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martes, abril 20, 2010

Proyecto de carta . . .

Aunque no suelo comentar en El Mercurio las ocurrencias del rector de la UDP, esta vez hice una excepción por amor al Papa. La envié pero no ha sido publicada. Al parecer, de momento les pareció más interesante la queja de un señor por la falta de respeto. Como si lo central no fuese la feroz calumnia.

Leed:

Calumnia de Carlos Peña

Señor Director:

Calos Peña calumnia a Joseph Ratzinger de manera grosera e
inaceptable. En efecto, presenta erróneamente una decisión que deniega
la pronta dispensa a un sacerdote como si consistiera en no castigarlo
con la expulsión. Hasta ahí, podría ser una mala interpretación de los
hechos, excusable por la ignorancia del rector en asuntos de derecho
canónico. Pero el terrible calumnista califica el hecho como
encubrimiento de un delito por parte de la Iglesia, lo cual es
imposible, porque el referido sacerdote ya había sido condenado
penalmente.

La decisión de Ratzinger de 1985 no tenía nada que ver con no aplicar
una sanción, ni menos con encubrir algo. Invito a los lectores a leer
los documentos originales. Verán que el asunto no se sustrajo a la
autoridad civil, ni a la sanción eclesiástica. La ignorancia ha
interpretado como favorable al sacerdote, quien pedía ser liberado de
sus obligaciones, lo que en realidad era una medida adversa para él,
de mayor exigencia y no de más permisividad. Esta mayor exigencia, que
añade el retraso de la dispensa (concedida finalmente en 1987) a los
castigos penales y canónicos, es lo que, según Ratzinger, exigía el
bien universal de la Iglesia. Nada tiene que ver con evitar las
consecuencias supuestamente adversas de denunciar el delito, pues
Ratzinger, hoy Benedicto XVI, siempre ha afirmado que se debe seguir
la legislación de cada país, cooperando con las autoridades civiles. Y
fue lo que se hizo en el caso citado por Carlos Peña.

Los errores de juicio, las imprudencias, y, sobre todo, los delitos e
infamias al interior de la Iglesia hieren y hieden, apenan y apestan.
Sí, sin duda, y la crítica externa, cuando está bien fundada, nos hace
bien a los católicos.

Joseph Ratzinger ha sido quien, desde siempre, ha combatido con más
rigor la batalla por la purificación. Es injusto y supone ignorancia o
mala fe calumniarlo de esta manera. Protesto.



Cristóbal Orrego Sánchez
Profesor de Derecho Natural
Universidad de los Andes

lunes, abril 19, 2010

¡Viva México, miércale!

He visto visitantes a Bajo la Lupa: Desde México, 27%; desde Chile, 10%. Nadie es profeta en su tierra. Perdón: ¡México sí es mi tierra!


Por adopción, al menos unilateral.

Defienden al Papa contra los fanáticos ingleses

The mob should lay off. The pope is completely innocent

Richard Dawkins's case against the pope is nonsense. Benedict has striven to rid the church of child abuse

Pope Benedict XVI and Dawkins

Pope Benedict XVI: Richard Dawkins and others have called for the ponitiff to be arrested over child abuse in the Catholic church. Photograph: Max Rossi/Reuters

On Sunday I appeared on The Big Questions on BBC1 to discuss whether the pope should "resign". It quickly descended into a heckling circus where calmly reasoned argument fell victim to unfocused outrage. Afterwards, two representatives of the Protest the Pope Coalition told me menacingly I had "no right" to defend Benedict XVI's record on abuse.

But shouting down the truth doesn't make it go away. I don't defend the pope because I think it is the duty of a good Catholic; I defend him because he is completely innocent of the charges made against him, and because the media has merged with the mob and misreported the facts.

The three recent stories from the US cited by Richard Dawkins and his mob as "proving" that the pope should be arrested under international law – the horrible cases of Murphy in Wisconsin, Teta and Trupia in Arizona, and now Kiesle in California – have this in common: the abuse took place in the 1970s; the police were informed and acted; the priest was suspended by his bishop; requests for dismissal from the clerical state ("defrocking") were sent to Cardinal Ratzinger's department in the Vatican, the Congregation for the Doctrine of the Faith; and some time later the priests were defrocked – except in the case of Murphy, who died during his trial.

Suspension and defrocking are two separate actions. The first can be done by a bishop, with immediate effect; the second is a lengthy process that involves Rome. Suspension – meaning a priest is no longer able to function as a priest – say mass, hear confession, act as chaplain etc – is the key action that a bishop has to take against an abusive priest to prevent him having contact with minors. If, in any of these "smoking gun" cases, the bishop failed to suspend an abusive priest immediately, he did wrong. But such failure would have had nothing to do with Cardinal Ratzinger, whose only involvement was when a request for defrocking landed on his desk.

The time Rome took over each defrocking says nothing whatsoever about cover-up or collusion. It says only that defrocking was then a complex and elaborate procedure that took too long. However, what prevented the abuse was not the defrocking but the suspension by the bishop. There is no link between the length of the defrocking process and the priest's opportunity to abuse. In fact, in the case of Kiesle, most of the abuse for which he was convicted took place after he was defrocked, when his bishop had no more control over him.

