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lunes, junio 29, 2015

Infovaticana: otra vez para la firma invitada

Entrada de blog para la fiesta de hoy.

Leed.

Roma: el martirio, por Cristóbal Orrego

La leyenda del “Quo Vadis?” es verdadera, como todas las historias bellas. La recoge la novela del premio Nobel Henryk Sienkiewicz. Me ha impactado desde cuando yo era casi un niño, porque la historia de amor, que es el centro dramático de la narración, se parece a muchas otras historias de amor, pero el martirio innecesario e imprudente de san Pedro desafiaba mi inteligencia. ¿Por qué volver a Roma, a una muerte cierta, si se podía evitar sin mayores complicaciones?
Pedro le pregunta a Jesús, que se le aparece en su camino de huida: “¿A dónde vas, Señor?”. Y el Maestro le responde: “Voy a ser crucificado en Roma por segunda vez, porque mis propios discípulos me abandonan”.
¿Y qué tiene de poco razonable huir de la persecución, ponerse a salvo?
Sin embargo, Pedro, que fue Papa y cobarde hasta su muerte, comprendió la lógica de Dios. La muerte es la suprema garantía de la verdad. Jesús está siendo crucificado en Roma porque la Roma de los mártires ha olvidado que para eso vino Él al mundo: para dar testimonio de la verdad.
El Papa Francisco se ha dado cuenta. Por eso, en su visita a Turín, les ha dicho a los jóvenes que, como Papa, debe decir cosas que no son aceptadas por la sociedad, y los ha llamado a ser castos. Antes, en una de sus entrevistas, ha dicho que el mundo se ha hecho de él unas expectativas desmesuradas. Y nos ha enviado una Encíclica donde condena todo lo que el mundo contemporáneo alaba: el ecologismo extremo —que odia al hombre y a Dios—, la cultura relativista y hedonista, la tiranía de los sistemas financieros globales, los estilos de vida contrarios al Evangelio, las ideologías antropocéntricas y tecnocráticas, derivadas de la Ilustración, que explotan la tierra como parte de un programa de explotación del hombre.
El Papa Francisco se ha encontrado con Jesús y va camino del martirio.
El Crucificado no está solo.
Quo vadis, Domine?

jueves, junio 18, 2015

Infovaticana (3): el Papa rojo, el Papa verde

Nueva entrada en Infovaticana. La envié cuando la Encíclica no había sido publicada.

Para el 80% de los lectores chilenos, que no entienden lo que leen, espero que no me cuenten entre los imbéciles que descalifican a un Papa por razones ideológicas, tachándolo de comunista o de ecologista.

Escribo para precaver eso y para darle a su documento el contexto adecuado.

Espero seguir enviando comentarios breves en la misma línea.

Leed.


El Papa rojo, el Papa verde, por Cristóbal Orrego

Esperamos con devoto interés la publicación de la Encíclica social del Papa Francisco, aunque hayamos leído ya un adelanto que, probablemente, solo se diferenciará del texto definitivo por la corrección de un par de erratas. Así como su Exhortación Apostólica “Evangelii gaudium” provocó que lo tacharan de marxista o comunista, ahora será calificado, no me cabe duda, de ecologista extremo o de activista ambiental. Naturalmente, en cualquier denuncia de algunos de los males presentes puede ser que el tono propio de un argentino porteño y algunos pasajes específicos suenen exagerados a los oídos más circunspectos de otras latitudes. Particularmente absurdo sería juzgar al Papa, en caso de que algún católico se creyera con derecho a hacerlo, sobre la base de textos descontextualizados, como ocurriría si alguien convirtiera en centro del documento el simple ejemplo del abuso de los sistemas de aire acondicionado (un asunto marginal).
Por otra parte, recibir la intervención pontificia con ánimo abierto, como Su Santidad nos ha pedido en la Audiencia General del miércoles 17 de junio, nos exige entrar en ese diálogo interdisciplinar auspiciado por la Encíclica, donde expresamente se reconoce la pluralidad de opiniones legítimas y se recuerda que la Iglesia no tiene competencia en cuestiones meramente científicas o técnicas, sino que realiza un aporte desde la perspectiva de la fe y de la razón natural. El Papa podrá dolerse de quienes lo califican de rojo o de verde, cuando su intención y el sentido elemental de sus palabras es ponerse en la línea de la Doctrina Social de la Iglesia, aun cuando adopte, a veces, el tono profético de un Francisco de Asís o de un Jeremías; pero estoy seguro de que no le molestarán los comentarios discrepantes, de buena fe, de sus hijos y de los hombres de buena voluntad, a quienes se dirige con evidente respeto y afecto, aun cuando en un punto u otro puedan disentir. De hecho, uno de los presentadores de la Encíclica es ateo.

miércoles, junio 17, 2015

Otro artículo en Infovaticana

Por si es de interés en Chile lo que publico en España, leed.

‘¿Es Chile un País Católico?’ por Cristóbal Orrego

El título corresponde al famoso libro de San Alberto Hurtado, SJ, quien, durante la primera mitad del siglo XX, procuró impulsar el compromiso de la sociedad chilena con sus raíces católicas. El Padre Hurtado removió los corazones de innumerables personas de la alta sociedad, para dirigirlas a socorrer a los más pobres y a ofrecer soluciones cristianas, en contraste con las propuestas marxistas. Su obra más conocida es el Hogar de Cristo, para niños abandonados o marginales, en un comienzo. También fundó una revista de intelectualidad católica, Mensaje, que los jesuitas chilenos siguen editando. Además de socorrer a los más pobres y de convertir a la caridad cristiana y a la justicia a sus discípulos más ricos, el santo chileno puso el dedo en la llaga de la peor desgracia y la más grave carencia de un país que se creía católico, pero que estaba dejando de serlo a pasos agigantados, sin que casi nadie lo advirtiera. Su diagnóstico se asemejó a la clarividente visión del Beato John Henry Newman y del ateo Friedrich Nietzsche, quienes habían anunciado la decadencia del cristianismo en Europa. Y el Padre Hurtado señalaba una, entre todas las carencias, como la más grave y la más influyente en el futuro del país: la falta de vocaciones sacerdotales.
Los números de hoy son peores, con el añadido de que muchos sacerdotes están bajo el fuego cruzado de enemigos imponentes: la ignorancia religiosa promovida por teólogos católicos, la debacle doctrinal y litúrgica del posconcilio, la sospecha y la crítica de fuerzas sociales laicistas, el cansancio y el desánimo ante un trabajo pastoral abrumador, la falta de unidad entre el clero, la pobreza y aun la miseria material escondida bajo un heroísmo que Dios premiará con la vida eterna. San Alberto arrastró a muchos al sacerdocio.
Ahora la Presidente de Chile, Michelle Bachelet, ha tenido un cordial encuentro con el Papa Francisco. La Santa Sede sugiere que la vida sea respetada, y la Iglesia, escuchada.
Concedido.
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Cristóbal Orrego es Profesor en la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Acepta sugerencias de temas, preguntas y problemas para abordar, a su correo: corregos@uc.cl.

domingo, junio 14, 2015

Una lucha de largo plazo

La lucha por recuperar el matrimonio y la familia es de largo plazo, como la de casi un siglo contra el comunismo (el nazismo cayó más rápido gracias a la II Guerra Mundial).

La agenda LGBTIetc. es interminable. Son insaciables. Ahora quieren imponer que toda la sociedad acepte como género-sexo de una persona lo que ella siente internamente, aunque su cabeza esté disociada de su cuerpo. Pero también que se castigue penalmente a quienes se opongan y los critiquen, como culpables de homofobia y delito de odio.

Les dejo un artículo de Massimo Introvigne, uno de los valientes italianos, que no se calla ante la presión gay.

La conclusión es que no se debe ceder en nada a la campaña gay. Y lo que se ha perdido, cuando se vean las consecuencias opresoras de largo plazo, debe llevarnos a recuperar la sociedad para el sentido común y la decencia pública.


