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martes, diciembre 27, 2011

Un Papa que mira a la verdad sin temores

Benedicto XVI a la Curia romana con ocasión de las felicitaciones navideñas

Un modo nuevo de ser cristiano


El jueves 22 de diciembre, por la mañana, en la sala Clementina del palacio apostólico, se celebró el tradicional encuentro en el que el Colegio cardenalicio, los responsables de la Curia romana y del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano felicitan al Papa por la Navidad. Durante el encuentro Benedicto XVI pronunció el siguiente discurso.

Señores cardenales, venerados hermanos en el episcopado y en el presbiterado, queridos hermanos y hermanas:
Vivimos hoy en un momento especialmente intenso. La santa Navidad está ya muy cerca y lleva a la gran familia de la Curia romana a reunirse para este hermoso intercambio de felicitaciones, que conllevan el deseo recíproco de vivir con alegría y auténtico fruto espiritual la fiesta de Dios que se hizo carne y puso su morada entre nosotros (cf. Jn 1, 14). Esta es para mí una ocasión no sólo para expresar mi felicitación personal, sino también para manifestar a cada uno de vosotros mi agradecimiento y el de la Iglesia por vuestro generoso servicio; os ruego que lo transmitáis también a todos los colaboradores de nuestra gran familia. Doy las gracias de modo particular al cardenal decano, Angelo Sodano, que se ha hecho portavoz de los sentimientos de los presentes y de los que trabajan en las diferentes oficinas de la Curia, del Governatorato, incluidos los que desempeñan su ministerio en las representaciones pontificias repartidas por todo el mundo. Todos estamos comprometidos en que el anuncio que los ángeles proclamaron en la noche de Belén, "Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad" (Lc 2, 14), resuene en toda la tierra para llevar gozo y esperanza.
En este final del año, Europa se encuentra en una crisis económica y financiera que, en última instancia, se funda sobre la crisis ética que amenaza al viejo continente. Aunque no están en discusión algunos valores como la solidaridad, el compromiso por los demás, la responsabilidad por los pobres y los que sufren, falta con frecuencia, sin embargo, la fuerza que los motive, capaz de inducir a las personas y a los grandes grupos sociales a renuncias y sacrificios. El conocimiento y la voluntad no siguen siempre la misma pauta. La voluntad que defiende el interés personal oscurece el conocimiento, y el conocimiento debilitado no es capaz de fortalecer la voluntad. Por eso, de esta crisis surgen preguntas muy fundamentales: ¿Dónde está la luz que pueda iluminar nuestro conocimiento, no sólo con ideas generales, sino con imperativos concretos? ¿Dónde está la fuerza que lleva hacia lo alto nuestra voluntad? Estas son preguntas a las que debe responder nuestro anuncio del Evangelio, la nueva evangelización, para que el mensaje llegue a ser acontecimiento, para que el anuncio se convierta en vida.
En efecto, el gran tema de este año, como también de los siguientes, es cómo anunciar el Evangelio. ¿De qué manera la fe, en cuanto fuerza viva y vital, puede llegar a ser hoy realidad? Todos los acontecimientos eclesiales del año que está por concluir han estado relacionados, en definitiva, con este tema. Se han realizado viajes a Croacia, a España, para la Jornada mundial de la juventud, a mi patria, Alemania, y finalmente a África, Benín, para la entrega del Documento postsinodal sobre justicia, paz y reconciliación; un documento del que ha de nacer una realidad concreta en las diversas Iglesias particulares. Han sido inolvidables también los viajes a Venecia, a San Marino, a Ancona, para el Congreso eucarístico, y a Calabria.
Y ha tenido lugar, en fin, la importante jornada del encuentro entre las religiones y entre las personas en búsqueda de verdad y de paz en Asís; una jornada concebida como un nuevo impulso en la peregrinación hacia la verdad y la paz. La institución del Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización nos remite anticipadamente al Sínodo que sobre el mismo tema tendrá lugar el próximo año. También tiene que ver con ello el Año de la fe, en recuerdo del comienzo del Concilio, hace cincuenta años. Cada uno de estos acontecimientos ha tenido su propio matiz. En Alemania, el país de origen de la Reforma, la cuestión ecuménica, con todas sus dificultades y esperanzas, ha tenido naturalmente una importancia particular. Indisolublemente unida a esto, hay siempre en el centro de las discusiones una pregunta: ¿Qué es una reforma de la Iglesia? ¿Cómo sucede? ¿Cuáles son sus caminos y sus objetivos? No sólo los fieles creyentes, sino también otros ajenos, observan con preocupación cómo los que van regularmente a la iglesia son cada vez más ancianos y su número disminuye continuamente; cómo hay un estancamiento de las vocaciones al sacerdocio; cómo crecen el escepticismo y la incredulidad. ¿Qué debemos hacer entonces? Hay una infinidad de discusiones sobre lo que se debe hacer para invertir la tendencia. Ciertamente, es necesario hacer muchas cosas. Pero el hacer, por sí solo, no resuelve el problema. El núcleo de la crisis de la Iglesia en Europa es la crisis de fe. Si no encontramos una respuesta para ella, si la fe no adquiere nueva vitalidad, con una convicción profunda y una fuerza real gracias al encuentro con Jesucristo, todas las demás reformas serán ineficaces.
En este sentido, el encuentro en África con la gozosa pasión por la fe ha sido de gran aliento. Allí no se percibía ninguna señal del cansancio de la fe, tan difundido entre nosotros, ningún tedio de ser cristianos, como se percibe cada vez más en nosotros. Con tantos problemas, sufrimientos y penas como hay ciertamente en África, siempre se experimentaba sin embargo la alegría de ser cristianos, de estar sostenidos por la felicidad interior de conocer a Cristo y de pertenecer a su Iglesia. De esta alegría nacen también las energías para servir a Cristo en las situaciones agobiantes de sufrimiento humano, para ponerse a su disposición, sin replegarse en el propio bienestar. Encontrar esta fe dispuesta al sacrificio, y precisamente alegre en ello, es una gran medicina contra el cansancio de ser cristianos que experimentamos en Europa. La magnífica experiencia de la Jornada mundial de la juventud, en Madrid, ha sido también una medicina contra el cansancio de creer. Ha sido una nueva evangelización vivida. Cada vez con más claridad se perfila en las Jornadas mundiales de la juventud un modo nuevo, rejuvenecido, de ser cristiano, que quisiera intentar caracterizar en cinco puntos.
1. Primero, hay una nueva experiencia de la catolicidad, de la universalidad de la Iglesia. Esto es lo que ha impresionado de inmediato a los jóvenes y a todos los presentes: venimos de todos los continentes y, aunque nunca nos hemos visto antes, nos conocemos. Hablamos lenguas diversas y tenemos diferentes hábitos de vida, diferentes formas culturales y, sin embargo, nos encontramos de inmediato unidos, juntos como una gran familia. Se relativiza la separación y la diversidad exterior. Todos quedamos tocados por el único Señor Jesucristo, en el cual se nos ha manifestado el verdadero ser del hombre y, a la vez, el rostro mismo de Dios.
Nuestras oraciones son las mismas. En virtud del encuentro interior con Jesucristo, hemos recibido en nuestro interior la misma formación de la razón, de la voluntad y del corazón. Y, en fin, la liturgia común constituye una especie de patria del corazón y nos une en una gran familia. El hecho de que todos los seres humanos sean hermanos y hermanas no es sólo una idea, sino que aquí se convierte en una experiencia real y común que produce alegría. Y, así, hemos comprendido también de manera muy concreta que, no obstante todas las fatigas y la oscuridad, es hermoso pertenecer a la Iglesia universal, a la Iglesia católica, que el Señor nos ha dado.
2. De aquí nace después un modo nuevo de vivir el ser hombres, el ser cristianos. Una de las experiencias más importantes de aquellos días fue para mí el encuentro con los voluntarios de la Jornada mundial de la juventud: eran alrededor de 20.000 jóvenes que, sin excepción, habían puesto a disposición semanas o meses de su vida para colaborar en los preparativos técnicos, organizativos y de contenido de la JMJ, y que precisamente así habían hecho posible el desarrollo ordenado de todo el conjunto. Al dar su tiempo, el hombre da siempre una parte de su propia vida. Al final, estos jóvenes estaban visible y "tangiblemente" llenos de una gran sensación de felicidad: su tiempo que habían entregado tenía un sentido; precisamente en el dar su tiempo y su fuerza laboral habían encontrado el tiempo, la vida. Y entonces, algo fundamental se me ha hecho evidente: estos jóvenes habían ofrecido en la fe un trozo de vida no porque había sido mandado o porque con ello se ganaba el cielo; ni siquiera porque así se evita el peligro del infierno. No lo habían hecho porque querían ser perfectos. No miraban atrás, a sí mismos. Me vino a la mente la imagen de la mujer de Lot que, mirando hacia atrás, se convirtió en una estatua de sal. ¡Cuántas veces la vida de los cristianos se caracteriza por mirar sobre todo a sí mismos! Hacen el bien, por decirlo así, para sí mismos. Y qué grande es la tentación de todos los hombres de preocuparse sobre todo de sí mismos, de mirar hacia atrás a sí mismos, convirtiéndose así interiormente en algo vacío, en "estatuas de sal". Aquí, en cambio, no se trataba de perfeccionarse a sí mismos o de querer tener la propia vida para sí mismos. Estos jóvenes han hecho el bien -aun cuando ese hacer haya sido costoso, aunque haya supuesto sacrificios- simplemente porque hacer el bien es algo hermoso, es hermoso ser para los demás. Sólo se necesita atreverse a dar el salto. Todo eso ha estado precedido por el encuentro con Jesucristo, un encuentro que enciende en nosotros el amor a Dios y a los demás, y nos libera de la búsqueda de nuestro propio "yo". Una oración atribuida a san Francisco Javier dice: "Hago el bien no porque a cambio entraré en el cielo y ni siquiera porque, de lo contrario, me podrías enviar al infierno. Lo hago porque tú eres tú, mi Rey y mi Señor". También en África encontré esta misma actitud, por ejemplo en las religiosas de Madre Teresa que cuidan de los niños abandonados, enfermos, pobres y que sufren, sin preguntarse por sí mismas y, precisamente así, se hacen interiormente ricas y libres. Esta es la actitud propiamente cristiana. También fue inolvidable para mí el encuentro con los jóvenes discapacitados en la fundación San José, de Madrid, donde encontré de nuevo la misma generosidad de ponerse a disposición de los demás; una generosidad en el darse que, en definitiva, nace del encuentro con Cristo que se entregó a sí mismo por nosotros.
3. Un tercer elemento, que de manera cada vez más natural y central forma parte de las Jornadas mundiales de la juventud, y de la espiritualidad que proviene de ellas, es la adoración. Fue inolvidable para mí, durante mi viaje al Reino Unido, el momento, en Hyde Park, en que decenas de miles de personas, en su mayoría jóvenes, respondieron con un intenso silencio a la presencia del Señor en el Santísimo Sacramento, adorándolo. Lo mismo sucedió, de modo más reducido, en Zagreb, y de nuevo en Madrid, tras el temporal que amenazaba con estropear todo el encuentro nocturno, al no funcionar los micrófonos. Dios es omnipresente, sí. Pero la presencia corpórea de Cristo resucitado es otra cosa, algo nuevo. El Resucitado viene en medio de nosotros. Y entonces no podemos sino decir con el apóstol santo Tomás: "Señor mío y Dios mío". La adoración es ante todo un acto de fe: el acto de fe como tal. Dios no es una hipótesis cualquiera, posible o imposible, sobre el origen del universo. Él está allí. Y si él está presente, yo me inclino ante él. Entonces, razón, voluntad y corazón se abren hacia él, a partir de él. En Cristo resucitado está presente el Dios que se hizo hombre, que sufrió por nosotros porque nos ama. Entramos en esta certeza del amor corpóreo de Dios por nosotros, y lo hacemos amando con él. Esto es adoración, y esto marcará después mi vida. Sólo así puedo celebrar también la Eucaristía de modo adecuado y recibir rectamente el Cuerpo del Señor.
4. Otro elemento importante de las Jornadas mundiales de la juventud es la presencia del sacramento de la Penitencia que, de modo cada vez más natural, forma parte del conjunto. Con eso reconocemos que tenemos continuamente necesidad de perdón y que perdón significa responsabilidad. Existe en el hombre, proveniente del Creador, la disponibilidad a amar y la capacidad de responder a Dios en la fe. Pero, proveniente de la historia pecaminosa del hombre (la doctrina de la Iglesia habla del pecado original), existe también la tendencia contraria al amor: la tendencia al egoísmo, a encerrarse en sí mismo, más aún, al mal. Mi alma se mancha una y otra vez por esta fuerza de gravedad que hay en mí, que me atrae hacia abajo. Por eso necesitamos la humildad que siempre pide de nuevo perdón a Dios; que se deja purificar y que despierta en nosotros la fuerza contraria, la fuerza positiva del Creador, que nos atrae hacia lo alto.
5. Finalmente, como última característica que no hay que descuidar en la espiritualidad de las Jornadas mundiales de la juventud, quisiera mencionar la alegría. ¿De dónde viene? ¿Cómo se explica? Seguramente hay muchos factores que intervienen a la vez. Pero, según mi parecer, lo decisivo es la certeza que proviene de la fe: yo soy amado. Tengo un cometido en la historia. Soy aceptado, soy querido. Josef Pieper, en su libro sobre el amor, ha mostrado que el hombre sólo puede aceptarse a sí mismo si es aceptado por algún otro. Tiene necesidad de que haya otro que le diga, y no sólo de palabra: "Es bueno que tú existas". Sólo a partir de un "tú", el "yo" puede encontrarse a sí mismo. Sólo si es aceptado, el "yo" puede aceptarse a sí mismo. Quien no es amado ni siquiera puede amarse a sí mismo. Este ser acogido proviene sobre todo de otra persona. Pero toda acogida humana es frágil. A fin de cuentas, tenemos necesidad de una acogida incondicional. Sólo si Dios me acoge, y estoy seguro de ello, sabré definitivamente: "Es bueno que yo exista". Es bueno ser una persona humana. Allí donde falta la percepción del hombre de ser acogido por parte de Dios, de ser amado por él, la pregunta sobre si es verdaderamente bueno existir como persona humana, ya no encuentra respuesta alguna. La duda acerca de la existencia humana se hace cada vez más insuperable. Cuando llega a ser dominante la duda sobre Dios, surge inevitablemente la duda sobre el mismo ser hombres. Hoy vemos cómo esta duda se difunde. Lo vemos en la falta de alegría, en la tristeza interior que se puede leer en tantos rostros humanos. Sólo la fe me da la certeza: "Es bueno que yo exista". Es bueno existir como persona humana, incluso en tiempos difíciles. La fe alegra desde dentro. Esta es una de las experiencias maravillosas de las Jornadas mundiales de la juventud.
Nos llevaría muy lejos hablar ahora también del encuentro de Asís de manera detallada, como merecería la importancia del acontecimiento. Agradezcamos sencillamente a Dios porque nosotros -representantes de las religiones del mundo y también representantes del pensamiento en búsqueda de la verdad- pudimos encontrarnos aquel día en un clima de amistad y de respeto recíproco, en el amor por la verdad y en la responsabilidad común por la paz. Podemos esperar que de este encuentro haya nacido una nueva disponibilidad para servir a la paz, la reconciliación y la justicia.
Por último, quisiera agradeceros de corazón a todos el apoyo para llevar adelante la misión que el Señor nos ha confiado como testigos de su verdad, y os deseo a todos la alegría que Dios, en la encarnación de su Hijo, nos ha querido dar. ¡Feliz Navidad a todos vosotros! Gracias.