But wasn't Ratzinger in charge while all this was going on? Didn't it happen on his watch? No. From 1981 to 2001 he was in charge of a department that dealt with defrocking, but not with suspensions and penalties for paedophile priests, which were the responsibility of local bishops. A number of bishops failed to suspend the abusive priests, some of whom continued to abuse. That is the scandal. It has been exposed and dealt with, and a number of bishops have, as a result, resigned. More important, guidelines are now in place to prevent it ever happening again.

Not only was Cardinal Ratzinger not complicit in these failures, he was the Vatican official who most clearly saw what was needed to tackle the problem. Then, in 2001, Pope John Paul asked him to review the local churches' handling of clerical abuse cases. Cardinal Ratzinger asked bishops around the world to forward to him all cases where credible allegations had been made against priests.

He did this not to "cover up" the crimes – which had been reported to the local police – but to ensure that the priests were more speedily dealt with. He accomplished this by amending the procedure for defrocking to allow for a fast-track procedure that did not involve trials.

Some try to make out that Cardinal Ratzinger's 2001 letter orders a cover-up by insisting that parties observe secrecy under pain of excommunication. What it actually says is that confidentiality should be observed during church trials, to allow the victims to give evidence freely and to protect the accused until found guilty. There is nothing in that letter preventing victims reporting the case to the police, and the assumption is that they should.

Pope Benedict is not responsible for cover-up, collusion, turning a blind eye, institutional idolatry or any of the other accusations that, with greater or lesser vehemence, have been hurled at the Catholic church during recent weeks. On the contrary, he is the one in the Vatican who has done most to rid the church of this scourge. He is the one who has acted most consistently and energetically to improve the church's handling of these cases.

domingo, abril 18, 2010

Reunión suspendida

A propósito de la publicación de mi carta a El Mercurio de hace algunos días, la mujer de un preso en Punta Peuco me llamó por teléfono para venir a verme. Le conté que no estoy muy cerca del actual gobierno, donde hay algunos tipos dementes, así que no esperara nada de mi intercesión. De hecho, no espero nada bueno en temas fundamentales de verdad y de justicia. Tampoco creo que pueda ella esperar nada del sentido de la justicia del régimen actual, cuando no coincida con lo "políticamente correcto". 

Ya hemos visto que todos abandonaron a los militares —fueran culpables o inocentes—, y ahora, tras una abominable resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que defiende la homosexualidad activa y en pareja estable, muchos se preparan para entregarles los niños a los homosexuales, sin una gota de respeto por el "interés superior del menor". ¿Alguien dará la cara?

En fin, al parecer la pobre mujer se convenció de mi inutilidad, porque no llegó a la reunión de hoy a las 11 am, que teníamos programada. Dios la ayude en su desesperación. 

Aquí la carta que motivó su infundada esperanza:

Errores judiciales


Señor Director:

Hermógenes Pérez de Arce nos recuerda la injusta condena contra el
general Odlanier Mena. Es muy fuerte, en el mismo sentido, la opinión
de Gonzalo Vial. Según el destacado historiador, que siempre se opuso
a cualquier crimen y participó en la Comisión Nacional de Verdad (y
Reconciliación), Odlanier Mena es no solamente inocente de los cargos,
sino que además combatió los abusos. Se lo ha castigado por hechos
sucedidos bajo su jurisdicción, sin su orden, ni tolerancia, ni
conocimiento.

Pienso que solamente la ceguera ideológica y el odio pueden atribuir
infalibilidad a los juicios sobre derechos humanos, especialmente si
tenemos en cuenta la presión del régimen precedente para nombrar y
promover jueces inclinados a condenar a cualquiera que tuviese la más
mínima conexión, aun de mera responsabilidad de mando o política.

Por eso pido a las autoridades actuales que dispongan la investigación
de los posibles casos de condenas injustas. Es muy fácil defender los
derechos humanos políticamente correctos, y callar cuando se trata de
los derechos humanos políticamente incorrectos.



Cristóbal Orrego Sánchez
Profesor de Derecho Natural
Universidad de los Andes

Domingo

«Tristeza, sentida una vez más, el domingo. Precisamente en ese día, sobre todo, Dios es despreciado, y es ése el día en que sentimos nuestra soledad» (León Bloy, 25 de enero de 1903).

viernes, abril 16, 2010

Chillidos de maricas

Me encanta escribir al diario, solamente para ver la rabia de los bloguistas. —Enfermos de resentidos tantos de ellos. —Soy malo.

