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jueves, octubre 23, 2008

El dolor de la calumnia

El Diario La Segunda de ayer, en una entrevista de hace dos semanas atrás, publica falsamente que Rodolfo Terrazas, candidato a alcalde por Vitacura, es partidario de distribuir la píldora del día después en el consultorio municipal.
Yo lo conozco y sé que es falso. Él me ha comunicado que, ante la pregunta, fue categórico en señalar que no lo haría. AHora estima que. aunque la periodista lo ha llamado para pedir todo tipo de excusas, es posible que haya un daño electoral.
Me dice que el juego sucio divulga que él es partidario de distribuir la píldora. Se desmiente en el mismo Diario y con los mismos caracteres.
Yo espero que Rodolfo triunfe en las próximas elecciones. A pesar de las maniobras desesperadas de último minuto de sus adversarios.

domingo, octubre 19, 2008

Ambiciones grandes, audacia pequeña


El resumen de la campaña electoral para las elecciones de alcaldes y concejales en Chile viene a ser el de siempre: se despolitiza ante las masas; se interpreta políticamente ante las élites.

La coalición de izquierda que nos gobierna puede, así, conservar, conservar, conservar por inercia sus bastiones de poder, la mayoría de sus municipios, a fuerza de ocultar casi por entero los vínculos ideológicos y simbólicos entre lo local y lo nacional. Reitero: no en la realidad de las cosas, sino en la imaginación, en la visión grandiosa que se despliega ante las masas, que viven y lloran y mueren manipuladas desde y para siempre.

La ambiciosa arremetida desde la Alianza por Chile, la derecha, a su turno, intenta crecer más allá de las orillas de su propio mar, de su bañera mejor dicho, eternamente minoritaria, encerrada en el autoengaño perpetuo típico de las oligarquías burguesas. A lo más que se atreven es a usar las imágenes de sus grandes líderes para identificar con alguna marca a esos candidatos pequeños, que casi nadie conoce. Así se repite por todas partes la foto de los alcaldes de derecha, ya conocidos y bien probados y votados, junto a los nuevos políticos, que entran recién, animosos, a la arena. Se reproduce, sobre todo, la imagen de Sebastián Piñera, de Pablo Longueira, de gente así de famosa en la derecha o de centro-derecha, como suelen decir con vergüenza de ser lo que la geometría los condena a ser: ¡de derechas! No se atreven, en cambio, a politizar del todo la campaña: siempre va por delante en cálculo milimétrico, la percepción chata de los expertos en mercadeo y en propaganda, es decir, de los que han perdido siempre.

El truco es muy sencillo. Durante la campaña, se apela a los intereses cotidianos de los votantes, que son, a su vez, una exigua minoría de los ciudadanos. Se borran las diferencias ideológicas, para mover los resortes de la imaginación y del sentimiento, de la simpatía. Así parece como que no está en juego la lucha sin cuartel entre los que ya son dueños del poder, unos de algo más que los otros pero todos nerviosos por no perder el que ya tienen. Así parece como que las ideologías no importan, sino las realizaciones objetivas, materiales, mensurables. Así se difunde esa sensación realmente asquerosa de que es de mal gusto adherir a una persona por lo que piensa, es decir, por sus principios políticos. Mas llegará la emocionante jornada cívica, es decir, el rito de la minoría democrática inscrita en los registros electorales para decidir, democráticamente, el destino de la mayoría amorfa y desinteresada de sus conciudadanos. Y, a la sombra de la noche, con los primeros cómputos, todos sin excepción se quitarán esa máscara apolítica, mentirosamente abierta, y comenzarán a defender que ha ganado su respectiva ideología, su grupúsculo, su exitosa coalición de gobierno o de oposición.

El rito es siempre el mismo. Los bufones del régimen, que por algo dominan el aparato comunicador del Estado, explicarán, como profesores de kindergarten, lo que ya sabemos: que ellos son mayoría; que los votos totales, el número de alcaldes, la caterva de concejales, siguen siendo superiores a los de la derecha (así: “la derecha”, nada de usar el nombre de la Alianza por Chile, nada de dignificar al enemigo). Muy pocos advertirán que ese éxito prueba una sola cosa: más poder manipulador, máxima sagacidad para ocultar los lazos entre la corrupción central, que crece de manera incontrolada, y el pequeño pillaje local, que a nadie le importa demasiado. (Una encuesta reciente advierte que los electores esperan de sus alcaldes electos, por sobre todas las cosas, que sean honestos; se trata de un deseo que pone el dedo en la llaga, pero nadie está dispuesto a pintarse la cara de otro color político solamente porque el cacique está robando: la corrupción no le importa a nadie). Y la Alianza por Chile hará un ejercicio parecido, como minoría que avanza. Mostrará que se acorta la brecha entre las dos coaliciones, que ya no queda casi nada para que los indecisos y los indignados (muchos y pocos, respectivamente) le den la patada de despedida al régimen de la Concertación de Partidos por el Poder.

Nada de esto, sin embargo, será suficiente para liberarnos de tanta impericia en La Moneda, salvo que la crisis financiera, que recién comienza, cause estragos durante el 2009 a los bolsillos de quienes votan.

La razón es muy sencilla: a Sebastián Piñera y a los suyos les sobra ambición y les falta audacia. Sí, estimados lectores, por desgracia es un hecho que el candidato de derecha se mueve como conteniendo la respiración y chorreando saliva ante la vista del poder, que, como un suculento helado, se derrite ante su boca. La ambición es, por ahora, más visible que su capacidad para gobernar, de la que yo jamás he dudado ni un minuto; es más notoria que el respaldo de los equipos técnicos, intelectuales, profesionales, políticos, sociales, deportivos, culturales, con que cuenta la Alianza por Chile: por cada funcionario de la Concertación, la Alianza puede nombrar cuatro o cinco igualmente capaces, pero no se notan. Y el pueblo que vota necesita ver algo más que la gran ambición de un hombre inmensamente rico: necesita mística, sentido de misión, indignación moral, optimismo, sueños de un futuro mejor, ansias de desarmar la máquina de poder que se nos ha enquistado en la carne misma de la administración pública. Mostrar todo eso era una exigencia de una campaña municipal concebida como un peldaño de la escalera hacia La Moneda. Pero faltó audacia. Se insistió en trabajar con una politización mediana, bajo el pretexto de que a la gente no le gustan las peleas políticas.

¡Qué detalle! Porque solamente tras una buena refriega lograremos que nuestros amigos de la izquierda suelten la ubre del Estado. Y había que azuzar a los electores, sin pensar que los inscritos, que van ritualmente a votar, son apolíticos. Faltó audacia.

Mi candidato en Vitacura

Vota por Rodolfo Terrazas en Vitacura. Yo no puedo porque voto en Las Condes y, además, mis candidatos siempre pierden. Pero supongo que Cristián Warnken podrá influir en más gente que un comentador como yo. Mirad qué buena cosa:



viernes, octubre 03, 2008

Dell demasiado barato: no comprar

Nos informan que otra vez se ofrece un pc Dell por poca plata. Algunos sospechan que es una maniobra publicitaria, pues su nombre aparecerá de nuevo por todas partes. Mas creo que aparecerá como chapucero.

Hagamos un experimento. Llamemos a no comprar nada de Dell por un año, hasta que se pongan serios. A ver si era publicidad.

jueves, octubre 02, 2008

Especial 80 años Opus Dei

Increíble video en EmolTV. Lo recomiendo vivamente: