Hoy leí una carta extraña. Era de un conocido Doctor y profesor de Derecho Administrativo de mi Facultad que, airado, llamaba la atención sobre la falta de transparencia y seriedad del Programa de doctorado en Derecho de la Universidad de Chile.
Y aunque su carta me llegó a propósito de escopeta, alimentó mi interés en investigar de que iba aquello, con resultados tan sorprendentes como ingratos.
SOBRE LOS DOCTORES
Tal vez debería partir diciéndoles que el grado académico de Doctor es el más alto al que se puede aspirar en la vida, y lo conceden las Universidades a quienes han realizado un aporte original y significativo a las ciencias, las humanidades y/o las artes, contribuyendo a la perennidad de la cultura.
Pero por esas mismas razones, el proceso de formación de un Doctor es muy delicado, en que las resultas son tan importantes como los métodos a través de los cuales se arribó a ellas.
La culminación de todo el proceso de formación desemboca en un texto preparado por el candidato a Doctor, su tesis, la cual contiene las metodologías, investigaciones y razonamientos que sustentan su aporte a la humanidad, así como la explicación detallada de las propuestas del tesista.
Pero lo anterior no basta: esa tesis debe ser evaluada y validada por los únicos que están calificados para tal labor: otros Doctores, más aún si conocen de áreas afines o colindantes con las temáticas de la tesis y es la razón de porqué en los tribunales de tesis de doctorado suelen haber Doctores traídos especialmente de otros lugares del país o del planeta en razón de sus particulares conocimientos.
Y esto funciona, grosso modo, de forma similar en todo el sistema universitario mundial, pero no en una Facultad en que se han torcido las reglas ya sea por contiendas de poder mal entendidas o por otras sinrazones: la mía, como demuestro a mi pesar en las próximas líneas.
EN EL CLAUSTRO DEL DOCTORADO NO TODOS SON DOCTORES
Partí mi investigación examinando la nómina de los integrantes del claustro académico, lo que me llevó a constatar con asombro que aproximadamente el 30% de los integrantes del claustro del doctorado no son Doctores, es decir que no tiene la cualificación necesaria para orientar a otros por caminos que nunca han recorrido por si mismos; esto tiene su veta cómica si pensamos que en el fondo están contribuyendo a la creación de jarrones personas que no son alfareros y que nunca han conocido la arcilla.
Por supuesto que muchas de ellas son profesores destacados, autores de libros y manuales e incluso profesionales exitosos, de esos que aparecen de cuando en cuando en televisión dando declaraciones en casos importantes.
Pero siendo sinceros, ello no los habilita ni para sostener un diálogo de igual a igual con miembros de la comunidad académica internacional, y mucho menos para formar Doctores.
LAS TESIS SON SECRETAS
Cuando traté de saber dónde estaban físicamente las tesis terminadas (pero pendientes de examen), me llevé una de las sorpresas más desagradables, pues verifiqué que en mi Escuela las tesis de doctorado SON SECRETAS, por lo que nadie sobre el planeta, salvo los miembros del tribunal de tesis, pueden llegar a conocer el texto de la tesis cuando está pendiente su evaluación.
Académicamente esto es monstruoso, pues usualmente la existencia de una tesis en estado de ser evaluada es un hecho que se publicita y en ese mismo acto se pone a disposición por un tiempo razonable de todos los Doctores, de cualquier Universidad, que quieran revisarla, con miras a que puedan formularse observaciones a su originalidad y al valor del aporte que hace el tesista.
De hecho, si nadie ha formulado cuestionamientos por escrito, en el examen mismo se da la palabra a los Doctores presentes por si tuvieran algo que comunicar al tribunal, porque se trata de proceso abiertos y transparentes en que lo que se pretende es garantizar la perennidad de la cultura jurídica.
Pero no es esta la lógica del doctorado en Derecho de la Chile: más bien pareciera que queremos tomar el mundo por sorpresa, y para ello es indispensable que nadie pueda examinar ni cuestionar lo que, precisamente, no le daremos la oportunidad de conocer.
EN EL TRIBUNAL NO TODOS SON DOCTORES
Consulté a un par de personas sobre quiénes integraban el tribunal de tesis, y ellas me dijeron con un brillo peculiar en los ojos que era parte del mismo el Decano de la Facultad, lo que es particularmente curioso si consideramos que es un hombre con muchos méritos, pero que sólo es Licenciado al igual que sus antecesores en el cargo.