Leed:

Cartas 
Viernes 16 de Abril de 2010 

Señor Director:

Cuando algunos sugerían la conexión entre pedofilia y celibato, todos los célibes debíamos resignarnos a discutir serenamente el asunto. No sería lógico que nos enfadáramos por la hipótesis. Había que analizar los argumentos. Bastó que monseñor Bertone sugiriera otra correlación, esta vez entre homosexualidad y pedofilia, para que ya no fuese un asunto para discutir científicamente. Estalló en chillidos el mundo gay a todo lo ancho del planeta.
Lo paradójico es que ahora los homosexuales y sus defensores arguyen que la mayoría de los pedófilos no son ni exclusivamente homosexuales ni tampoco célibes, sino heterosexuales. “La mayoría de los hombres que abusan de niños están casados, divorciados, son viudos o viven con una pareja adulta”, según citaba ayer Fernando Muñoz L. Son simples tíos, padrastros, abuelos, papás, profesores, choferes, todos experimentados, lujuriosos y multisexuales.
Hizo falta que interviniera el poderoso “lobby gay” para que el mundo supiera que también los sacerdotes y los solteros son una minoría en este asunto. La fijación anticlerical no debe ocultar la necesidad de proteger a todos los niños por igual, contra todos los depredadores, “homo”, “hetero”, “bi” o “multi”, sacerdotes o laicos.
Cristóbal Orrego Sánchez
Profesor de Derecho Natural
Universidad de los Andes

miércoles, abril 14, 2010

Maricas en la Iglesia

El portavoz de la Santa Sede ha completado la información proporcionada por el Secretario de Estado. En mi opinión, esto prácticamente equivale a un desmentido o matización procedente del mismo Cardenal Bertone o del Papa en persona, pues es muy difícil pensar que un funcionario subordinado se atreva a "matizar" al Secretario de Estado si no es el mismo Secretario de Estado, o el Papa, el que así lo desea para detener la avalancha de los maricas del mundo unidos.

Está claro, entonces, que sobre la prudencia de las declaraciones del Cardenal Bertone caben dos opiniones legítimas en la Iglesia, como también acerca de dónde comienza la cobardía. ¿O acaso a los niños se les debe proteger solamente de los sacerdotes pedófilos homosexuales y no contra el asedio de los otros, que tienen entrada libre a los colegios estatales?

Leed:

DICHIARAZIONE DEL DIRETTORE DELLA SALA STAMPA DELLA SANTA SEDE, P. FEDERICO LOMBARDI, S.I.

Rispondendo a domande di giornalisti sul dibattito seguito a una intervista del Cardinale Segretario di Stato in Cile sui temi degli abusi sessuali da parte di membri del clero, il Direttore della Sala Stampa ha dichiarato:

Le autorità ecclesiastiche non ritengono di loro competenza fare affermazioni generali di carattere specificamente psicologico o medico, per le quali rimandano naturalmente agli studi degli specialisti e alle ricerche in corso sulla materia.

Per quanto di competenza delle autorità ecclesiastiche, nel campo delle cause di abusi su minori da parte di sacerdoti affrontate negli anni recenti dalla Congregazione per la Dottrina della Fede, risulta semplicemente il dato statistico riferito nella intervista di Mons. Scicluna, in cui si parlava di un 10% di casi di pedofilia in senso stretto, e di un 90% di casi da definire piuttosto di efebofilia (cioè nei confronti di adolescenti), dei quali circa il 60% riferito a individui dello stesso sesso e il 30% di carattere eterosessuale. Ci si riferisce qui evidentemente alla problematica degli abusi da parte di sacerdoti e non nella popolazione in generale.

[00514-01.01]

[B0218-XX.01]






Distintas, pero no distantes: homosexualidad y pedofilia

El 70% de los sacerdotes pedófilos son homosexuales (cifras oficiales). —Entiendo la preocupación de Bertone. —Los maricas se estremecen.

domingo, abril 11, 2010

Escándalo por falta de información

Es una lástima que la prensa, que en tema tan delicado debería informar con rigor y acudiendo a especialistas, haya presentado una decisión del cardenal Ratzinger sobre denegar una pronta dispensa de celibato como una decisión de no castigar a un sacerdote ya condenado penalmente por un delito sexual. Con razón, el Vaticano se ha negado a comentar el asunto, pues sería el cuento de nunca acabar. En efecto, en este tema puede haber muchos más documentos firmados por Joseph Ratzinger en los cuales se niegue a conceder la dispensa a sacerdotes que han incumplido sus obligaciones.

A los periodistas parece faltarles información o conocimientos del derecho canónico. 

Por eso, reitero más visiblemente la respuesta dada a la duda de un amigo bloguista, que preguntaba de buena fe.

La decisión de Ratzinger de 1981, cuando dilata otorgar la dispensa del celibato a un sacerdote, significa solamente que NO se le concede al sacerdote la dispensa de sus obligaciones sacerdotales, incluido el celibato, mientras no se estudie más detenidamente el asunto. No tiene nada que ver con NO APLICARLE una sanción, ni menos con encubrir nada. Si leen los documentos originales, verán que el asunto no se sustrajo a la autoridad civil, ni a la sanción eclesiástica. Se trata solamente DE NO CONCEDERLE UN BENEFICIO, a saber, la rápida dispensa. Esa decisión tiene por fin que los demás sacerdotes vean que no es un asunto ligero el de asumir el sacerdocio y luego ser dispensado de él. En efecto, los demás sacerdotes del mundo no tienen por qué conocer los detalles de cada caso; pero sí pueden ver, por ejemplo, si las dispensas se conceden aceleradamente o con más pausa. El bien universal de la Iglesia, al que se refiere Ratzinger, exige que se perciba la mano dura a la hora de conceder esas dispensas, para que la decisión de ordenarse no sea frívola o lígera, y también para que, en otros casos (diversos de los de desviaciones sexuales serias, o sea, de gente que nunca debió ser ordenada), los sacerdotes en crisis se den un tiempo prudente antes de asumir que la crisis es definitiva e irreversible (reitero que tiene que ser así, definitiva e irreversible, en el caso de quienes padecen desviaciones serias; pero eso no significa que deban ser dispensados rápidamente, pues su bien particular cede ante el bien común).

