Entrevista al Dr. Gustavo Sánchez Rojas
Profesor de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima
por Manuel UGARTE CORNEJO
(FeyFamilia/25Set.05).
—¿Qué es la Teología Marxista de la Liberación
(TLM)?
—La Teología de la Liberación en general, es una corriente
teológica que tomando el tema bíblico de la liberación
tal como aparece en el Antiguo y Nuevo Testamento (en el Éxodo, en San
Pablo, etc.), busca una aplicación de las enseñanzas de la Revelación
a las cuestiones sociales. Esto que en sí mismo es una cosa buena y
valiosa.
Pero hay muchas teologías de la liberación, y una de ellas toma
como elemento hermenéutico el análisis marxista —lo que
conocemos como el materialismo histórico—para poder interpretar
la realidad social tan compleja y difícil que se vive sobre todo aquí en
América Latina y para transformar esa misma realidad social. Ese tipo
de pensamiento es el que ha recibido el nombre de Teología Marxista
de la Liberación (TLM).
—¿Cuáles son los principales errores en que incurre la
TLM?
—En primer lugar está el hecho de asumir que la teología —y
son definiciones que ellos mismos dan— es la reflexión crítica
sobre la praxis histórica a la luz de la Palabra. Eso significa que
la teología ya no reflexiona sobre la Revelación, sino sobre
el hecho concreto —que ellos llaman la praxis histórica— que
es la lucha de los pobres y oprimidos por su liberación.
Esta hermenéutica, esta metodología, ha sido juzgada por la
Congregación para Doctrina de la Fe, en su Instrucción “Libertatis
nuntius", como un error porque desde esa perspectiva lo que se está haciendo
no es teología sino sociología religiosa (…), y seguramente
el hecho de que la TLM se quede en un plano meramente político es uno
de sus defectos principales.
Lo segundo: el asumir el análisis marxista. Pienso que ese es el tema
central y lo que trae esas desviaciones y riesgos de desviación “ruinosos
para la fe y la vida cristiana” que también señalaba en
su momento la “Libertatis nuntius”. Desde la asimilación
del análisis marxista se reinterpreta todo lo cristiano y desde allí aparecen
otra serie de problemas.
—¿Cómo cuáles?
—Por ejemplo, la salvación se interpreta como una realidad meramente
horizontal con la consecución de una armonía que se queda en
el plano político; Jesucristo es visto como un líder político,
como un revolucionario, como un subversivo, así lo han llamado, y se
pierde de vista su dimensión divina.
Algunos teólogos de la liberación, a partir de estos supuestos,
han afirmado que Jesucristo no es persona divina, sino que es simplemente un
hombre en el cual Dios manifiesta su amor por los pobres, por los oprimidos.
Cosa, que así tomada, es herejía.
Hay un tercer aspecto en el cual, sobre una visión muy reductiva, la
Iglesia es vista como el pueblo oprimido que lucha su liberación, se
interpreta como “iglesia popular”, un nombre que se plasmó en
la Nicaragua de los años '80, y que obviamente fue un experimento que
fracasó; pero se entiende a la Iglesia como los que luchan por la liberación,
por lo tanto quienes no participan de esa lucha no son iglesia, quedan de alguna
manera excluidos lo cual lleva pues a un sectarismo.
—¿Alguno más?
En cuarto lugar, hay también todo un problema a la hora de entender
qué cosa es la Eucaristía. Para ellos, la Eucaristía ya
no es el sacramento que nos remite al sacrificio de Jesucristo en la cruz y
su Resurrección, sino más bien un momento en que el pueblo oprimido
toma conciencia de su opresión y de su lucha liberadora. La Eucaristía
se convierte en un momento de concientización ideológica.
Todo esto que estoy mencionando no es una apreciación particular, son
los aspectos negativos señalados por la Congregación para la
Doctrina de la Fe, en la instrucción que ya mencionamos, “Libertatis
nuntius”, y que es la mejor síntesis de los aspectos negativos
y erróneos de la TLM, con sus riesgos de desviaciones que son “ruinosos —dice
así la instrucción— para la fe y para la vida cristiana”.