(©L'Osservatore Romano - 25 de diciembre de 2011)

miércoles, diciembre 21, 2011

Havel ha muerto, viva Havel

Carta en La Tercera 21-XII-2011

Han cambiado la redacción, por lo que a los puristas les copio abajo la versión mía: yo prefiero mi ortografía a la de ellos.



Muerte de Václav Havel


Señor director:

"El autor de esta columna falleció el domingo" es la nota que acompaña las palabras de Václav Havel sobre El intelectual y la política, que La Tercera ha tenido el acierto de publicar.

La muerte de quien luchó toda su vida por la verdad y la libertad contra esa tiranía mentirosa y sangrienta que todavía reina en algunos lugares del mundo, nos interpela a quienes vemos con dolor que las ideologías se apoderan de algunos sectores de nuestro país.

Por una parte, el pragmatismo barato de trabajar para el corto plazo, para la encuesta y la televisión; por otra, el fanatismo iluminado de algunos que sin más representación que la de unos pocos miles de ciudadanos, se creen la voz de la justicia y del 90% de la población, supuestamente no representada por el Congreso y el Presidente.

Se entiende que el llamado de Havel debería tener un eco de ultratumba en esos intelectuales que, contando además con dotes políticas, sepan liderar a las masas, no rendirse ante sus caprichos, introducir la razón y la mesura, y no sucumbir ante la ideología y el fanatismo..