El retraso prudentemente previsto por Joseph Ratzinger en ningún caso implica ni que el obispo local, ni mucho menos Roma (recuerden que en ese tiempo la Santa Sede no era competente para el juicio canónico), rehuyera el castigo debido al reo (de hecho, fue castigado); ni que se permitiera que siguiera causando daño.

Todo lo contrario: una dispensa rápida hubiera significado dejarlo más libre para seguir causando daño. Lo más prudente fue dejarlo en manos del cuidado del obispo por lo menos hasta hacer un proceso y hasta que fuera más viejo. 

Pienso que incluso hoy debe seguirse el mismo criterio: apartar al acusado de toda labor con niños, vigilarlo para que no cause daño, pero demorarse en darle la dispensa de sus obligaciones como sacerdote. ¿O no cabe pensar que deshacerse inmediatamente del problema, con una dispensa rápida y sin someterlo a vigilancia y algún tratamiento, sería poner a más niños en peligro, si el sujeto procede a trabajar como profesor, chofer, etc.? 

La ignorancia de la prensa ha interpretado como favorable al acusado lo que era una medida adversa para él. Piensen que se pedía que lo dispensaran de sus obligaciones, y por el bien común de la Iglesia (nada que ver con el tema de la pedofilia, sino con el criterio de no conceder con rapidez la dispensa de la obligación sacerdotal), se da una respuesta DESFAVORABLE al sacerdote.

Obviamente habrá muchos otros casos iguales, porque era parte de la política de más exigencia instaurada por Juan Pablo II casi enseguida de asumir. Era MAS EXIGENCIA y no más permisividad con los sacerdotes que incumplían su obligación.

El caso será claro para cualquiera que sepa derecho canónico, y reitero que no implica en ningún momento autorizar al culpable a que siga actuando. La prensa, por ignorancia (a veces, por mala fe), presenta un caso de rigor con el culpable (demorarse en darle una dispensa de celibato) como si fuera un caso de ocultamiento por el bien común (reitero que en este caso ES IMPOSIBLE: de la carta del obispo se advierte claramente que el sacerdote YA HABIA SIDO CONDENADO PENALMENTE). Lo que se hace por el bien común es retrasarle la concesión de la dispensa (de hecho, se retrasa de 1981 a 1987): no se sacrifica el bien particular de ningún niño, sino el bien particular del ofensor que pide la dispensa.

Más claro no puedo exponerlo. Y agradezco a los lectores, incluso anticlericales, la lectura de buena fe. El asunto es suficientemente horroroso con las culpas reales como para andar inventando culpas que no existen.


viernes, abril 09, 2010

Sobre el debate en la Iglesia

El estudio sereno y profundo de la doctrina católica, incluyendo la historia de la Iglesia y la moral, unido todo a la sintonía interior con la vida de la Iglesia, es el camino para poder distinguir lo perenne de lo temporal, lo dogmático de lo opinable, lo que viene de Dios de lo que viene de los hombres. Benedicto XVI ha dicho claramente que, si pudiéramos hacer una Iglesia a nuestro gusto, sería clara señal de que no es la Iglesia que viene de Dios. La ordenación exclusivamente de varones normales (también en su madurez sentimental y su equilibrio psico-sexual) es parte del dogma católico sobre el sacerdocio. La Iglesia católica, por venir de Dios y no de los hombres, no tiene el poder de cambiar esto. Las otras religiones pueden hacer lo que les venga en gana. El celibato apostólico, por su parte, ha sido introducido por Jesucristo mismo como don y como modelo; reafirmado por San Pablo; y extendido por la práctica de la Iglesia, con abundantes frutos. Las excepciones posibles no deben hacer perder de vista lo esencial.

lunes, abril 05, 2010

George Weigel defiende al Papa

Claridad de ideas de George Weigel en First Things

Leed:

Scoundrel Time(s)
The sexual and physical abuse of children and young people is a global plague; its manifestations run the gamut from fondling by teachers to rape by uncles to kidnapping-and-sex-trafficking. In the United States alone, there are reportedly some 39 million victims of childhood sexual abuse. Forty to sixty percent were abused by family members, including stepfathers and live-in boyfriends of a child’s mother—thus suggesting that abused children are the principal victims of the sexual revolution, the breakdown of marriage, and the hook-up culture. Hofstra University professor Charol Shakeshaft reports that 6-10 percent of public school students have been molested in recent years—some 290,000 between 1991 and 2000. According to other recent studies, 2 percent of sex abuse offenders were Catholic priests—a phenomenon that spiked between the mid-1960s and the mid-1980s but seems to have virtually disappeared (six credible cases of clerical sexual abuse in 2009 were reported in the U.S. bishops’ annual audit, in a Church of some 65,000,000 members).

