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martes, junio 29, 2010

El Papa defiende al Cardenal Sodano

COMUNICADO SOBRE LA AUDIENCIA AL CARDENAL SCHONBORN

CIUDAD DEL VATICANO, 28 JUN 2010 (VIS).-La Oficina de Prensa de la Santa Sede hizo público a primera hora de esta tarde el siguiente comunicado:

"1) El Santo Padre ha recibido hoy en audiencia al cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena y Presidente de la Conferencia Episcopal de Austria. El purpurado había pedido poder informar personalmente al Papa acerca de la situación actual de la Iglesia en Austria. En particular, el cardenal Schönborn ha querido aclarar el significado exacto de sus recientes declaraciones sobre algunos aspectos de la disciplina eclesiástica actual, así como algunos juicios sobre la actitud de la Secretaría de Estado, en particular por el entonces Secretario de Estado del Papa Juan Pablo II, en relación con el fallecido cardenal Hans Hermann Groër, arzobispo de Viena de 1986 a 1995.


2) Posteriormente se ha invitado al encuentro a los cardenales Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio y Tarcisio Bertone, secretario de Estado. En la segunda parte de la audiencia se han aclarado y resuelto algunos equívocos muy difundidos y en parte derivados de algunas expresiones del cardenal Christoph Schönborn, que manifiesta su pesar por las interpretaciones que se han hecho.


En particular: 

a) Se recuerda que en la Iglesia, cuando se trata de acusaciones contra un cardenal, la competencia corresponde exclusivamente al Papa; las otras instancias pueden tener una función de asesoramiento, siempre con el debido respeto por las personas.

b) La palabra "chiacchiericcio" (charloteo) fue interpretada erróneamente como una falta de respeto a las víctimas de abusos sexuales, por las cuales el cardenal Angelo Sodano nutre los mismos sentimientos de compasión y de condena del mal como los expresados en diversas ocasiones por el Santo Padre. Esta palabra, pronunciada al inicio de la Misa de Pascua, se había tomado literalmente de la homilía pontificia del Domingo de Ramos y se refería a la "valentía" que no se deja intimidar por el parloteo de las opiniones dominantes.

3) El Santo Padre, recordando con gran afecto su visita pastoral a Austria, envía por medio del cardenal Christoph Schönborn su saludo y aliento a la Iglesia en Austria y a sus pastores, confiando a la celestial protección de María, tan venerada en Mariazell, el camino de una comunión eclesial renovada". OP/



martes, junio 15, 2010

Por favor, compren mi libro

El cibermendigo les pide que compren su libro, que pensaba estar agotado, pero se encuentra en la Feria Chilena del Libro.

Algunos mal pensados creen que tengo contactos y por eso venden mi libro, tan incorrecto en tantas cosas.

Y bueno, che, tengo contactos. Gracias, contacto, por esto. A ver si se agota pronto.

JA.

Id a: http://www.feriachilenadellibro.cl/index.php/literatura/las-instrucciones-del-microondas.html

domingo, junio 13, 2010

Aquí y en Burundí

Un político chileno dijo alguna vez que cierto movimiento de aguas era un "maremoto" en todas partes: "aquí y en Burundí", dijo, con particular acierto, si tenemos en cuenta que ese país africano no tiene mar, aunque podría tener un "lagomoto" con las aguas del gran lago Tanganica. De todos modos, pienso que los lagos no son capaces de conmover un país pequeño, al menos como lo haría un marepoto (perdón, Sebastián).

La pena es que nuestro cura buena honda (perdonen la falta de ortografía) se nos ha ido a Burundí, lo que resulta una injusticia tremenda. En Chile ya no es posible destruir la fe del pueblo; da igual cuántas tonterías se le añadan; el desastre está consumado a vista y paciencia de quienes deberían haberle puesto remedio. En Burundí, por el contrario, es mucho el daño que se puede hacer todavía. El padrecito debió quedarse en Chile.

Aquí (quiero decir, en Chile) y en Burundí es destruir la unidad de la Iglesia predicar contra lo que ella enseña; dividirla según categorías políticas, que es lo que hizo el desgraciado al pretender que la Iglesia de Santiago se dividiría si tuviera un obispo que trabajó con el gobierno militar (lean esto al revés: la unidad de la Iglesia depende de un consenso de sus fieles, especialmente de sus clérigos, en materia política); reducir la vocación cristiana, ese compromiso total con Jesucristo que no admite separar la moral social de la moral personal, a un mero moralismo sociocultural y sentimental (es curioso que el pobrecillo acuse a esos sacerdotes que difunden la moral completa de obsesionarse con la moral sexual, cuando es él quien impone duramente la ética social —la suya— y se obsesiona con los efluvios de la carne para tragárselos todos sin chistar); poner al Papa Benedicto XVI contra Juan Pablo II, cuando aquél fue elegido precisamente por lo fiel que le fue a éste; y después posar de pobre y humilde, cuando es el halagador de las malas conciencias de la burguesía, que se siente acogida en su vida escandalosa por los buenos sentimientos que genera ayudar a los pobres.

Mas quizás Burundí le haga bien a su alma. Quizás descubra que el condón es, después de todo, el método más rápido de difusión del SIDA en el África, como ha dicho el Papa, y ha confirmado Edward Green, el experto de Harvard en el tema. O quizás no encuentre demasiadas viejas ansiosas de que les diga que lo suyo no es pecado. O quizás termina de convencerse de que un sacerdocio así, contra la Iglesia, no vale la pena, y nos deja a todos en paz, viviendo como un buen señor con una buena señora y hartos negritos frutos del amor. Sería fantástico. El amor siempre es lo mejor para todos. (Algunos pensarán que no es bueno desear que un cura deje de serlo; pero, si no fuera bueno, tampoco sería bueno desearlo en el caso de los curas pedófilos y de otros justamente apartados de su ministerio, aunque quizás tardíamente. Así que con toda claridad de conciencia he llegado a desear que también emprendan otros rumbos quienes destruyen la unidad de la Iglesia desde la protección increíble que les proporciona el estado clerical).

Los obispos y, entre ellos, el Papa, seguramente se preguntarán, ante estos casos —porque el mundo católico está lleno de cbh: el nuestro es solamente uno, el más humilde de todos ellos—, si no habrá llegado la hora de actuar con esa firmeza que faltó en todos los temas (Juan Pablo II se preguntaba, hacia el final de su vida, con auténtico sentido de responsabilidad, si acaso no había fallado él mismo en no combatir con más rigor el mal dentro de la Iglesia). Fueron necesarias las mareas de sacerdotes impuros para que los guardianes de la fe se atrevieran a activar las máquinas del derecho canónico, de la dureza en la represión de los corruptores. Mas es seguro, porque no son tontos, que pueden ver el vínculo entre el debilitamiento de la fe y el fortalecimiento de la tolerancia de esos males espantosos contra los niños.

Los laicos pedimos solamente que se extienda el rigor en todas las direcciones. Que no dejen en paz a estos curas que corrompen las conciencias, como esperamos que no dejarán en paz a los que corrompen a los niños.

Los obispos tienen la palabra.