Cristóbal Orrego Sánchez


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Original:

Havel

"El autor de esta columna falleció el domingo" es la nota que acompaña las palabras de Václav Havel sobre el intelectual y la política, que La Tercera ha tenido el acierto de publicar. La muerte de quien luchó toda su vida por la verdad y la libertad, contra esa tiranía mentirosa y sangrienta que todavía reina en algunos lugares del mundo, nos interpela a quienes vemos con dolor que las ideologías se apoderan de algunos sectores de nuestro país. Por una parte, el pragmatismo barato de trabajar para el corto plazo, para la encuesta y la televisión; por otra, el fanatismo iluminado de algunos que, sin más representación que la de unos pocos miles de ciudadanos, se creen la voz de la justicia y del 90% de la población, supuestamente no representada por el Congreso y el Presidente. Se entiende, entonces, que el llamado de Havel debería tener un eco de ultratumba en esos intelectuales que, contando además con dotes políticas, sepan liderar a las masas y no rendirse ante sus caprichos; introducir la razón y la mesura, y no sucumbir ante la ideología y el fanatismo.


Cristóbal Orrego Sánchez

jueves, diciembre 01, 2011

La columna de la discordia

La cuestión no es si estamos o no de acuerdo con esta opinión contingente de Gonzalo Rojas, sino si dicen la verdad los que le atribuyen cosas horribles.

Leed y encontrad la frase que lo incrimine. Yo no la encuentro.


Gonzalo Rojas Miércoles 23 de Noviembre de 2011 Krassnoff, lecciones de nuestro pasado reciente

Gonzalo-Rojas2.jpgEl caso Krassnoff vuelve a recordar la importancia de la historia reciente de Chile. Sépanlo, jóvenes: no podrán liberarse de las lecciones de nuestro pasado reciente. Recuérdenlo, adultos: fuimos los protagonistas y no podremos esquivar las consecuencias de nuestros actos.
Unos, vimos venir la marea revolucionaria; otros, por propia voluntad y convencidos de su legitimidad, la impulsaron.
¿Sabían éstos que iban a encontrar una fuerte oposición en gran parte de la sociedad chilena? Sí, pero no les importaba, porque su convicción ideológica era más fuerte que la realidad. Era el sí o sí de la enajenación revolucionaria.
¿Eran conscientes de que cuando quisieran imponer sus posturas violando toda la institucionalidad democrática iba a haber Fuerzas Armadas que se iban a resistir invocando el bien de Chile? Por supuesto: la resistencia de los blancos en Rusia, la de los nacionales en España, la de los coreanos y de los vietnamitas del sur, eran suficientes ejemplos de cómo los pueblos libres les piden a sus Fuerzas Armadas que los defiendan de la agresión totalitaria.
¿Comprendían que si perdían el primer combate tendrían que pasar a la clandestinidad y que en esa condición serían perseguidos sin tregua? Por supuesto, y estaban perfectamente preparados para esa circunstancia, sabiendo que por cada golpe terrorista recibirían un golpe represivo.
¿Conocían las técnicas para sobrevivir y golpear durante un período de férrea persecución? Así era, y eso posibilitó que mientras tenían numerosas bajas en su guerra subversiva, pudieran también asestar terribles golpes que costaron muchas vidas de civiles y uniformados.
¿Ignoraban la preparación de las Fuerzas Armadas para resistir a sus embates? De ninguna manera; sabían que en todo el continente eran miles los oficiales que rechazaban el marxismo y la guerrilla, y que se habían preparado para enfrentar esa amenaza. Quienes hoy son llamados "víctimas" conocían de sobra a su enemigo, al que querían victimizar. Y, por cierto, estaban dispuestos a morir matando.
¿Estaban seguros de poder ganar el combate que ya desde Chillán en 1967 habían planteado en términos de lucha armada? No, pero su voluntarismo era más fuerte que toda racionalidad. Tenían varios miles de hombres en armas -entre el PC, el PS, el MAPU y el MIR, casi 10 mil-, pero sólo los comunistas entendían que la correlación de fuerzas los llevaría a la derrota. De ahí su "No a la guerra civil", o sea, no todavía, porque no podemos ganarla aún.
Pero -sin duda se plantea el lector- éstas eran posturas sólo defendidas e impulsadas por esos grupúsculos de paramilitares que llevaron el proceso a sus extremos, mientras que los civiles militantes de los partidos de izquierda eran buenas gentes que sólo promovían un idealismo socialista democrático.
No. Todos estaban en la misma.
Unos desde dentro del aparato del Estado, intentando instrumentalizarlo para convertirlo en todopoderoso; otros, desde fuera, pero protegidos por él hasta que la Ley de Control de Armas los comenzó a arrinconar; y algunos, entrando y saliendo del Estado: en Investigaciones, y en el GAP, y en Indap, y en la Cora...
El caso Krassnoff le hace bien a Chile; impide que se imponga esa verdad orwelliana que incluso ya parece haberse instalado en La Moneda después de 20 años, sin que haya un mínimo de conciencia histórica, ni siquiera en ministros que trabajaron en comisiones legislativas para construir un nuevo país.
¿Hubo injusticias y abusos en Chile desde 1965 en adelante? Que contesten primero, respondiendo por sus propias acciones, quienes impulsaron una revolución a sangre y fuego que terminó abrasándolos.

