¿Merecidos aplausos?
Señor Director:
Produce perplejidad, además de una justa indignación, que Gabriela Caviedes y Daniel Mansuy, de la Universidad de los Andes, dictaminen que la última actuación feminista Lastesis ha recibido "merecidos aplausos" y ha sido una "manifestación pacífica". Al parecer, la omisión de "violencia física", la ausencia de bombas molotov, imprime el sello de la paz a una actuación que, en realidad, es un prototipo de violencia simbólica y de amenaza contra la mitad de la humanidad. ¿Qué le pasaría a un hombre que gritara consignas contrarias, de manera pacífica, en respuesta a las feministas? ¿Quién se atreve a hacerlo, sin temor a la "funa pacífica", la "toma pacífica"? ¿Son estas las mismas señoras que dicen que las violenta un piropo, una mirada? ¿Y los varones no podemos sentirnos violentados por sus gritos y sus indecencias públicas?
Produce perplejidad, además de una justa indignación, que Gabriela Caviedes y Daniel Mansuy, de la Universidad de los Andes, dictaminen que la última actuación feminista Lastesis ha recibido "merecidos aplausos" y ha sido una "manifestación pacífica". Al parecer, la omisión de "violencia física", la ausencia de bombas molotov, imprime el sello de la paz a una actuación que, en realidad, es un prototipo de violencia simbólica y de amenaza contra la mitad de la humanidad. ¿Qué le pasaría a un hombre que gritara consignas contrarias, de manera pacífica, en respuesta a las feministas? ¿Quién se atreve a hacerlo, sin temor a la "funa pacífica", la "toma pacífica"? ¿Son estas las mismas señoras que dicen que las violenta un piropo, una mirada? ¿Y los varones no podemos sentirnos violentados por sus gritos y sus indecencias públicas?
El doble
estándar y la violencia verbal de estas mujeres no merecen aplausos, sino una
condena sin remilgos. De la injusticia, del ataque generalizado a los varones
("el violador eres tú"), al Estado ("macho violador") y a
Carabineros de Chile (miserable, realmente, la paráfrasis de "un
amigo/violador en tu camino"), de la victimización unilateral de las
mujeres, de toda esta suma de iniquidad no puede emerger ningún
"proceso... muy sanador".
¡Pobres
mujeres, convertidas en bestias semidesnudas y pintarrajeadas! ¡Qué afrenta a
su humanidad, a su dignidad personal, a su inteligencia emocional!
La injusticia
del feminismo, en síntesis, engendra otras injusticias, discordia, incapacidad
para una adecuada relación entre hombres y mujeres, que supere los abusos de la
revolución sexual, y la mayor de todas: el crimen nefando del aborto, que es la
culminación natural de la ideología feminista.
Las suaves
críticas de Mansuy y Caviedes a Lastesis, además, son irrelevantes para el
nivel de discurso en el que se instala la violencia discursiva feminista. Dicen
que el canto y el eslogan no pueden recoger todas las sutilezas de las obras en
que se basan. ¡Tremendo descubrimiento, señoras! ¿Habrá que abolir todo
discurso político práctico para cuidar las sutilezas académicas? Por lo demás,
en el caso de las ideologías, la verdad desnuda de sus tesis más profundas
suele ser más totalitaria aún que su expresión popular y artística.
Cristóbal
Orrego
Profesor de
Derecho UC
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