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martes, enero 11, 2011

El cerebro en el debate sobre el aborto

Un intercambio de mensajes de correo electrónico sobre el aborto de niños anencefálicos me ha hecho ver que falla la información médica sobre el tema incluso entre profesionales habitualmente bien informados. Yo la había dado por supuesta más de lo debido.

También hay un problema ético-político subyacente: saber poner el debate en el contexto que corresponde, que es el de la campaña por legalizar todo tipo de abortos. 

Comparto esta breve explicación, incompleta, porque se centra en las inquietudes de mi amigo. 

Lamento si se pone un poco densa.

Los temas que discutimos fueron los siguientes. Les dejo mis reflexiones por si sirven a un círculo de lectores más amplio.
 
1. El paralelismo entre "muerte cerebral" y anencefalia. 

Las opiniones sobre si la llamada "muerte cerebral" es la muerte real o no ESTÁN DIVIDIDAS. Algunos científicos (el más famoso, Alan Shewmon, neurólogo de la U. California, antes partidario y hoy contrario a la muerte cerebral) y filósofos sostienen con buenos argumentos que el cerebralmente muerto NO está realmente muerto; algunos dicen que, por eso, la ley que permite usarlos para transplantes es injusta. 

Sin embargo, en lo que sigue asumo de momento que la muerte cerebral puede usarse como criterio de muerte. 

Los partidarios prefieren hablar de "diagnóstico encefálico de muerte", que es un diagnóstico clínico basado en variados signos; no solamente en los electroencefalogramas planos, sino en varios otros que implican la completa o "casi completa" destrucción del encéfalo: debe estar destruido el encéfalo y el tronco encefálico de manera que el cese total de la función encefálica sea irreversible. La importancia de hablar de "cese total e irreversible" —garantizado por la destrucción total o casi total del encéfalo— es que los partidarios de la muerte cerebral afirman que NO ES POSIBLE que alguien con muerte cerebral "reviva"; pero ha habido casos de gente con encefalograma plano y coma profundo y otras situaciones parecidas a la muerte cerebral que se han reactivado (hubo un caso tras 19 años). Entonces algunos han dicho que la muerte cerebral NO es la muerte real. Pero los partidarios de la muerte cerebral como criterio de muerte afirman que esos casos NO eran de verdadera muerte cerebral, porque, si quedan suficientes células encefálicas vivas teóricamente podrían reactivar la función encefálica. 

Aquí surge la primera dificultad ético-política, a saber: que algunos médicos y autores quieren definir la muerte no solamente como la muerte encefálica en sentido estricto (referida en el párrafo precedente) sino como cualquier otra condición semejante en la que hay severa disminución de conciencia (o total) pero la persona respira, le late el corazón y asimila alimento. Aquí está el caso del "estado vegetativo persistente" (Terry Schiavo), anencefalias, y otros, para los que estos grupos también quieren que la ley declare muertas a esas personas. Es una de las posiciones en el debate sobre la eutanasia: no dejar morir o matar por compasión, sino lisamente "declarar muertos" incluso a estas personas. No es un criterio biológico de muerte, sino relacionado con la calidad de vida y otros conceptos ideológicos. 

2. Diferencia entre feto y adulto y entre muerte cerebral y anencefalia. 

El parecido de las palabras "anencefalia" y "muerte cerebral" puede confundir, pero la llamada anencefalia es un cuadro clínico distinto, con diversas variedades (por cierto, también es irreversible, pero es una enfermedad irreversible anterior a la muerte, como puede ser irreversible un cáncer mortal). 

a) Concretamente, en la muerte cerebral —completa abolición de actividad encefálica, irreversiblemente, etc.— el individuo NO PUEDE tener movimientos respiratorios ni reflejos. Por eso, para asegurar los órganos para transplantes tiene que estar conectado al ventilador mecánico. Si se desconecta del ventilador mecánico, rápidamente se produce el paro cardiorrespiratorio (que es el otro criterio de muerte). 

b) En cambio, el feto anencefálico padece una ausencia congénita de una parte importante del cerebro y cráneo; por eso, 3/4 partes de ellos mueren "in utero"; pero los que nacen, nacen vivos porque tienen actividad del tronco encefálico, respiración espontánea y muchas veces algunos reflejos. Por eso sobreviven entre horas y semanas, y algunos pueden incluso deglutir alimentos. (Todo esto no me lo invento, sino que es experiencia médica, reportada en el artículo de Besio&Besio: "Estatuto ontológico y ético del feto anencefálico", disponible vía Google). Por eso, los partidarios de la muerte cerebral NO la diagnostican en pacientes adultos si subsiste algún reflejo (es señal de que puede haber suficientes células encefálicas vivas como para que el organismo siga articulado como un todo vivo).