Gonzalo Rojas se defiende como puede

Legítima defensa. --- No a los académicos funantes. --- Una funa contra la funa.

Respuesta de Gonzalo Rojas.

Respuesta del profesor Gonzalo Rojas Sánchez

Estimado Sres. Profesores:

Agradezco este tono tan distinto al que usaron en su primera declaración. Van acercándose así al nivel de un diálogo verdaderamente universitario. Para desarrollarlo, iré comentando, punto por punto, los acápites de su segundo texto.

1. La declaración que ustedes emitieron se refiere a mí como profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Yo no firmé en esa calidad. Lo hago siempre sólo como Gonzalo Rojas. Me represento a mí mismo y abrí el diálogo en esa instancia con todos los lectores. Para desarrollarlo existe el blog, para concretarlo están las cartas al Director. Ustedes lo trajeron al interior de la Universidad sin dirigirse personalmente a mí. Creyeron que no tenían conmigo deberes como miembros de esta comunidad.
2. Ustedes no me emplazaron por la misma vía, el Mercurio; ustedes me condenaron a través de una página propia, sin ni siquiera enviarme copia de la Declaración.
3. No, ustedes no deben pedir autorizaciones para contestar. Pero sí corresponde tener la deferencia de hacerlo dirigiéndose al interpelado si pertenece a su misma comunidad. Ustedes no lo hicieron.
a. Efectivamente, ustedes se arrogan la facultad de condenar. Así lo vuelven a afirmar, precisando que se trata de una condena ética y moral. Nadie los ha facultado para un juicio de esa gravedad. La universidad tiene instancias jurídicas y académicas para la calificación de sus profesores. Yo mismo integro la Comisión de mi Facultad hace ya tres periodos. Declaro en esta instancia que resulta gravísimo, que es un atentado a la elemental convivencia universitaria, que se vulnere la institucionalidad de nuestra universidad con este tipo de condenas. Espero que ustedes hagan un explícita renuncia a seguir utilizando este método a futuro.
b. Agradezco que reconozcan que han usado un lenguaje descalificador y les pido que precisen cuáles son mis entelequias y sofismas. Insisten, sin poder citar una sola línea, en acusarme de ³justificar crímenes de sangre²; me adjudican la calidad de abogado, que no tengo, y me imputan una doble falta, que no precisan.
c. Su pertinacia llega al punto de insistir en que hago ³una apología de la muerte de miles de chilenos². ¿Habrá alguno de ustedes que pueda citar la expresión que los llevó a esa conclusión completamente falsa y ofensiva?
4. Siempre he estado abierto al diálogo racional. Pero difícilmente la conversación puede progresar si uno de los interlocutores, yo, he sido desde el comienzo ³condenado².
a. Si ha habido rigor en su lectura, pido que se hagan las concordancias rigurosas entre mis afirmaciones y lo que ustedes me imputan. Juzgarán los lectores. Pero además, ustedes pretenden acusarme por la columna que yo no he escrito, referida a los que ustedes llaman ³los métodos represivos de la dictadura.² Me emplazan a referirme al tema, peroŠ
b. Š veo que ninguno de usted tiene ni el mínimo interés por asomarse a ³Chile escoge la libertad. La Presidencia de Augusto Pinochet Ugarte, 1973-1990², 2 vols. Una vez más, hay una explícita renuncia en ustedes a la consideración de la tarea universitaria.
c. Es notable que un selecto grupo de profesores universitarios afirme que renuncia de antemano al estudio de un libro futuro y que sólo se guiarán por eventuales reproducciones en la prensa. ¿Proceden ustedes así en sus respectivas disciplinas?
d. Agradezco que distingan ahora entre trabajo científico y divulgación personal del mismo. Pero son ustedes justamente quienes confundieron todo desde el comienzo, ³condenando enérgicamente² al universitario por su tarea divulgadora.
5. a. No veo reciprocidad en ustedes. Me habría gustado leer que tampoco ustedes me guardan rencor y que, por eso, si lo hubiesen estimado pertinente, me perdonaban. No lo han hecho. Efectivamente, yo he sido gravemente ofendido por ustedes, pero insisto, no tengo rencor, he perdonado.
b. Los veo con problemas para sumar. Su primera declaración tiene 150 firmas; la segunda, al momento de contestarles, lleva 63Š
Por mi parte, agradezco los notables apoyos de otras tantas decenas de profesores de la Universidad en su Declaración del martes 29, del Consejo de mi Facultad, del historiador Joaquín Fermandois, del Movimiento Gremial de la Universidad y de miles de personas que me han manifestado su adhesión. Es difícil que ustedes puedan dimensionar la magnitud del rechazo que han suscitado sus ofensas.

