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sábado, noviembre 09, 2019

Entrevista sobre la contingencia: respuestas breves

P: ¿Qué debería pensar la gente de bien?,  pregunta de un amigo.

R: Yo estoy con Carlos Peña y con José Antonio Kast.

Primero lo básico: orden.

Después se puede conversar, sin la extorsión de la violencia.

Incluso hace años escribí sobre la futura nueva constitución, y hasta propuse mecanismo, pero nadie quiso publicar eso (lo estoy buscando a ver si lo encuentro...), porque casi todos los países cambian sus constituciones de vez en cuando, tras una crisis.

Pero NO se debe hacer bajo chantaje de la minoría violenta, que es lo que son, por más que generen la ilusión de ser "la ciudadanía".

Me parece que la suma de JAK, Carlos Peña, Cristián Warnken, etc., es de gente que piensa bien.

¡A lo que hemos llegado!


P: ¿Cuál debe ser el curso a seguir?

R: Lo básico:

1) Detener la violencia con toda la fuerza del Estado de Derecho;

2) No seguir con los ofertones demagógicos. Ya se hicieron muchos y no fueron suficientes para contentar a la masa (nunca lo serán, porque la masa está manipulada por líderes totalitarios, que no carecen de recursos, y buscan sobre todo subvertir el orden institucional para hacerse con el poder);

3) Postergar la elección entre cursos de acción para las elecciones democráticas municipales y generales: ¿es mucho pedir que las alternativas se midan democráticamente y no mediante incendios y saqueos?;

4) Comenzar a promover la creación y coordinación de grupos de autodefensa con todos los medios que la ley y la moral admiten, en previsión de que sea necesario detener la violencia sin la ayuda eficaz del Estado de Derecho. Es lo que han hecho los "chalecos amarillos", con palos y con miedo y valentía; pero a todos los demás nos han sorprendido con una guerra relámpago.


Todo eso, al nivel superficial de la política.

En el nivel más profundo, es necesario recuperar a la Iglesia, porque esta crisis es espiritual: muchos hombres jóvenes que se han quedado sin padre, sin cosas grandes que hacer, sin batallas que pelear ni cimas que conquistar, sin nadie que ponga freno a sus deseos desordenados... ¿Qué hacen? Se odian a sí mismos, primero, y luego a Dios y al mundo. Debemos rescatarlos y la única forma es decirles: "Ven y verás".

No dejarse vencer por el mal, sino, al contrario, vencer al mal con el bien. Porque la batalla no es contra gente descontenta por sus pensiones o su salud o el costo del peaje o lo que sea (todos asuntos que pueden irse mejorando mediante medios pacíficos y paulatinamente), sino contra el demonio que solamente quiere dividir a los ciudadanos y conseguir que nos odiemos los unos a los otros como él nos odia.

Por eso, calma. No dejarse mover al odio o a la ira, salvo cuando la ira sea necesaria para detener al violento y al injusto.

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