POR ESO NO ES ADECUADO DESCRIBIR LOS DOS CASOS COMO SIMPLEMENTE "PERSONAS SIN CEREBRO". ES MUY CRUDO HACERLO ASÍ. 

POR CIERTO, SI EL FETO LLEGA A PERDER TODO SU CEREBRO Y PIERDE DE MANERA IRREVERSIBLE SU ACTIVIDAD CEREBRAL COMPLETA (ENCÉFALO Y TRONCO ENCEFÁLICO), ES DECIR, SI ESTANDO EN EL ÚTERO CUMPLE LOS CRITERIOS DE LA MUERTE CEREBRAL DESPUÉS DE QUE SU EXISTENCIA COMO ORGANISMO UNITARIO DEPENDE DE LA ACTIVIDAD CEREBRAL, ENTONCES ESTÁ MUERTO Y SE HA PRODUCIDO EL ABORTO ESPONTÁNEO. 

3. Si se quiere ir más al fondo, hay que recordar que la existencia del organismo vivo (individuo de la especia biológica de que se trate, humano o no) consiste en que es un "todo orgánico" que funciona por sí mismo mediante la realización de actividades inmanentes (NO digo que no depende externamente del medio, obviamente, porque todos los seres vivos necesitan interactuar con el medio: respirar, nutrirse, etc.) y que es una unidad completa distinta de otras de la especie. Así, los dos puntos claves de esta existencia son su inicio y su fin. Hay una diferencia esencial entre el inicio y el fin: 

a) Para comenzar a existir, no es necesario que el individuo tenga desarrolladas sus potencialidades, sino que sea un individuo orgánico autónomo que comienza a desarrollar esas potencialidades. Inicialmente únicamente realiza lo más básico: nutrirse y crecer. Por eso un embrión es un individuo de la especie orgánicamente distinto de sus progenitores (NO es solamente una célula o conjunto de células, porque desarrolla la actividad propia del individuo sustancial), y está vivo, y obviamente NO tiene todavía el corazón, los pulmones y EL CEREBRO que como individuo más desarrollado necesitará para continuar viviendo. Si llegado el momento de su desarrollo en el que necesita contar con corazón y pulmones NO LOGRA desarrollarlos, entonces muere. Lo mismo pasa con el cerebro: el embrión y el feto, mientras no llega a depender de su propia actividad cerebral, YA ES un individuo humano distinto; si cuando necesita ese sistema nervioso para seguir viviendo carece totalmente de él, morirá. PERO no es que haya estado muerto todo el tiempo que no tenía cerebro ANTES. 

b) En el caso del término de la existencia: la muerte se produce cuando deja de existir el individuo como un todo orgánico. La ausencia de esa unificación intrínseca resulta en la descomposición del cadáver, que es el único criterio de muerte 100% seguro con certeza física (un paro cardiorrespiratorio puede revertirse; la "muerte cerebral" suscita debate científico y filosófico; pero la descomposición de un cadáver . . . no deja duda de ninguna clase). Pero puede diagnosticarse antes la muerte (con certeza moral, no siempre física o 100%), si una función absolutamente necesaria para que el organismo funcione como un todo CESA TOTAL E IRREVERSIBLEMENTE: de ahí los dos criterios, uno antiguo o clásico de "muerte clínica" —paro cardiorrespiratorio irreversible— y otro nuevo o de "muerte cerebral" —definido supra—. Por eso, el no haber desarrollado todavía esas funciones, pero seguir en potencia para desarrollarlas, como sucede con la evolución del embrión y del feto, NO ES LO MISMO que el haberlas desarrollado y perderlas, y por eso morir. En este caso, el individuo muere precisamente porque NO PUEDE FUNCIONAR COMO UN TODO ORGÁNICO por sí mismo. (Los detractores de la muerte cerebral dicen que el sustento por aparatos externos es suficiente para decir que el individuo está vivo; los partidarios de la muerte cerebral dicen que es necesario que haya un principio vital unificador intrínseco y que esto no existe cuando solamente el respirador mantiene al cuerpo respirando y latiendo el corazón). 