Considerado uno de los padres de la TLM, Leonardo Boff abandonó el
sacerdocio y se puso al margen de la Iglesia. Ahora se ha casado y no se reconoce
como católico
—¿Quiénes son sus representantes más importantes?
—Los más importantes, o más conocidos por lo menos, son,
aquí en Perú, Gustavo Gutiérrez; en Brasil, Leonardo Boff,
Juan Bautista Libânio, Pedro Casaldáliga y Helder Cámara,
los dos últimos obispos; en El Salvador está el jesuita catalán
que se llama Jon Sobrino, en Chile el teólogo Ronaldo Muñoz,
en Uruguay el jesuita Juan Luis Segundo. Son numerosos los pensadores que representan
este tipo de corriente.
—Gustavo Gutiérrez al definir la TLM, la presente como “la
opción por los pobres”. ¿Acaso esta teología no
pretendería responder también a una sana liberación de
la situación de pobreza?
—Efectivamente él habla de la “opción por los pobres” y
dice que la Teología de la Liberación surge como un modo concreto
de solidarizarse con los oprimidos. Y así entendido seguramente no habría
mayor problema. La “opción por los pobres” es un elemento
que los Obispos de América Latina en Puebla han presentado como fundamental
para la Iglesia de nuestro tiempo.
Pero la dificultad está en entender qué cosa significa "pobre" para
la Teología de la Liberación, y en concreto para Gustavo Gutiérrez.
Una revisión de sus principales libros, que son sin lugar a duda, "Teología
de la liberación. Perspectivas", en su última edición
del año 1988, y "La fuerza histórica de los pobres",
muestra que para él "pobre" no es el humilde, el que confía
en Dios, no es ni mucho menos el que nos presenta la Sagrada Escritura.
"Pobre" para él es el oprimido, el proletario, y cito textualmente "La
fuerza histórica de los pobres" en la pág. 79, el proletario —dice— que
es explotado y que lucha justamente por su liberación. Para él “pobre” es
el miembro de una clase social que está enfrentada y en lucha contra
otra clase social explotadora y opresora.
Entonces el problema no es la “opción por el pobre”, el
problema es la concepción ideológica marxista que tiene él
de "pobre". Esa es la dificultad.
—En sus argumentos, los teólogos de la liberación llegan
a citar documentos del Magisterio, citan encíclicas y documentos de
las conferencias generales del episcopado latinoamericano. ¿Ello no
es muestra de una preocupación por mantenerse fieles a la Iglesia o
nutrirse de ella?
—La cuestión no es tanto que citen. Citar está muy bien,
el problema es cuál es la interpretación que ellos sacan de esas
citas. La labor del teólogo es profundizar y continuar lo que el Magisterio
va señalando, orientando, sugiriendo. En el caso de los teólogos
de la liberación, una revisión de sus libros basta para darse
cuenta que es al revés. Ellos exponen sus ideas con el apoyo de las
así llamadas ciencias sociales y el análisis marxista, y a continuación
viene la cita del Magisterio, de la encíclica, de algún obispo,
en orden a refrendar lo que ellos ya han pensado. Quiere decir que en ese sentido
hay una inversión completa de lo que debería ser una sana teología.
El rostro ideológico y conflicto de la TLM
—¿Algún hecho concreto que sirva para demostrar ese rostro
ideológico, conflicto y hasta violento de la TLM?
—Cuando en Nicaragua triunfa la revolución sandinista (con las
ideas marxistas) en el año 1979, este país se convierte en una
especie de terreno experimental de las ideas de la TLM. Allí se crea
y organiza una “iglesia popular” que ha sido siempre el reclamo
de teólogos como Gutiérrez o el mismo Boff, con todas las características
que allí señalan: una iglesia que nace del pueblo, que es de
los oprimidos que luchan por su liberación, una iglesia clasista —son
palabras que usan ellos—, y una iglesia que en nombre de esta conciencia
de clase se opone a la jerarquía.
La iconografía de la TLM muestra su caracter ideológico, conflicto
y violento. En Nicaragua el sacerdote Gaspar García murió peleando
fusil en mano. En Perú la religiosa Nelly Evans formó parte de
Sendero Luminoso
—¿Otros casos?