La lección que debemos aprender de la victoria gay en Irlanda 

Massimo25052015
Por: Massimo Introvigne.
La victoria del «sí» al «matrimonio» entre personas del mismo sexo en Irlanda, ampliamente prevista, constituye una lección para quien defiende a la familia en otros países, y tiene que impulsar tanto a las organizaciones pro familia como a las comunidades religiosas contrarias al «matrimonio» homosexual a reflexionar sobre los errores que no se deben cometer. Al mismo tiempo – considerando que nadie se atreve a decirlo – es necesario explicar que en Irlanda un acto gravemente incorrecto ha manipulado sustancialmente la consulta.
Empecemos por esta última afirmación que puede parecer fuerte pero corresponde a la realidad. En todos los países de Europa Occidental las encuestas en temas de parejas homosexuales – que también son un campo de batalla dependiendo del cómo se hacen las preguntas y a quien – dan dos resultados constantes. Primero, la mayoría de los europeos occidentales – a diferencia de lo que pasa en el Este – es favorable al reconocimiento de una serie de derechos y deberes que se derivan de la convivencia homosexual: visita al conviviente en la cárcel y en el hospital, participación en el contrato de arriendo, una cierta protección en caso de muerte del conviviente.
Este periódico ha explicado muchas veces – ahora se dan cuenta muchas editoriales, y nos da gusto – que estos derechos ya existen en Italia, pero la situación cambia de país a país. Segundo, la mayoría de los europeos, también en Occidente, es contraria a las adopciones homosexuales. Quieren que los niños crezcan con un papá y con una mamá, y no con dos papás sin mamá o con dos mamás sin papá. Además la gran mayoría es contraria al arriendo de útero.
Como consecuencia en cualquier campaña política o referéndum sobre las uniones homosexuales el argumento más fuerte y coherente es: «Atención: si pasa el “matrimonio” homosexual, incluso escondido bajo nombres eufemísticos como lo hace en Italia el diseño de ley Cirinà, las adopciones homosexuales vendrán como consecuencia – y lo seguirá el arriendo de útero». También en Irlanda, cuando se empezó a discutir sobre el «matrimonio» homosexual, el argumento de las adopciones era el que más impresionaba a la opinión pública, y daba a los que apoyaban al «no» serias esperanzas de ganar. Estas esperanzas se reforzaron en el 2013 por la sentencia «X contra Austria» de la Corte Europea de los Derechos del Hombre, la que afirmaba con claridad que ningún país europeo es obligado a introducir «matrimonio» o las uniones civiles homosexuales – no es verdad que «lo impone Europa» – pero que, si lo introduce, no puede luego discriminar a las parejas homosexuales respecto a aquellas formadas por un hombre y una mujer, sobre las adopciones. Es verdad que explicar los misterios de la jurisprudencia Europea a la opinión pública no es fácil.
Pero el mensaje estaba pasando en Irlanda, como debería pasar en Italia: atención, si en el referéndum gana el «sí» al matrimonio homosexual – en Italia podemos decir «si pasa la ley Cirinà» – llegaran también las adopciones y el arriendo de útero. Y como, la mayoría de los electores en Irlanda era contrarias a las adopciones, cada persona convencida de la verdad de esta tesis se transformaba en un votante por el «no».
El gobierno irlandés – y los dos principales partidos políticos del país – eran tan favorables al «matrimonio» homosexual hasta expulsar de las propias filas a los contrarios. Por lo tanto encontraron un método muy simple para garantizar la victoria en el referéndum: con la fuerza de los números en el parlamento introdujeron la adopción homosexual antes del referéndum. En tiempo record el gobierno introdujo en enero de 2015 una ley que permitía a las parejas homosexuales – casadas o no, da lo mismo, y en esa época el «matrimonio» todavía no existía – el derecho pleno a cualquier tipo de adopción, fue aprobada en la Cámara en febrero y en el Senado en marzo. Se transformó en ley el 6 de abril de 2015. Así se desmontaba el principal argumento de la campaña contra el «sí» al «matrimonio» homosexual: «quieren votar “no” porque son contrarios a las adopciones? Pero si las adopciones ya están permitidas, y lo seguirán siendo con cualquier resultado del referéndum». Para que no les faltara nada el gobierno había anunciado también una ley para «regular» el arriendo de útero, precisando que también esta ley no sería influenciada por el resultado del referéndum.