4. Los defensores de la muerte cerebral como criterio de muerte dicen que ese cese completo de la actividad encefálica hace que sea imposible coordinar corazón y respiración, por lo cual (si no interviene una máquina externa), tras la muerte cerebral se produce muy pronto el cese cardiorrespiratorio. El informe de la comisión especial de la Academia Pontificia de las Ciencias (2007, disponible en vatican.va) dice: "No ventilador, No actividad cardiaca. Si uno remueve el ventilador de un paciente cerebralmente muerto, el cuerpo pasa por la misma secuencia de eventos y disolución física que sucede en un individuo que ha padecido la pérdida de actividad cardiaca". 

Además, uno de los tests que hay que hacer para diagnosticar la muerte cerebral es el llamado "test de apnea", que da positivo (=muerte cerebral) solamente si el paciente NO HACE MOVIMIENTOS RESPIRATORIOS cuando se desconecta el ventilador por unos minutos. El caso que algunos citan hablando informalmente (un conocido que tenía "muerte cerebral" y siguió respirando por algunas horas después de desconectarlo) eso raro: puede ser que se haya hablado de "muerte cerebral" sin serlo realmente (v.gr., por encefalograma plano, pero todavía no muerto cerebralmente en sentido estricto, por lo cual el paciente desconectado podría respirar y latirle el corazón por un rato). Sugiero preguntar a un neurólogo sobre esto, porque no está descrito en la literatura que yo he leído. Sin ayuda de máquina, el paciente NO respira y muy pronto se le para el corazón.


5. También se formula la pregunta "¿por qué la ley no podría establecer cuándo un feto se entiende muerto, si lo hace con respecto a un adulto?". La respuesta obviamente no es médica, sino ético-jurídica. Me parece que la respuesta puede ser así:

a) De hecho, la ley puede establecer criterios para determinar la muerte tanto de nacidos como de no nacidos. Pero el deber moral del legislador es adaptar la ley a la realidad de la muerte. Los defensores de la muerte cerebral dicen: la muerte cerebral ES la verdadera muerte; por eso, la ley que especifica como criterio de muerte la muerte cerebral es una ley justa, si recoge los criterios que la comunidad científica y médica considera realmente indicativos de la muerte. Nada se opone a que se diga que un feto cerebralmente muerto —si esto se puede diagnosticar "in utero" de manera equivalente— está muerto, si acaso la muerte cerebral es verdadera muerte. 

b) Pero si la pregunta implica algún poder de la ley para declarar lo que es la muerte y cuándo se considera que la hay CON INDEPENDENCIA DE LA REALIDAD DE LA MUERTE, entonces presupone un poder injusto. El legislador no tiene poder (en este sentido moral: de facto puede hacer lo que quiera, pero para eso no necesitamos argumentos) para declarar que quien está vivo está muerto, sino que solamente obra con justicia si se adapta a la realidad y defiende la vida de los vivos y regula adecuadamente cómo tratar con dignidad a los muertos. 

c) En consecuencia, usar la capacidad legal de definir los criterios de muerte para declarar muertos a quienes están vivos sería un subterfugio —una vez aclaradas las diferencias entre muerte cerebral, estado vegetativo persistente, anencefalia, etc.— para autorizar a matar a gente viva, por ejemplo el infanticidio, el aborto, la eugenesia o la eutanasia.

d) Puede ayudar a pensarlo lo siguiente. Si la ley declarara que un anencefálico "está muerto", no sería aborto legalmente desmembrarlo mientras todavía le late el corazón, para sacarlo (primero se le comienza a desmembrar y luego deja de latirle el corazón: el sentido común diría que se lo mata, pero la ley ya lo declaró muerto, por lo cual no considera que se lo mata). Pero si el niño nace, tampoco sería infanticidio ahogarlo o inyectarle una droga para que dejara de respirar y de latirle el corazón pronto. En cambio, desde el punto de vista del sentido común —último refugio de la moral— todos dirían que se lo está matando, por ejemplo, para que todo termine pronto (eutanasia).


