Sobre aborto y misericordia: el Papa incomprendido
Les dejo otra carta en El Mercurio. No lo puse ahí, pero la mentira abortista ya hace casi presumir la mala fe.
Leed.
Cartas El MercurioMartes 22 de noviembre de 2016Aborto: perdonar sin legalizar
Señor Director:
La señora Claudia Dides, directora de la organización proaborto Miles, confunde a la opinión pública cuando afirma que la ampliación de la autorización para absolver el pecado de aborto, concedida por el Papa Francisco a todos los sacerdotes, equivale a despenalizar ese crimen horrendo. Según ella, "el Papa (...) dice que hay que perdonar a las que aborten, que no es un pecado". Por el contrario, el Papa intenta facilitar al máximo el arrepentimiento y el retorno a Dios y a la Iglesia de quienes han incurrido en este pecado, porque la misericordia de Dios es más grande que cualquier error, falta, pecado o malicia nuestra.
Enfatizando la misericordia, dice el Papa, "para que ningún obstáculo se interponga entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios, de ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto" (Francisco, Carta Apostólica "Misericordia et misera", n. 12).
El Papa Francisco, que se ha deslomado por llevar el bálsamo de la misericordia a todos los rincones y a todas las situaciones humanas, ha vuelto a poner en el centro de esa misión, como uno de sus medios esenciales, el Sacramento de la Reconciliación, "el ministerio de la Confesión, que es una verdadera misión sacerdotal" (ibid., n. 11). Esto no significa disminuir la conciencia sobre la gravedad del pecado, sino, por el contrario, aumentar la esperanza de quien se arrepiente. Por eso, y quizás también para evitar el uso malicioso aunque esperable de sus palabras, el Romano Pontífice añade enseguida: "Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre. Por tanto, que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial" (ibid., n. 12).
Cristóbal Orrego Sánchez
Profesor de Derecho UC
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