Y por lo tanto así fue manipulado – no se me ocurre otra palabra – el referéndum. Sobre un tema que dividía tan profundamente a los irlandeses, el gobierno había anunciado una cosa nueva respecto al resto del mundo: sería el pueblo quien decidiría con el referéndum. Una gran cosa. Solo que el corazón del referéndum – desde el punto de vista sociológico y político, no obviamente del jurídico y cultural, porque la doctrina social de la Iglesia y el sentido común condenan el «matrimonio» homosexual y las adopciones – eran las adopciones. Cuando la idea del referéndum fue propuesta, «matrimonio» y adopciones formaban un conjunto políticamente indisoluble. Con la ley del 6 de abril 2015, la materia de las adopciones fue quitada de la voluntad de los ciudadanos y decidida antes del referéndum y por ley. Si esto no es vaciar el referéndum de su sustancia, me pregunta qué cosa lo sea.
De hecho, ¿qué les quedaba para decidir a los irlandeses? Solo si las uniones civiles entre personas del mismo sexo, introducidas en Irlanda en el 2010, debían llamarse «matrimonios» o no. Las uniones civiles irlandeses como aquellas que existían en Inglaterra antes que cambiaran de nombre a «matrimonio» en el 2013 y como aquellas que quiere introducir en Italia el diseño de ley Cirinà eran en todo igual al matrimonio, menos en las adopciones. Introducida la adopción por ley, las uniones civiles en Irlanda eran totalmente idénticas al matrimonio en todo, menos en el nombre. Es cierto, los que apoyaban el «no» al referéndum perdieron la voz de tanto repetir que los nombres son importantes. Pero una cosa es votar sobre la sustancia de las cosas, y otra sobre el nombre. El referéndum irlandés del 22 de mayo dejaba a los ciudadanos la posibilidad de decidir solo sobre el nombre. No sobre el resto.
Se pueden rescatar dos lecciones para Italia. Primero: el frente pro familia tiene que estar atento a la posibilidad que alguien, a la italiana, tal vez los jueces más que el gobierno, vuelva a proponer el juego de las tres cartas irlandesas, introduciendo la adopción por las parejas homosexuales y cuando ya existan también el arriendo de útero, para vaciar de contenido el debate sobre las uniones civiles y el «matrimonio» entre personas del mismo sexo. Señales en este sentido no faltan.
Segundo: la batalla se debe realizar respecto de las uniones civiles, que no son un modo de reconocer el derecho de los convivientes a la visita en el hospital y en la cárcel – repitámoslo: ya existen en Italia – sino un «matrimonio» bajo un falso nombre. Lo dijo el padre espiritual de las uniones civiles en Italia, el subsecretario Scalfarotto entrevistado por «Reppublica» el 16 de Octubre de 2014: « las uniones civiles non son un matrimonio más bajo, sino lo mismo. Con otro nombre por una cuestión de realpolitik». Irlanda, después de Inglaterra, muestra cómo funciona la «realpolitik». Cuando en 2013 a las «uniones civiles» irlandesas se les cambio el nombre a «matrimonio» la mayoría de los ingleses se dio cuenta tarde, porque pensaban que ya existía el «matrimonio» homosexual. También la prensa se había aburrido de escribir que el Señor Smith y el Señor Jones se habían «civil unido»  y había empezado a escribir simplemente que se habían casado. El cambio de nombre a «matrimonio» aparecía a la mayoría como algo menor e inevitable.
Ahora los activistas LGBT exultan por el resultado irlandés. Pero es una batalla que ya habían ganado en el 2010 cuando introdujeron en Irlanda las uniones civiles en todo iguales al matrimonio, menos en las adopciones, introducidas forzadamente antes del referéndum. La enseñanza es clara: si no se quieren los «matrimonios» y las adopciones hay que parar las uniones civiles. Después es muy tarde. En Italia el diseño de ley Cirinà hay que pararlo ahora. Posponer la batalla a cuando cambien el nombre de las uniones civiles en matrimonio significa perderla. Por esto combaten los movimientos pro familia, y por esto vigilan los «Sentinelle in Piedi»