—Aún cuando no sea propiamente el caso de la TLM, porque es anterior,
está el famoso sacerdote colombiano Camilo Torres, muy amigo de Gustavo
Gutiérrez y, como él, también un gran admirador del marxismo
y toda su teoría revolucionaria y clasista. Él ha sido uno de
los muchos sacerdotes en América Latina que, lamentablemente, imbuidos
de marxismo han abandonado su ministerio y han empuñado las armas para
buscar supuestamente la justicia por medio de la fuerza.
En Nicaragua hay otro caso muy conocido con el sacerdote Gaspar García
Laviana, que es todo un símbolo para la revolución sandinista.
Murió efectivamente peleando fusil en mano. Aquí en Perú,
por ejemplo, y esto creo que todos lo conocemos, está la religiosa,
que admiradora de todo este pensamiento liberacionista y marxista, se radicaliza,
deja su congregación y termina formando parte del grupo terrorista Sendero
Luminoso. Es la religiosa Nelly Evans Risco. Actualmente purga cadena perpetua.
Ciertamente son casos tristes donde la ideologización lleva a los religiosos
y sacerdotes, primero a la pérdida de su identidad como religiosos o
como ministros. Y en segundo lugar, y más grave si cabe, a la pérdida
de la fe.
—Muchos de estos teólogos han recibido reconocimientos internacionales.
Gustavo Gutiérrez fue galardonado con el premio Príncipe de Asturias,
y recientemente ha sido nombrado Honoris Causa por una universidad en Chiclayo. ¿Ello
significa que sus tesis siguen vigentes y tienen respaldo?
—Yo personalmente creo que las tesis de la Teología de la Liberación
están en un proceso de reformulación y de cambio, porque el hecho
de que su estructura de base, que era el marxismo, ya no tiene ni la vigencia
ni el protagonismo que tuvo hace unas décadas, ha obligado a que la
TLM asuma nuevas formas sin abandonar los temas y los principios que estuvieron
en sus orígenes.
El hecho de que Gustavo Gutiérrez reciba un premio como el Príncipe
de Asturias no le da valía teológica o religiosa a su pensamiento
liberacionista (…). No es un reconocimiento a su carácter religioso
ni mucho menos, ni tampoco a sus ideas cristianas o católicas. Es un
reconocimiento a una labor que seguramente desde una perspectiva profana se
considera válida: la cercanía con los pobres. Pero no es una
especie de valoración ni de la teología, con toda seguridad,
ni tampoco de su vivencia cristiana personal.
—¿La TLM ha muerto o ha cambiado de estrategia?
—Yo pienso que no ha muerto, pero sí está bastante venida
a menos. Ya no tiene toda la atención que antes se le prestaba. La TL
efectivamente está proyectándose en otras alternativas teológicas
como medio de mantener una presencia. Tenemos a la “teología india” sobre
todo en México y Brasil, que se inspira en toda la reivindicación
propuesta por la TL.
Están también las diversas “teologías feministas” que
han recogido de la TL la dialéctica del opresor-oprimido. Y en algunos
casos también se plantea la existencia de una “eco-teología” que
es un sincretismo entre teología y ecología, en orden a que la
tierra también es una oprimida por la actividad destructora y avasalladora
del capitalismo o del neoliberalismo.
Son instancias que de alguna manera mantienen todavía con cierta vigencia
a la TL, pero que ya se apartan un poco de lo que fue la TL en su momento más
clásico.
—¿Ya no es tan peligrosa como hace unas décadas?
—El problema está en que las cosas erróneas que señaló la
TLM no han sido rectificadas. Sus autores en general no han rectificado prácticamente
nada de lo que han dicho y si bien es verdad que ahora tocan otro tipo de temas,
rectificación de los puntos equivocados que se vieron en los comienzos
no ha habido. Eso es lo peligroso.
—¿Si la opción por los pobres no es esta TLM, cuál es
entonces?
—La opción por los pobres es la que la Iglesia practica desde
Jesucristo, que ha seguido practicando a través de los padres de la
Iglesia, a través de sus santos, y que se plasma también en la
vida cotidiana y concreta de la Iglesia en todo el mundo y en América
Latina.
