguno de los paladines de la democracia y de los derechos que dicen Gran Bretaña y Estados Unidos, sino un ejército compuesto casi completamente por mercenarios islamistas financiados por Arabia Saudita (régimen claramente democrático...) y Qatar; y por “halcones” occidentales. Los “rebeldes” se han mostrado mucho más crueles que el ejército sirio. «En Siria todos están en peligro –declaró hace dos meses sor Agnes-Mariam la Croix. Ha habido casos de líderes religiosos musulmanes secuestrados y decapitados. Fueron humillados y torturados. Los ismaelitas, los drusos, los cristianos, gente de la sociedad siria son asesinados en masa. Quiero decir que si estos carniceros no contaran con el apoyo internacional, nadie habría tenido el valor de atravesar esa línea. Pero hoy, desgraciadamente, la violación de los derechos humanos y el genocidio en Siria son ocultados a nivel internacional».


Después de esas declaraciones, los hechos (como la masacre de Sadad y otros que ha admitido públicamente Human Rights Watch) confirmaron la veracidad de las palabras de la religiosa. Pero todo esto va en contra de las fanfarrias de guerra que tocan algunos gobiernos  occidentales, a las que los medios de información, sobre todo anglosajones, se han adecuado voluntariamente, tal y como hicieron durante la guerra en Irak. La de sor Agnes-Mariam de La Croix es una voz incómoda desde hace tiempo. Y la gente comienza a preguntarse por qué el propio país apoya, arma y financia a la gente que bombardea, viola y casacra a civiles inocentes bajo la bandera de la “liberación”.



Y así, cuando se supo que la religiosa recibió una invitación para hablar en la conferencia internacional “Stop the War”, que se llevará a cabo en Londres el prócimo 30 de noviembre, se desencadenó en su contra una campaña difamatoria por la red. «La monja preferida de Assad», una «ferviente defensora de Assad». Así definieron por internet a la monja, no los fundamentalistas islámicos, sino los “halcones” de la liberal Gran Bretaña. Y al mismo y tiempo comenzaron las presiones en contra de los demás oradores. Dos de ellos, Owen Jones y Jeremy Scahill, recibieron avalancas de mensajes vía Twitter para que se negaran a sentarse al lado de sor Agnes-Mariam. Ambos escritores y periodistas, cedieron a las presiones. La religiosa respondió con una carta llena de dignidad para cancelar su presencia en la Conferencia. Escribió: «Algunos podrían pensar que sería injusto que yo hablara en la conferencia. Otros, que sería injusto si no participara. Pero, puesto que mi participación puede ser usada por algunos en contra de los esfuerzos para llegar a la paz, la no violencia y la reconciliación, creo que es mejor que retire mi participación». Una carta llena de dignidad, que debería llenar de vergüenza a los organizadores de la campaña difamatoria en su contra, a los que cedieron a las presiones y a los que creen que la libertad de opinión es real en ciertos países y sobre ciertos argumentos.




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