miércoles, junio 10, 2015

Constitución 2040

Proyecto de Carta al Diario. Demasiado incendiaria para imprimirla en papel.

Leed.


Constitución 2040

Señor Director:

En un país como Chile, es difícil que no tengamos una nueva Constitución durante el siglo XXI. Sin embargo, cabe pensar en un proceso serio que, de una vez por todas, nos permita tener una carta fundamental duradera.

La dificultad principal estriba en la progresivamente deslegitimada clase gobernante, en el sentido de su legitimidad popular (aunque la legitimidad formal deba ser reconocida por ahora). Es claro para todos que los gobernantes no gozan de la legitimidad popular suficiente y necesaria para impulsar un proceso constituyente. En el caso de la Constitución de 1980, por contraste, el apoyo a los gobernantes de la época y a su inauguración de un nuevo régimen fue muy superior al apoyo que concita el régimen actual en cualquiera de sus expresiones (Presidente, Congreso, Judicatura, Ministerio Público...). Es un mito proyectar hacia el pasado el nivel de rechazo que ha llegado a adquirir la imagen del gobierno militar tras tan prolongada propaganda adversa.

Un gobierno que ha hecho lo imposible por destruir a sus adversarios políticos —pensando que el "caso Penta" no se ramificaría hacia la izquierda, como ha sucedido y continuará sucediendo, hasta abarcar a todos los grupos económicos y políticos— y cuyo prestigio moral está por los suelos no debe lanzar un proceso constituyente que, forzosamente, tenderá a reproducir los vicios de sus autores (de todo el espectro político): nepotismo, financiación ilegal, manipulación de la opinión pública, exclusión de los ideales políticos de sus adversarios, etc. Una Asamblea Constituyente (o un supuesto "Nuevo Congreso") será manipulada con la misma desfachatez con que se han manipulado elecciones, procesos judiciales, financiamiento de las campañas, etc. Una reforma extensa, a su vez, aunque sea aprobada por la unanimidad del Nuevo Congreso, y sea de amplio consenso, será continuación de la Constitución de 1980. Aunque la firme Ricardo Lagos, en un hipotético segundo período, los ideólogos seguirán diciendo que es la Constitución ilegítima de la dictadura. Solamente la ruptura constitucional puede satisfacer el ansia de "nuevo comienzo" de esa parte menor, aunque muy ideologizada, de nuestros conciudadanos. Mas la "ruptura constitucional" y el "nuevo comienzo" fue precisamente lo que dio origen a la Constitución en vigor.

En síntesis, el problema no tiene solución. Si es una Asamblea Constituyente, que parta desde cero, sin conexión con los procesos institucionales, será ilegítima por su origen y por los vicios de todos los asambleísmos, que son dominados por los más vociferantes, violentos y manipuladores. Si se siguen los procesos institucionales, la continuidad hará que sea descalificada por las mismas fuerzas ideológicas tras el llamado a Asamblea Constituyente. Y si fuera mediante un proceso fundacional armado (por ejemplo, otro pronunciamiento militar o una revolución de izquierda), la discusión sobre su legitimidad continuaría de la misma manera. En definitiva, parece no haber forma de alcanzar un acuerdo que nos represente a todos de buena fe, porque lo que viene bien a las ovejas no viene bien a los lobos.