Y es más, no sólo integra el tribunal sino que lo preside y se permite juzgar al candidato a Doctor, cuando no tiene la cualificación académica necesaria para ello, pues el cargo da potestas, pero no auctoritas.
Usualmente a los Decanos sí les corresponde un papel, el de garante del proceso, y en ese rol es que, por ejemplo he visto en España que en el examen se sienta detrás del candidato, teniendo a su lado al profesor guía de la tesis, que está allí para respaldar a su pupilo. Uno respalda, el otro garantiza, y el tribunal de Doctores es el que juzga.
Lo que me lleva a otra cosa, como es que existe…
UN TRIBUNAL NO DEL TODO IMPARCIAL
Por cuestiones reglamentarias en mi Facultad integra por derecho propio el tribunal de doctorado una persona a la cual no le es exigible imparcialidad alguna, pues su propia labor eventualmente también estará en cuestión: el director o guía de la misma tesis que se está juzgando.
¿Qué imparcialidad tiene este actor para juzgar un texto en el cual también ha participado como guía, y donde hasta su nombre está en la portada?.
Ninguna.
Las falencias de que adolezca la tesis al final del día también pueden ser su propio descrédito y, por ende, no es libre para evaluarla con independencia y/o formular juicios conforme a méritos.
Por ello normalmente los profesores guías no integran los tribunales, sino que respaldan al candidato a Doctor. Es por eso también que en algunas Universidades, durante el examen de la tesis, se sientan simbólicamente detrás de su pupilo, junto al garante, el Decano.
Puede presentar al candidato y ser oído en momentos críticos, pero no delibera y, por supuesto, no vota.
Salvo en mi Facultad.
DOCTORADO E INCESTO INTELECTUAL
Cuando creí que había averiguado todo lo relevante y redactaba ya lo que están leyendo, miré despreocupadamente unas fotografías de los estudiantes del Programa que posaban para un evento social y noté que varios de ellos me parecían conocidos.
Me detuve con más atención y constate con estupor que algunos eran profesores de la propia Facultad, lo que implica que hemos incurrido en una práctica proscrita, como es el incesto o endogamia académica, que se puede explicar con un ejemplo sencillo: un estudiante cursa sus estudios de pregrado en la Universidad de Chile, donde son sus profesores determinadas personas, luego se suma al cuerpo académicos pasando a ser colega de sus antiguos profesores, y más tarde se suma al Programa de doctorado donde sus colegas lo “forman” para al final, en una ceremonia muy emotiva, abrazarlo y ungirlo como Doctor. Y probablemente, con posterioridad lo introducen en el claustro académico del Doctorado (¡de hecho ya sucedió!), retroalimentándose con su propia sangre.
Incesto. Una mala práctica desincentivada a lo largo y ancho del mundo.
En la Escuela de Ingeniería, por ejemplo, si no pueden mandar a un académico a doctorarse al extranjero, con el dolor del alma lo mandan a su competencia directa, la Universidad Católica, porque si se doctora en la misma Universidad de Chile tendrá que renunciar a ser profesor.
Y es lógico que sea así, pues de lo contrario no generas Doctores, sino que clones nacidos por una partenogénesis viciada que atenta contra el propio concepto de Universidad, no sólo porque elimina la diversidad, la pluralidad y el enriquecimiento propio del tránsito de ideas, sino que incluso quita posibilididades de contacto, diálogo y colaboración con la comunidad académica nacional e internacional.
A MODO DE CONCLUSIÓN
¡El horror, el horror!, escribía Conrad en El Corazón de las Tinieblas.
Tristemente mi opinión no dista mucho de ello, sobre todo porque muchas veces las cosas funcionan con lógica de ghetto o hacienda patronal, esto es con decisiones vedadas al escrutinio público e impermeables a la crítica, lo que conduce a la eternización de lo que mal funciona.
La Facultad de Derecho de la Universidad de Chile ya ha caído del primer lugar en los rankings nacionales de calidad de educación, y cuestiones como el funcionamiento de nuestro Programa de doctorado no contribuyen a mejorar, sino que todo lo contrario.
Así que, salvo medidas urgentes que no veo venir, tenemos garantizado el descrédito por bastante tiempo.
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