¿La hora del populismo?
No entro al fondo de cada medida de la "Agenda Social". Concedamos que todas son buenas, arguendo, y tan buenas que un líder de la derecha populista las habría puesto en su programa, como seguramente harán Lavín, Ossandón y quizás Kast dentro de poco.
Solamente quisiera decir ahora una cosa: la violencia ha sido eficaz; el crimen sí paga.
Ya es la enésima vez que las leyes parten de la presión de una minoría violenta, más o menos violenta: las tomas universitarias son violentas, aunque no sean con incendios y muertos; las protestas y marchas "pacíficas", con niñitos en sus cochecitos, con música pop y bailes de máscaras, son frívolas pero violentas, porque terminan violando el toque de queda y dando paso a provocar a nuestros carabineros y soldados.
Los políticos, en una enésima desconexión con su pueblo, legislan ahora, encabezados por el Presidente Piñera, en contra del programa aprobado por la mayoría electoral, cuando bastaban dos años de paciencia para ver cuántos ciudadanos realmente querían cambiar de rumbo.
¡La democracia sustituida por el clamor de unos pocos a lo largo de Chile!
Por el otro extremo, la oligarquía, la plutocracia chilena apesta. Antes decían, esos mismos oligarcas, que era imposible hacer más por los pobres, por falta de dinero. De la noche a la mañana, eso mismo se hace posible, por la presión de la violencia.
Codicia aderezada con miedo.
Es urgente que al menos la parte mejor de los más ricos demuestre que en Chile no todos son oligarquía y plutocracia, sino que algunos —me consta que los hay— son aristócratas, aunque tengan vergüenza de decirlo así. Se tienen que notar: entrar en la política, aportar sus capacidades y sus recursos, sin miedos, sin vacilaciones, sin egoísmo.
Necesitamos, además, un líder populista de derecha, y los candidatos posibles ya lo saben. Es la hora de Lavín, populista liviano y camaleónico, que corre con ventaja; es la hora de Ossandón, populista demagógico, y es la hora de Kast, populista serio, un rol difícil de interpretar: el populismo con autoridad y sin demagogia.
El pueblo estará con ellos: con el orden, con la tranquilidad necesaria para progresar, y contra los bailarines y los caceroleros izquierdistas de la "protesta pacífica".
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Carta enviada a la prensa hace unos días.
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