El aborto: desafío a Eduardo Frei Ruiz-Tagle
Desafío al candidato Eduardo Frei Ruiz-Tagle a debatir públicamente —por televisión— un asunto íntimamente relacionados con su campaña presidencial: ¿qué debemos hacer en Chile respecto del crimen abominable del aborto? Y también: ¿qué pensar de un cristiano que instrumentaliza este doloroso tema con fines de poder?
No, no os preocupéis: apuesto a que no habrá debate, porque Eduardo Frei Ruiz-Tagle no está realmente dispuesto a debatir. Me encantaría desenmascarar a Eduardo Frei Ruiz-Tagle en persona, pero sé que no querrá debatir conmigo.
Y entonces, más allá de las máscaras, emerge la indecencia que significa su intento de engañarnos con pseudo-debates sobre el aborto y sobre otros temas morales.
Entiéndanme bien. Yo no soy de esos que se retacan de un auténtico debate, abierto y respetuoso y sincero. Todavía más: en el tema del aborto —como en el de cualquier crimen contra la Humanidad— no solamente hemos de estar dispuestos a debatir, cuando la situación lo amerite, sino también a perorar —sin debate: exponer, informar, denunciar— y a marchar y a gritar y a rezar frente a las sedes abortistas y aborteras. Hemos de querer movilizar todas las fuerzas sociales, con todos los medios lícitos, a favor de las vidas humanas indefensas, criminalmente tronchadas en sus inicios, con la complicidad de algunos políticos frívolos, dispuestos a vender su alma.
Y esto nos trae a nuestro tema. Eduardo Frei Ruiz-Tagle está tratando de engañar al público con sus expresiones desesperadas a favor de este debate. Es mentira, señores, y no podemos entrar a debatir el tema del aborto, o cualquiera otro, cuando vemos claramente que el candidato demócrata y anticristiano simplemente quiere instrumentalizarlo con fines de poder.
Eduardo Frei Ruiz-Tagle quiere estar a bien con Dios y con el diablo: quiere poner estas controversias fuertes en el tapete, diciendo que solamente le interesa debatirlos, para así congraciarse con los abortistas de su coalición; y a la vez quiere que los ingenuos, los bobalicones de siempre, lo sigan considerando un buen cristiano y un señor pro-vida. El señor candidato no dispara a tontas y a locas, sino que sigue la estrategia clásica de los que van perdiendo en la carrera por el poder: apostar fuerte, casi al todo o nada, para ganar una posición de liderazgo en la arena pública y en los medios de comunicación de masas.
El truco es viejo. A los ciudadanos conscientes y activos, Eduardo Frei Ruiz-Tagle no nos va a engañar. Nos basta comparar su estrategia en la primera elección, que ganó holgadamente, con la de ahora. Antes, le bastaba medrar con el apellido de su padre (quiera Dios que ahora no intente hacerlo con sus cenizas): callar, sonreír, abstenerse de meter las patas. Ahora, en cambio, necesita hablar, aullar, y venderle su alma al demonio. Sí, porque, si él es pro-vida, como dice —yo no le creo—, estaría dispuesto, como todos los militantes de este movimiento mundial por la dignidad humana, a debatir sobre el aborto . . . ¡para reprimirlo, para combatirlo, para disminuir su cantidad, y no para ver si se legaliza o no!
Sí, señores, porque si Eduardo Frei Ruiz-Tagle fuera pro-vida —yo no lo creo, y no creo que ningún pro-vida del mundo pueda creerlo, salvo los bobalicones de siempre—, estaría pronto a debatir sobre el aborto en un foro, para defender aun con más fuerza a los no nacidos; pero no daría ningún paso en un programa de gobierno, ni en el Congreso, que nos acercara a desproteger la vida de los niños indefensos. No sería su prioridad discutir este asunto específico, aunque sí otros proyectos de ley, como, por ejemplo, uno que castigue el aborto como cualquier otro homicidio con premeditación y alevosía. Un defensor de la vida humana discutiría este asunto cruel en el Congreso solamente si otros tuvieran la fuerza política de llevar el tema adelante, pero no como una iniciativa suya, que eso es vender el alma por un puñado de votos.
En el terreno de la política de corto plazo, es de esperar que los actores pro-vida no dejen pasar esta gran oportunidad. El pueblo chileno no es abortista. El debate público, que no admite matices, debería llenarse ahora de mensajes claros: “Si Usted vota por Frei, promueve el aborto”. Punto final.
Una autoridad religiosa nos llama a no banalizar el debate sobre el aborto y a promover el diálogo en la sociedad pluralista. Me parece bien. Una forma de banalizar este asunto es dialogar como si fuera un tema cualquiera, como la AFP estatal o la salud gratuita, sobre los que Eduardo Frei Ruiz-Tagle se niega a debatir: los descarta como simples “ofertones”.
Y complicidad con la banalidad del mal sería entornar los ojos y debatir sin desenmascarar a quien instrumentaliza impunemente la sangre y la memoria de tantos millones de muertos.