Yet in a pattern exemplifying the dog’s behavior in Proverbs 26:11, the sexual abuse story in the global media is almost entirely a Catholic story, in which the Catholic Church is portrayed as the epicenter of the sexual abuse of the young, with hints of an ecclesiastical criminal conspiracy involving sexual predators whose predations continue today. That the vast majority of the abuse cases in the United States took place decades ago is of no consequence to this story line. For the narrative that has been constructed is often less about the protection of the young (for whom the Catholic Church is, by empirical measure, the safest environment for young people in America today) than it is about taking the Church down—and, eventually, out, both financially and as a credible voice in the public debate over public policy. For if the Church is a global criminal conspiracy of sexual abusers and their protectors, then the Catholic Church has no claim to a place at the table of public moral argument. 

The Church itself is in some measure responsible for this. Reprehensible patterns of clerical sexual abuse and misgovernance by the Church’s bishops came to glaring light in the U.S. in 2002; worse patterns of corruption have been recently revealed in Ireland. Clericalism, cowardice, fideism about psychotherapy’s ability to “fix” sexual predators—all played their roles in the recycling of abusers into ministry and in the failure of bishops to come to grips with a massive breakdown of conviction and discipline in the post-Vatican II years. For the Church’s sexual abuse crisis has always been that: a crisis of fidelity. Priests who live the noble promises of their ordination are not sexual abusers; bishops who take their custody of the Lord’s flock seriously, protect the young and recognize that a man’s acts can so disfigure his priesthood that he must be removed from public ministry or from the clerical state. That the Catholic Church was slow to recognize the scandal of sexual abuse within the household of faith, and the failures of governance that led to the scandal being horribly mishandled, has been frankly admitted—by the bishops of the United States in 2002, and by Pope Benedict XVI in his recent letter to the Catholic Church in Ireland. In recent years, though, no other similarly situated institution has been so transparent about its failures, and none has done as much to clean house. It took too long to get there, to be sure; but we are there.

These facts have not sunk in, however, for either the attentive public or the mass public. They do not fit the conventional story line. Moreover, they impede the advance of the larger agenda that some are clearly pursuing in these controversies. For the crisis of sexual abuse and episcopal malfeasance has been seized upon by the Church’s enemies to cripple it, morally and financially, and to cripple its leaders. That was the subtext in Boston in 2002 (where the effort was aided by Catholics who want to turn Catholicism into high-church Congregationalism, preferably with themselves in charge). And that is what has happened in recent weeks, as a global media attack has swirled around Pope Benedict XVI, following the revelation of odious abuse cases throughout Europe. In his native Germany, Der Spiegel has called for the pope’s resignation; similar cries for papal blood have been raised in Ireland, a once-Catholic country now home to the most aggressively secularist press in Europe. 

But it was the New York Times’ front page of March 25 that demonstrated just how low those determined to bring the Church down were prepared to go.

Rembert Weakland is the emeritus archbishop of Milwaukee, notorious for having paid hundreds of thousands of dollars to satisfy the demands of his former male lover. Jeff Anderson is a Minnesota-based attorney who has made a substantial amount of money out of sex abuse “settlements,” and who is party to ongoing litigation intended to bring the resources of the Vatican within the reach of contingency-fee lawyers in the United States. Yet these two utterly implausible—and, in any serious journalistic sense, disqualified—sources were those the Times cited in a story claiming that, as cardinal prefect of the Congregation for the Doctrine of the Faith [CDF], Joseph Ratzinger, later Benedict XVI, had prevented sanctions against Father Lawrence Murphy, a diabolical Milwaukee priest who, decades before, had abused some 200 deaf children in his pastoral care. This was simply not true, as the legal papers from the Murphy case the Times provided on its Web site demonstrated (see here for a demolition of the Times’ case based on the documentary evidence it made available). The facts, alas, seem to be of little interest to those whose primary concern is to nail down the narrative of global Catholic criminality, centered in the Vatican.

The Times’ descent into tabloid sourcing and innuendo was even more offensive because of recent hard news developments that underscore Pope Benedict’s determination to root out what he once described as the “filth” in the Church. There was, for example, the pope’s March 20 letter to the Catholic Church in Ireland, which was unsparing in its condemnation of clerical sexual offenders (“. . . you betrayed the trust that was placed in you by innocent young people and their parents and you must answer for it before Almighty God and before properly constituted tribunals”) and unprecedented in its critique of malfeasant bishops (“grave errors of judgment were made and failures of leadership occurred . . . [which have] undermined your credibility and effectiveness”). Moreover, the pope mandated an Apostolic Visitation of Irish dioceses, seminaries, and religious congregations—a clear indication that dramatic leadership change in Ireland is coming. In framing his letter to Ireland so vigorously, Benedict XVI succeeded in overcoming the institutional Vatican preference for the subjunctive in dealing with situations like this, and the pleas of Irish bishops that he cut them some slack, given the intense pressures they were under at home. That the pope rejected both curial and Irish opposition to his lowering the boom ought to have made clear that Benedict XVI is determined to deal with the problem of sexual abuse and episcopal misgovernance in the strongest terms. But for those obsessing over whether a pope had finally “apologized” for something (as if John Paul II had not spent a decade and a half “cleansing the Church’s historical conscience,” as he put it), these unmistakable signals were lost. 