6. Mi amigo dice que, si la ley no define la muerte del feto, la madre tiene que pedir autorización, porque de otro modo sería condenada por aborto. Respondo: 

a) ¿Cómo es que hasta ahora se extraen todos los abortos espontáneos, sin necesidad de que la ley defina nada especial para el feto? Porque simplemente se aplica al feto el diagnóstico médico de muerte, recogido en la ley (podría aplicarse el de muerte encefálica, si es la muerte real). No es necesario tratar al feto de modo diverso.

b) En realidad, la pregunta asume que el feto está vivo y por eso la madre sería condenada por aborto. ¿Por qué podría ser condenada por aborto si el aborto ya se hubiera producido, si el feto estuviera realmente muerto? 

c) Ahora, si se trata de resolver una incertidumbre —pero no de colar la autorización de matar, bajo el subterfugio de la definición de la muerte—, me parece que en este momento no existe ninguna. Habría que preguntarles a los médicos (no a las madres) si tienen alguna dificultad para diagnosticar la muerte de un feto, o un aborto espontáneo. La dificultad o incertidumbre surge no por razones médicas, que con todo el avance tecnológico permiten diagnosticar la vida y la muerte, sino por la razón ideológica de querer introducir la duda sobre si el feto cuyo aborto se quiere autorizar está vivo. 


7. La afirmación clave es que el feto está vivo y que la ausencia de cerebro no es relevante, y esto es materia de prueba médica y de los argumentos a que me he referido antes con más detalle. Pero los que piden autorización para abortar también parecen asumir que está vivo, aunque digan que está muerto, porque el estar muerto no es una razón para autorizar un aborto, sino para seguir la práctica médica con los abortos espontáneos, i.e. extrar el cadáver . . . ¡lo cual no requiere autorización! 

Para que quede claro: pienso que los argumentos médicos prueban que el feto anencefálico está vivo. De lo contrario, NO tiene sentido decir que el 75% de los fetos anencefálicos MUEREN "in utero" y el 25% restante MUERE a las pocas horas de nacer. Pero así hablan incluso los que quieren abortarlos. 

La vida no es un concepto arbitrario, no tiene que ver con su calidad, sino con el simple hecho de que el organismo funciona como un todo unitario y distinto de otros individuos de la especie.


8. Por último, sugiero lo siguiente:

a) No dejar que se instale un debate en términos definidos así, como si realmente fueran éstos los casos de aborto que interesan. Esto es un asunto político, y los términos en que se instale no pueden darse por hechos sin más. ¿Por qué no instalar el debate en términos de si es lícito o no matar a discapacitados, nacidos o no? ¿O en los términos del debate mundial sobre la vida? 

b) Mi amigo dice que hay que mostrar la diferencia entre una máquina que hace respirar y la madre que lleva a un niño. Concuerdo con esto. Puede hacerse teniendo en cuenta lo que ya expuse sobre la diferencia entre anencefalia y muerte cerebral, y también que la vinculación máquina-persona, que la hace respirar y latir su corazón "artificialmente", es meramente mecánica, mientras que la vinculación madre-hijo es biológica. Esto significa que el feto ya existe como individuo distinto y que vive por sí mismo, recibiendo nutrición y oxígeno de manera natural (como una planta del aire y del suelo), sin perder su actividad propia intrínseca; mientras que el cerebralmente muerto (asumiendo que tal ES la muerte real) precisamente no cuenta ya con la causa intrínseca de su unidad interna. 

Una forma de ver la diferencia es pensar que si el feto deja de realizar SU actividad vital intrínseca, el contacto con la madre no le sirve de nada: muere. En cambio, el muerto cerebral ha dejado de coordinar su actividad orgánica mediante su función encefálica, pero la máquina puede hacerlo respirar y latir el corazón. 

En realidad, si la analogía entre la máquina y la madre fuera perfecta, la conclusión tendría que ser simplemente que la muerte cerebral NO es verdadera muerte. En efecto, TODOS los fetos —no solamente los anencefálicos— dependen de la misma manera de su conexión biológica con la madre; de modo que, si eso fuera prueba de que no viven por sí mismos como organismos vivos distintos, habría que declarar muertos a todos los fetos, no solamente a los anencefálicos.

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