Adiós, Pekín
En medio de la euforia olímpica, me preguntan si estos juegos le harán bien a China. Pienso que sí, porque todo lo grande puede llevar el pensamiento hacia lo más alto: la dignidad de cada persona, lo buenos que son los niños, la existencia de Dios por encima del culto a los hombres y a sus marcas mundiales y a sus músculos y potencias.
La duda es si el silencio de casi todos acerca de las injusticias del régimen chino, especialmente llamativo en quienes se escandalizan por el imperialismo yanqui, nos hará bien a quienes vivimos en el mundo libre.
Por si acaso, hago votos por una transición en China, desde la dictadura del proletariado hacia un régimen justo, ordenado y libre.
Salud.
Los juegos olímpicos me han sorprendido muy gratamente, ya sea por la enorme diversidad de disciplinas deportivas, por la bella conjunción intercultural que se vive en el ambiente, y por cómo se ven reunidas las gentes de todas partes... Todo esto, sin embargo, parece insuficiente para vivificar el valor de la vida humana, presente en modos tan diversos como los que vimos...
ResponderBorrarTú muy bien lo has dicho, al parecer los chinos ya habrían superado todas las marcas "mundiales"...Pero me pregunto,
¿y cuándo se harán cargo de las marcas personales?
Vaya, el único lugar donde existe algo así es en los países nórdicos...
ResponderBorrarSupongo que a eso se refiere con un régimen justo, ordenado y libre...y no a Estados Unidos donde cuarenta y siete millones de habitantes no tienen ninguna cobertura sanitaria y la imposibilidad de pagar las facturas médicas es la primera causa de bancarrota de las familias estadounidenses.
Estimado Jorge: Me imagino que los países nórdicos están abriendo sus puertas para recibir a esos 47 millones de humillados y ofendidos, que malviven en Estados Unidos; mientras tanto, los pobres votan con los pies, y siguen entrando a Estados Unidos. Tema complejo, pero más vale enfrentarlo sin resentimiento hacia un país que da tantas oportunidades a tanta gente.
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