Then there was the March 25 letter from the leadership of the Legionaries of Christ to Legionary priests and seminarians and the Legion-affiliated movement, Regnum Christi. The letter disavowed the Legion’s founder, Father Marcial Maciel, as a model for the future, in light of revelations that Maciel had deceived popes, bishops, laity, and his brother Legionaries by living a duplicitous double life that included fathering several children, sexually abusing seminarians, violating the sacrament of penance, and misappropriating funds. It was Joseph Cardinal Ratzinger who, as prefect CDF, was determined to discover the truth about Maciel; it was Pope Benedict XVI who put Maciel under virtual ecclesiastical house arrest during his last years, and who then ordered an Apostolic Visitation of the Legion of Christ that is currently being concluded: hardly the acts of a man at the center of a conspiracy of silence and cover-up. 

While the Vatican has been far quicker in its recent response to irresponsible media reports and attacks, it could still do better. A documented chronology how the archdiocese of Munich-Freising handled the case of an abusing priest who had been brought to Munich for therapy while Ratzinger was archbishop would help buttress the flat denials, by both the Vatican and the archdiocese, that Ratzinger knowingly reassigned a known abuser to pastoral work—another charge on which the Times and others have been chewing. More and clearer explanations of how the canonical procedures put into place at CDF several years ago have accelerated, not impeded, the Church’s disciplining of abusive clergy would also be useful. 

So, of course, would elementary fairness from the global media. That seems unlikely to come from those reporters and editors at the New York Times who have abandoned any pretence of maintaining journalistic standards. But it ought not be beyond the capacity of other media outlets to understand that much of the Times’ recent reporting on the Church has been gravely distorted, and to treat it accordingly. 

George Weigel, Distinguished Senior Fellow of Washington’s Ethics and Public Policy Center, is the author of The Courage To Be Catholic: Crisis, Reform, and the Future of the Church (Basic Books).

domingo, abril 04, 2010

¿Quién se atreverá a decir toda la verdad?

Hasta ahora no he encontrado a nadie, ni dentro ni fuera de la Iglesia, que se atreva a decir toda la verdad sobre la crisis moral que la afecta. La concentración en la pedofilia de algunos sacerdotes, más el llamado mal manejo de los casos por algunos obispos, ha impedido atender el cuadro global, que es mucho más siniestro.

¿O será parte de esa misma cultura del ocultamiento que el Papa ha lamentado a propósito de Estados Unidos y de Irlanda?

sábado, abril 03, 2010

Idea: limpiar a fondo el fango

El Mercurio, Cartas, Sábado 03 de Abril de 2010


 
Comisión de limpieza





Señor Director:



El régimen pasado propuso a un hombre del segundo piso de Bachelet para presidir Flacso-Chile, y dos días después le transfirió a este organismo un millón de dólares para un “proyecto académico extraordinario” (“El Mercurio”, 1 de abril). La operación parece el pago de un favor o el financiamiento generoso de la continuidad laboral de un favorito de Palacio.



Estoy cierto de que se trata solamente de una apariencia, como probablemente ha sucedido también con las informaciones confusas sobre extensión de contratos, pérdidas de computadores, gastos de los fondos de la Comisión Bicentenario, ejecución presupuestaria acelerada en enero-marzo, además de los otros acontecimientos durante el reinado de la Concertación.



El nuevo Gobierno debería deslindar responsabilidades. Sería inadecuado que culpara a la herencia de la izquierda por problemas que se detectaren dentro de uno o dos años. Por eso me atrevo a sugerir que establezca una comisión con personas honestas de todo el espectro político para investigar la corrupción durante los últimos 20 años. A ella podrían concurrir todos los que se considerasen agraviados y quienes pudieran aportar información relevante. Solamente así podremos despejar las dudas, enviar los antecedentes a la justicia —sin prejuzgar responsabilidades—, obtener una imagen completa del fenómeno —en lugar de añadir una pincelada cada día al cuadro— y adoptar las medidas que contribuyan, dentro de lo posible, a evitar que las prácticas indebidas vuelvan a instalarse en el aparato público.



Cristóbal Orrego Sánchez

Profesor de Derecho Natural

Universidad de los Andes

Obama amplía el aborto apoyado por monjas

Los bien informados sabemos que la nueva ley de salud de Obama no renunció a financiar y a ampliar el aborto. Si no fuera por su intransable objetivo antivida, muchos la habrían apoyado para ampliar la atención de salud a tanta gente. Me decepciona que, finalmente, el poder le haya doblado la mano a los líderes que la rechazaron al inicio. No me extrañaría que, como sucedió con Martin Luther King (dejó de oponerse al control de la natalidad de los negros cuando lo chantajearon con revelar su mujeriega vida privada), haya habido chantajes de por medio. Esperemos y lo sabremos.