Todos los días y en todas partes, nosotros podemos ver religiosos,
laicos, que comprometidos con su fe van, y de manera silenciosa y discreta,
en una forma muy sencilla y humilde, ayudan a los más necesitados, se
dedican en cuerpo, alma y espíritu a los más pobres, ponen en
juego incluso su vida para atender a aquellos que son los más desposeídos.
Yo pienso que esa es la verdadera opción por los pobres, una opción
por los pobres que se basa en Jesucristo y en el Evangelio y no en alguna ideología
o algún préstamo de tipo político o sociológico.
Pienso por ejemplo en la Madre Teresa, en las religiosas de la Caridad, pienso
en las obras solidarias de Mons. Ricardo Durand, en esas personas maravillosas
que son efectivamente la manifestación más elevada de que la
opción por los pobres es un elemento que se practica siempre por personas
de fe que están dedicadas íntegramente a servir a los pobres
porque en ellos ven a Jesucristo.
La Iglesia a lo largo de su historia ha propuesto un camino que lleva justamente
al compromiso social que brota de la Revelación, y de las enseñanzas
de la Tradición y del Magisterio, y que además es eficaz, y bien
aplicado podría ser un excelente medio de renovación y recuperación
de las realidades temporales, con espíritu y con identidad cristiana
y católica, y esa es la Doctrina Social de la Iglesia.
—¿Gustavo Gutiérrez se reconcilió con la Santa Sede?
—Gustavo Gutiérrez en sus libros no ha modificado prácticamente
nada de su planteamiento marxista. Por eso el Card. Ratzinger dijo que en su
caso hay muchas cosas que necesitan ser rectificadas.
—El premio Príncipe de Asturias destacó que Gustavo Gutiérrez
ha conseguido "mantenerse al margen de los radicalismos en que se han
visto envueltos otros teólogos".
—Es verdad que él no ha tenido el final tan problemático
que han tenido otros como Boff, o quizá otros que incluso han llegado
a un camino mucho más extremo, en ese sentido habrá que reconocer
que ha mantenido su presencia como sacerdote y como católico.
—¿En esa línea ya Gutiérrez aceptó las observaciones
y aclaraciones necesarias para superar sus problemas con el Vaticano? ¿Cuál
es su situación actual con la Santa Sede?
—Allí hay un problema que ciertamente no está resuelto.
Y me remito a los libros de Mons. Ricardo Durand, quien ha sido uno de los
críticos más agudos y lúcidos del pensamiento de Gustavo
Gutiérrez en lo que tiene de ideológico, de marxista y de radical.
Al abordar el hecho del nuevo discurso moderado de Gutiérrez, Mons.
Durand explica que ese cambio, esa posición nueva, que es loable, es
insuficiente porque no ha corregido sus planteamientos originales.
En la edición de su libro “Teología de la Liberación” del
año 1988, teniendo ya a la mano los criterios ofrecidos por las instrucciones
de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gutiérrez no modifica
prácticamente nada de su contenido que es claramente marxista, ideológico
y que merece todas las críticas que se le han hecho.
Y podemos remitirnos también al libro entrevista “La sal de la
tierra” en donde el Cardenal Joseph Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI,
en el momento en que le preguntan sobre la TLM, él responde que efectivamente,
en el caso de Gustavo Gutiérrez ha habido un cambio, pero —dice
el Cardenal— hay muchas cosas que necesitan ser rectificadas.
—Por lo menos en los medios de comunicación su discurso es bastante
moderado y llega a afirmar que la liberación que propone la TL no se
relaciona con la violencia. Y eso no suena marxista.
—Indudablemente que no, pero si esto es así, si esto es lo que
Gustavo Gutiérrez hoy en día piensa, entonces la pregunta es
por qué no rectifica las cosas que sí están todavía
en sus libros y que son completamente marxistas y radicales. Hay una especie
de doble discurso porque lo que queda en sus libros él no lo ha cambiado,
no lo ha modificado a pesar de las indicaciones expresas que se le ha hecho
por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es decir por
el Card. Ratzinger. No ha cambiado todas aquellas cuestiones que son problemáticas.