Columna de Claudio Alvarado: excelente
Seminario en la UC: El mundo al revés
1. Autonomía universitaria: Las instituciones auténticamente universitarias requieren la libertad necesaria para proceder en la búsqueda de la verdad. Ello explica la independencia de aquéllas respecto del poder político y, en general, de cualquier agente externo que busque instrumentalizar las casas de estudios superiores para fines no-universitarios. Eso, obviamente, también incluye a las ONG como la Fundación Iguales, MOVILH y similares. Pretender que éstas puedan dictaminar qué hace o qué no hace una Universidad atenta contra la autonomía universitaria que muchos dicen promover, pero de la que pocos se acuerdan en estas circunstancias “políticamente-incorrectas”. Si dicha pretensión adquiere las características de funa, lo que hay es violencia, no diálogo racional.
2. Pluralismo: Lo anterior se torna aún más injustificado si la razón invocada para defender esas ilegítimas intromisiones es el pluralismo y la necesidad de que “todas las visiones” tengan cabida en todos y cada uno de los foros, debates, seminarios, etc. Esa pretensión, además de hipócrita (estas fundaciones no suelen invitar a contradictores a sus cursos, talleres y seminarios), atenta contra la pluralidad de la sociedad que ellos mismos dicen desear: si en cada actividad de cada organización estuvieran presentes “todas las posturas” (cosa imposible dicho sea de paso), la sociedad se uniforma y homogeniza en la “no-postura”. ¿Cómo es posible que los mismos que abogan a diario por el cultivo y expresión de diversas visiones critiquen la diversidad de proyectos educativos y la libertad para cultivar y expresar las propias ideas?
3. El fondo del asunto: se ha dicho que el seminario atentaría contra la dignidad de las personas con tendencia homosexual. Si bien las cosas se podrían haber comunicado mejor – en estas y otras ocasiones –, ello es falso. La enseñanza católica, que subyace al seminario en cuestión, reconoce la igual dignidad de todas y cada una de las personas y rechaza las discriminaciones injustas. Precisamente por ello invita a negar los determinismos y a reconocer la radical libertad que tienen las personas con tendencia homosexual, quienes al igual que cualquiera de nosotros, pueden conducirse libremente a la plenitud humana. No compartir este mensaje sería egoísta, porque tras él existe una convicción razonada de profundos bienes humanos en juego; una reflexión antropológica sustentada por tradiciones éticas y religiosas, así como también por trabajos científicos que muchos persiguen silenciar violentamente. Además, pretender silenciar este mensaje “por secretaría” implica negar la posibilidad que tienen los grupos como MOVILH e Iguales de ser tratados en igualdad de condiciones, y juzgados a partir de la fuerza racional de sus argumentos. Como todos los ciudadanos, ni más ni menos.
4. Nuestra apatía: al momento de escribir esta columna hay cartas de la FEUC y de un grupo de académicos UC promoviendo ideas contrarias a las aquí defendidas. Y el resto, prácticamente nada. ¿No hay alumnos que se organicen para decir algo al respecto? ¿Dónde están las acciones públicas de los movimientos políticos no progresistas de la UC? ¿Qué harán los académicos que adhieren a los principios de la universidad y a la autonomía universitaria? ¿Y los decanos y autoridades universitarias que entienden lo que está en juego? Como en tantas ocasiones, la pregunta es la misma: ¿Egoísmo? ¿Indiferencia? ¿Cobardía? ¿Comodidad?
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