Les dejo el detalle de la noticia con NG:

NOTICIAS GLOBALES, Año XIII. Número 907, 14/10. Gacetilla n° 1030. Buenos Aires, 03 abril 2010

1030) USA: OBAMA TIENE SU LEY DE ABORTO CON APOYO DE LAS MONJAS DISIDENTES. Fuentes: al pie. Por Juan C. Sanahuja. Viene de NG 1026 y 1027

La orden ejecutiva firmada por Obama no evitará la financiación del aborto. Los obispos no se dan por vencidos. Euforia abortista. Capital apoyo a la ley de las monjas disidentes.

El domingo 21 de marzo, la Cámara de Representantes sancionó “el proyecto del Senado” de la reforma sanitaria del presidente Obama, el llamado “ObamaCare”. El gobierno consiguió el voto de 219 demócratas; votaron en contra los 178 republicanos y también 34 demócratas, (vid. NG 1026 y 1027)

El resultado se debió a la claudicación del principal opositor demócrata a la financiación del aborto voluntario (a petición), Bart Stupak, que bajó los brazos tal como lo hiciera en su momento (24-12-09) el senador demócrata Earl Benjamin "Ben" Nelson, que encabezó la oposición a esa financiación en el Senado. (Vid. NG 1026).

No obstante, para conseguir los votos necesarios en la Cámara de Representantes, Obama prometió una orden ejecutiva -un decreto- prohibiendo la financiación del aborto con fondos federales. Obama promulgó la ley el 22 de marzo y el 23 firmó la orden ejecutiva. La urgencia por sancionar el texto legal hizo que algunos de sus apartados tuvieran que ser tratados otra vez por el Senado. Al fin, el 30 de marzo, el presidente promulgó la segunda parte de la ley, sin que este paso alterase la cuestión de los fondos para el aborto. Es de notar que entre las enmiendas a la ley que la mayoría demócrata del Senado rechazó, se encontraba la que prohibía la distribución de la píldora RU-486 (mifepristona), el pesticida humano, que mata al embrión cuando éste está implantado en el útero de la mujer.

Los obispos no se dan por vencidos

El 23 de marzo, antes de que Obama firmase la orden ejecutiva, el Cardenal Francis George, arzobispo de Chicago y presidente de la Conferencia Episcopal, hacía pública otra declaración del comité ejecutivo de la Conferencia en la que, si bien reconocen que la nueva ley extiende los beneficios de salud a una parte de la población desprotegida, también afirman: “como obispos católicos nos hemos opuesto a su aprobación porque hay pruebas convincentes de que aumentaría el papel del gobierno federal en la financiación y facilitación del aborto y de los planes que incluyen el aborto. La ley destina cientos de millones de dólares de financiación a la salud sin prohibir explícitamente el uso de esos fondos para el aborto, y proporciona subsidios federales a planes que incluyen abortos voluntarios (a petición), (…) el mismo hecho de que sea necesaria una Orden Ejecutiva para clarificar la legislación, señala las deficiencias de la ley. No entendemos como una Orden Ejecutiva, no importa la buena intención con que se haya firmado, puede sustituir el mandato de la ley. La ley también es gravemente deficiente porque no otorga protección a la objeción de conciencia (tanto en lo referente al aborto como más allá de este contexto)”. (Vid. Sobre otras intervenciones vid NG 993, 994, 1026 y 1027)

Se financiarán abortos

El 26 de marzo, se dio a conocer el dictamen del comité jurídico de la Conferencia Episcopal que confirmaba las sospechas de algunos asesores de la misma Conferencia y de dirigentes de organizaciones pro-vida. La orden ejecutiva firmada por Obama no evitará la financiación del aborto a petición con fondos federales, ya que no pone límites a la utilización de dinero que recibirán de los Community Health Centres (centros comunitarios de salud), que podrá ser usado para financiar abortos.

A su vez, la columnista del Washington Post, Kathleen Parker, escribía el 28 de marzo que las disposiciones sobre el aborto de la nueva ley no pueden corregirse con una orden ejecutiva, sino con otra ley del Congreso. Además, dice Parker, tanto la ley como el decreto de Obama, han sido redactados en modo “intencionalmente complicado”: por un lado las omisiones, “el problema no es lo que dicen sino lo que no dicen”; y por otro, tienen partes redactadas en lenguaje “pantanoso”.

Para Parker las nuevas disposiciones legales sobre el sistema de salud dan un rodeo para saltarse la enmienda Hyde (1976-1977), que prohíbe la financiación del aborto con fondos federales. El dinero para los abortos llegará a los Centros comunitarios de salud, ya que su presupuesto fue dejado intencionalmente fuera del alcance de la orden ejecutiva de Obama. “Esta administración siempre tuvo voluntad de financiar el aborto, y ahora tiene el camino para hacerlo”, concluye Parker. (Vid. 915, 927, 956, 960)

Euforia abortista

Planned Parenthood (PP, Paternidad Planificada), filial en USA de la IPPF, la industria internacional del aborto y la perversión de menores, festejó la sanción de la ley como una “gran victoria para la salud de la mujer”.