Gonzalo Rojas Sánchez
Profesor Titular

Académicos UC: mienten y persisten en mentir

Un grupo de académicos se apropia de la representatividad UC. Son activistas políticos de izquierda, que apoyan a la FEUC de izquierda, y que han tratado recientemente de linchar al profesor Gonzalo Rojas por sus opiniones de derecha.

Ellos plantean la cuestión, por tanto, de la repolitización de la UC. Los otros académicos ya no pueden quedarse en la neutralidad total, especialmente si entre los "académicos UC" hay quienes NO comparten la doctrina católica, pero SÍ utilizan el cristianismo como medio de argumentación en cuestiones opinables.


¿No hay forma de pararles el carro? ¿Son los nuevos dueños de la Universidad? ¿Le pasará a la Iglesia lo que en otras partes, que ha perdido sus universidades a manos de agitadores?

Les copio la respuesta que le dieron a Gonzalo Rojas para que se vea cómo manipulan los hechos y qué determinados están a atacar a sus adversarios.

Réplica a Gonzalo Rojas

noviembre 30, 2011
Estimado profesor Rojas:
1. Nuestra declaración se refiere a Ud. personalmente y está firmada por sus autores y adherentes, que es lo propio de la vida civilizada. Si de diálogo se trata, Ud. no habría publicado una opinión para ser leída por millones de anónimos ciudadanos.
2. Cuando alguien expone sus opiniones en un medio público y masivo, es legítimo que se le emplace por la misma vía.
3. Del mismo modo, una vez publicada una opinión, no es necesaria advertencia alguna para contestar. ¿O acaso habría que pedir alguna autorización?
a. Nadie se arroga nada, excepto ejercer el mismo derecho que Ud.: publicar una opinión, la que en este caso importa una enérgica condena. El término “condena”, convendrá Ud., no tiene necesariamente connotaciones judiciales, aunque sí éticas y morales.
b. El lenguaje descalificador es consecuencia de su propia entelequia, repleta de sofismas, puesto que al justificar crímenes de sangre (cometidos, ocultados o ignorados por quienes Ud. aparenta apoyar), haciendo recaer la responsabilidad de esas depravaciones en las propias víctimas (sin hipócritas comillas), quienes pudieron ser juzgadas y castigadas con apego al derecho, incurre Ud. en una doble falta, inexcusable en un abogado cristiano.
c. Por lo anterior, no hay distorsión alguna en nuestra lectura: Ud. efectivamente hace una apología de la muerte de miles de chilenos, con el agravante de confundir grupos de resistencia armada con los miles de ciudadanos comunes (campesinos, jóvenes, mujeres) que enfrentaron tortura o encontraron la muerte.
4. Celebramos que ahora, después de haber publicado su opinión, esté Ud. dispuesto a iniciar un diálogo racional.
a. Hemos leído su columna con el mayor rigor. Usted, en cambio, omite en su argumento los métodos represivos de la dictadura, reñidos con el honor militar, con las convenciones internacionales de guerra y con los principios más elementales del justo proceso, incluida la “desaparición” de cadáveres para evitar dar cuenta de la arbitrariedad y la crueldad. Como abogado y profesor titular, ¿por qué no se refiere a este particular aspecto de la eufemística “guerra” que Ud. denuncia?
b. Ya que Ud. no consideró pertinente invocar su propia obra en dicha columna de opinión, tampoco es del caso que nosotros recurramos a ella. Lo que aquí se comenta es un breve escrito suyo publicado en un periódico.
c. No tenemos intención de analizar su próxima obra, a no ser que la reproduzca en la prensa.
d. En una universidad que se precie de tal, todos tienen derecho (deber, en realidad) de investigar y fijar postura, y todas las opiniones están sujetas a debate. Otra cosa es reaccionar a un texto hecho público.
5. Finalmente, en respuesta a sus comentarios personales:
a. Nos alegra que no nos guarde rencor, que es cosa muy mala. Es paradójico, sin embargo, que Ud. nos declare su perdón, cuando los ofendidos en carne viva somos nosotros. Ese recurso retórico es conocido como Falacia del Victimismo.
b. Hacemos un público reconocimiento a los cientos de profesores de esta gran universidad que han adherido al repudio a su columna de opinión. Igualmente felicitamos a la FEUC (recién electa democráticamente) por su inmediato y similar repudio. Todos estamos atentos a la defensa de nuestras libertades y, muy particularmente, de la verdad.
Carlos Aguirre, Escuela de Construcción Civil
Francisco Albornoz, Escuela de Teatro
Eduardo Agosín, Facultad de Ingeniería
Lorena Amaro, Instituto de Estética
Soledad Aravena, Facultad de Letras
Carolina Becerra, Facultad de Matemáticas
Javier Cancino, Escuela de Diseño
Andrea Chignoli, Facultad de Comunicaciones
José Pablo Concha, Instituto de Estética
Marcela Cornejo, Escuela de Psicología
Mauricio Cortés, Instituto de Música
Felipe Court, Facultad de Ciencias Biológicas
Patricio Cumsille, Escuela de Psicología
Joaquin De Cea, Facultad de Ingeniería
Rodrigo De la Iglesia, Facultad de Ciencias Biológicas
Claudia Drago, Facultad de Educación
Patricia Espinosa, Instituto de Estética
Paula Errázuriz, Escuela de Psicología
Angélica Farías, Escuela de Enfermería
Eduardo Fermandois, Instituto de Filofofía
Luis Flores, Facultad de Educación
Xavier Figueroa, Facultad de Ciencias Biológicas
Gisela Frick, Facultad de Arquitectura
Ricardo Fuentealba, Escuela de Arte
Daniela Fuentes, Escuela de Enfermería
Gonzalo Gallardo, Escuela de Psicología
Eugenio Garcés, Escuela de Arquitectura
Ricardo Giesen, Facultad de Ingeniería
Milena Grass, Escuela de Teatro
Sebastián Gray, Escuela de Arquitectura
Carlos González, Facultad de Letras
Sergio Gutiérrez, Facultad de Ingeniería
Rocío Hidalgo, Facultad de Arquitectura
Loreto Holuigue, Facultad de Ciencias Biológicas
Pablo Julio, Facultad de Comunicaciones
Andrés Kalawski, Escuela de Teatro
Mariane Krause, Escuela de Psicología
Edmundo Kronmuller, Escuela de Psicología
Ana María Leñero, Facultad de Física
Gloria Martínez, Escuela de Teatro
Patricio Miranda, Escuela de Trabajo Social
Cristián Morales, Instituto de Música
Germán Morales, Escuela de Psicología
Felipe Moreno, Facultad de Letras
Andrés Moreira, Instituto de Geografía
Carmen Olivari, Escuela de Psicología
Cristián Opazo, Facultad de Letras
Juan de Dios Ortúzar, Facultad de Ingeniería
Marcela Oyadenel, Facultad de Letras
Olof Page, Instituto de Filosofía
Rodrigo Pérez de Arce, Facultad de Arquitectura
Carlos Portales, Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas
Patricia Raquimán, Facultad de Educación
Rolando Rebolledo, Facultad de Matemáticas
Carolina Rojas, Escuela de Trabajo Social
Diego Romero, Facultad de Física
Gabriela Rubilar, Escuela de Trabajo Social
Cristián Salas, Facultad de Química
Olaya Sanfuentes, Instituto de Historia
Daniela Serra, Instituto de Historia
Mike van Treek, Facultad de Teología
Laura Valledor, Facultad de Educación
Rodrigo Varas, Facultad de Ciencias Biológicas
Ruby Vizcarra, Facultad de Educación
Pablo Whipple, Instituto de Historia
Mi reconocimiento es a estos profesores por ser abiertos, dar la cara y sus nombres, sostener sus errores con confianza, y permitirnos la legítima defensa. No reconozco a ninguno de ellos como alguno de los que han salido a defender las posiciones de la Iglesia católica en el debate público: en ninguno de los asuntos que hemos debido debatir en los últimos veinte años.

NUNCA.

Invitación

Hoy se presenta el libro de Ian Henríquez sobre el principio de defensa del no nacido en el derecho civil, que es un excelente tratado de derecho civil y de filosofía jurídica sobre el tema. A las 18.30 hrs en el Museo de Arte Precolombino (un símbolo de la universalidad del amor por la vida que nace), en Moneda 361. Los esperamos.