¡Sí a la droga en el Congreso!
Hace algunos años casi linchan a un congresista por denunciar, sin poder probar, que algunos consumían droga en el Congreso Nacional. Ahora lo reconoce abiertamente un honorable, para defender que se legalice. De inmediato se nos divide nuestro pobre Chile entre los que quieren que se prohíba totalmente y los libertinos que la quieren toda libre y financiada por el Estado. Que el papá Estado la pague, con moderación, solamente en el caso de los tratamientos rehabilitadores, por cierto: porque se dice que el drogarse es un asunto estrictamente individual, que no puede prohibirse si no daña a terceros, y otras lindezas de esa laya, hasta que se trata de rehabilitar, de sanar, de ser solidarios y compasivos, entonces ya desaparece el liberalismo y quieren socialismo. Es lo de siempre: liberales para gozar; socialistas para pagar las cuentas.
En fin, pero en este caso reconozco que he estado equivocado todos estos años, al creer que los parlamentarios chilenos no debían consumir drogas. Ahora quisiera matizar las cosas.
En realidad, se les debería dar permiso. Cabe suponer que los mejores no la consumirían, y harían mejor su trabajo sin ella, y se fortalecería su voluntad en la tolerancia del mal vecino; y los peores, los más izquierdistas y los más liberales, cabe esperar y rogar al Cielo que sí la consuman, y también mejorarían su abnegada dedicación al bien público. Un izquierdista drogado es, por definición, mejor para la patria que un izquierdista lúcido.
Se me dirá que una sola alma vale la pena el sacrificio de prohibir la marihuana a todos. Respondo que, aunque siempre he reconocido que los hombres corrompidos tienen alma, el bien común está por encima del bien particular, y ellos necesitan de altos vuelos para olvidar sus ideas cuando legislan.
Mi solución es salomónica: mitad y mitad. Que la derecha sana no fume, que los liberales de derecha fumen todo lo que puedan, y que los izquierdistas, a ver si se les pasa el odio, se inyecten heroína a diario, y voten con el piloto automático. Mientras menos piensen, mejor para la patria.
De todos modos, la ley no hace falta en este caso. Si alguien no sabía que se drogaban, será del 80% de chilenos que no entienden lo que leen.
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