Cecile Richards, presidente de la organización, calificó de “gesto simbólico” la orden ejecutiva de Obama, y agregó que PP “aplaude la disposición de la ley de ampliar la cobertura en planificación familiar de Medicaid, lo que aumenta considerablemente el acceso a cuidados de salud preventiva para millones de mujeres". (Nota: “cuidados de salud preventiva para las mujeres”, es un eufemismo usado para no usar la palabra aborto).

"Como resultado de esta histórica ampliación de la cobertura sanitaria -dijo Richards-, los médicos, enfermeras y otros profesionales de la salud que trabajan en los centros de salud de Planned Parenthood, podrán atender a mucha más gente”. (Nota: los centros de PP se dedican exclusivamente al aborto quirúrgico; a distribuir elementos para aborto químicos; y a la provisión de anticonceptivos).

Gratitud abortista a las monjas rebeldes (vid. NG 1027)

Días después, la misma Cecile Richards felicitó y agradeció a las monjas disidentes, que apoyaron el proyecto de reforma del sistema de salud, “fue un apoyo trascendental” para este proyecto de ley que aumenta significativamente la cobertura en "salud reproductiva", (vid. Life Site, 29-03-10; Life News, 29-03-10). Richards elogió la “valentía” de las monjas rebeldes “que rompieron con los obispos y el Vaticano para apoyar la reforma”.

Recordemos que estas religiosas se aglutinan en la Leadership Conference of Women Religious (LCWR), que está sometida a dos investigaciones por parte de la Santa Sede. FIN, 03-04-10

Fuentes: Propias, CNA/EWTN News, 19-03-10, 23-03-10, 24-03-10; CNA, 27-03-10; 29-03-10; Life Site, 19-03-10, 20-03-10, 21-03-10, 23-03-10; Life News, 20-03-10, 23-10-10, 26-03-10, 29-03-10; 30-03-10, 31-03-10, The Washington Post, 22 al 30-03-10; The New York Times, 22 al 28-03-10

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NOTICIAS GLOBALES es un boletín de noticias sobre temas que se relacionan con la PROMOCIÓN Y DEFENSA DE LA VIDA HUMANA Y LA FAMILIA. Editor: Pbro. Dr. Juan Claudio Sanahuja; E-mail: noticiasglobales@noticiasglobales.org ; http://www.noticiasglobales.org ;

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jueves, abril 01, 2010

Grandes Inquisidores: Carlos, Felipe y Yo

Uno de los efectos saludables e increíbles de la crisis de lapedofilia es que Carlos Peña y Felipe Berríos se han unido a la manodura y la tolerancia cero de Benedicto XVI en un asunto de moral sexual. Quizás la pedofilia ha terminado de ser el último reducto dela intolerancia transversalmente compartida.
Sin embargo, los dos sequedan cortos en sus respectivas propuestas.

Carlos Peña afirma que la ciudadanía —también los no creyentes— tienederecho a exigir rigor a la Iglesia en la protección de los niños. De acuerdo, pero se ha de ir más allá, porque todos los niños merecen lamisma protección, sin discriminación por cuenta del tipo de institución que los educa.
Sería un error concentrarse de manera especial en la Iglesia, pues sabemos que los delitos de pedofilia cometidos por eclesiásticos son una ínfima minoría del total, aun siendo individualmente más graves por cometerlos sacerdotes. El Estado incurriría en falta e injusticia contra la mayoría de los niños, que noestudian en colegios católicos, si no pusiera igual celo y rigor en protegerlos de los depredadores laicos.
Porque la mayoría de los depravados sexuales son laicos.
El columnista también se queda corto al ignorar que el 60% de los sacerdotes implicados en casos mal llamados de pedofilia eran, simplemente, homosexuales atraídos por adolescentes (efebofilia homosexual).
La Iglesia ya ha tomado cartasen el asunto, prohibiendo la admisión de homosexuales al sacerdocio; pero, ¿qué puede hacer "la ciudadanía laica" a este respecto, con los homosexuales en colegios, piscinas, buses escolares, hospitales para niños, etc.?

Felipe Berríos, por su parte, identifica el terremoto en la Iglesia con la pedofilia, y propone abrir una investigación amplia de todas las diócesis y congregaciones en Chile. Él promotor de la más amplia tolerancia y comprensión en otras materias, ahora emerge como Gran Inquisidor.
Pero yo soy más Gran Inquisidor que él. A Inquisidor, el CBH no me la gana. Pues él también se queda corto. Los casos de pedofilia son la punta del témpano, pero no debemos seguir manteniendo en secreto la raíz: la mala teología y la praxis perversa de quienes por décadas han promovido la violencia, por una parte, y la liberación sexual, por otra.
Se trata de una crisis de fe muyprofunda.
Por eso, si se ha de aprovechar la oportunidad para purificar a la Iglesia, como Felipe y yo y el Papa queremos, pienso que se ha de realizar una investigación más amplia, dirigida por obispos valientes y totalmente fieles al Papa, que se atrevan a pararles los pies también a los sacerdotes que, sin ser pedófilos, se han contaminado con la lucha de clases y han combatido solapada o abiertamente la doctrina católica sobre la moral sexual.
A ver quién se atreve.