Una posibilidad de largo plazo, que minimice los problemas de legitimidad inmediata, puede ser que se inicie un proceso de creación constitucional en el cual se apruebe tanto por el Congreso como por plebiscito el mecanismo inicial para crear la nueva norma fundamental, y que, me atrevo a sugerir, a su vez este mecanismo prevea que la nueva Constitución se aprobará mediante plebiscitos ulteriores entre dos o más proyectos presentados por cualquier persona o grupo, con segunda, tercera y hasta cuarta vuelta de votaciones; que entre cada plebiscito deba transcurrir un año de plazo para perfeccionar los proyectos que sigan en competencia y hacerlos así más competitivos; que el proyecto ganador pueda ser perfeccionado por sus autores, a la luz de nuevas sugerencias, durante un año más; que el texto definitivo sea sometido a un plebiscito final ratificatorio; que excepcionalmente se promulgue la nueva Constitución mediante una orden de publicarla firmada por todas las autoridades y ciudadanos que quieran hacerlo; y, finalmente, que entre la promulgación o publicación del texto oficial y su entrada en vigencia deban transcurrir por lo menos veinte años y dos plebiscitos ratificatorios adicionales. 

En síntesis, a las propuestas actualmente en consideración (continuar con la Constitución de 1980-2005, de Pinochet-Lagos, tal como está; reformarla en profundidad, aunque siga siendo la misma "de la dictadura"; dictar una nueva mediante un proceso misterioso a cargo de autoridades al borde de la ilegitimidad, o una Asamblea Constituyente casi revolucionaria), me permito añadir una propuesta más radical: Nueva Constitución de elaboración lenta, donde nadie quede excluido de participar por los mecanismos asamblearios, elaborada por etapas plebiscitarias y sin que nadie sepa a quiénes beneficiará contingentemente (por entrar en vigor décadas después de promulgada). Proyecto Constitución 2040.

sábado, junio 06, 2015

Una columna en Infovaticana

Tras algún tiempo de publicada en Infovaticana, comparto con mis lectores privados esta columna.

Sólo añado que espero que el protagonista anónimo de esta historia se atreva a ir al piso 5.





Ayer fui a almorzar solo, por excepción. Un estudiante joven vino a sentarse, casi a la vez, casi enfrente, en diagonal, en la misma mesa del comedor universitario, pues prácticamente no había más espacio a esas horas. Estábamos cerca, pero solos. Numquam minus solus, quam cum solus!, desde Cicerón a Newman, pasando por San Bernardo, es la experiencia positiva de la soledad.
Hasta que él rompió el hielo:
—¿Es Usted el profesor Orrego?
—Sí —le respondí, dándole la mano—. ¿Cómo te llamas? (En mi país, los viejos estamos autorizados a tutear a los jóvenes de entrada: es la convención. Don Álvaro D’Ors me enseñó una vez, cuando esperábamos la Villavesa, los dos solos (numquam minus solus, quam cum D’Ors!), que no debe ser así: el Usted y el tú siempre han de ser recíprocos. Pero de aquí a que yo esté a la altura de D’Ors, ya será al revés, en todas partes, como va siendo: que los jóvenes tutean a los viejos de entrada).
—Me llamo Ricardo Corazón de León —dijo su nombre, que era otro— y leo su blog Bajo la Lupa. Ahí dice Usted —este es de los jóvenes viejos, que no te tutean a la primera— que podía prestarle, al que lo quisiera, un vocacionómetro.
—No lo recuerdo. Seguramente estaba diciendo tonterías, otra vez —le respondí—. Y la palabra no me la inventé yo.
—Es que yo tengo la inquietud religiosa. No de ser religioso, sino sacerdote diocesano.
Entonces le expliqué lo que es un vocacionómetro, que lo guardo en mi oficina del quinto piso, y cómo funciona.
Una parte del mecanismo —mucho más importante de lo que suele sospecharse— es la suerte. Los Apóstoles, para sustituir a Judas, deliberaron, fijaron condiciones, seleccionaron a dos discípulos idóneos que les fueron presentados… Finalmente, sin embargo, invocaron a Dios, et cecidit sors super Matthiam: “y la suerte recayó sobre Matías” (Hechos 1,26).
No un azar ciego, sino una elección de Dios.
Alegría inesperada.
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Cristóbal Orrego es Profesor en la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Acepta sugerencias de temas, preguntas y problemas para abordar, a su correo: corregos@uc.cl.

jueves, junio 04, 2015

Consumismo y control de la natalidad: el link antiecológico



La explicación económica más plausible del vínculo entre liberalismo económico, consumismo, neomalthusianismo y desastre ecológico, a propósito de la encíclica del Papa Francisco sobre la ecología, anunciada para el 18 de junio.

Leed.


Caro Papa, non può insegnarci la morale chi ha provocato la crisi ambientale
di Ettore Gotti Tedeschi28-05-2015AA+A++
Ettore Gotti Tedeschi
Beatissimo Santo Padre,
mi permetta di rivolgermi direttamente a Lei dopo aver seguito il dibattito e tante dichiarazioni - anche di uomini di Chiesa - riguardo alle tematiche ambientali e dello sviluppo.
Credo sia importante fugare ogni ambiguità e dire con chiarezza che la vera responsabilità degli squilibri socioeconomici che hanno prodotto povertà diffusa e la conclamata crisi ambientale, si trova nelle tesi dei cosiddetti neomalthusiani e affini, che oggi sembrano venir proposti per contribuire persino a dare indirizzi morali per affrontare il problema ambientale ed economico. Poiché sappiamo bene che se una diagnosi è sbagliata o falsata, la prognosi sarà altrettanto sbagliata.
La crisi economica in corso e gli squilibri ambientali verificatisi negli ultimi decenni, sono stati originati dalla applicazione delle teorie neomalthusiane (divulgate all’inizio in più università americane negli anni 1970-80) che hanno ispirato e “forzato” il crollo delle nascite nel mondo occidentale.
Ma come può crescere realmente e sostenibilmente il Pil (Prodotto interno lordo), se la popolazione non cresce? In realtà (illusioni a parte) può accadere solo facendo crescere i consumi individuali. Perciò per correggere e compensare i rischi del conseguente crollo della crescita del Pil, fu adottato il cosiddetto “modello consumistico”. In una società matura e con morale relativizzata (nichilista) non è stato difficile proporre all’uomo occidentale, quale vera e principale soddisfazione, quella materiale–consumistica. Ma per soddisfare l’esigenza di consumismo diffuso, si sono anche creati i presupposti di povertà e di sfruttamento dell’ambiente. Ciò è avvenuto deindustrializzando i paesi occidentali, troppo costosi produttivamente, e delocalizzando: trasferendo cioè produzioni in paesi a basso costo di mano d’opera, ancora impreparati alla tecnologia protettiva dell’ambiente.
Per far consumare di più si è anche stimolata la trasformazione del risparmio in consumo, sottraendo al sistema bancario una base monetaria per il credito e soprattutto privando le famiglie di autoprotezione. La crescita zero della popolazione, auspicata dai neomalthusiani (due figli a coppia) ha poi determinato il fenomeno dell’invecchiamento della popolazione, con conseguente crescita dei costi fissi (sanità e pensioni) compensati da equivalente crescita delle tasse, che han prodotto riduzione dei redditi, degli investimenti e crescita del debito.
Per evitare il collasso conseguente nella crescita economica si è forzata sempre di più la crescita dei consumi, e sempre più a debito. Ma si è forzata anche la crescita della produzione delocalizzata, meno attenta allo sfruttamento dell’ambiente. L’origine della crisi economica, della povertà incombente e degli squilibri ambientali, sono conseguenza di questa dottrina neomalthusiana.
Come potrebbe essere ora questa stessa dottrina a risolvere i problemi che ha creato? Il rischio è che questa si preoccupi invece di far mancare il sostegno alla vera crescita economica: quello alla famiglia e alla crescita equilibrata e consapevole del numero di figli. Così mancheranno ancor più le risorse per riequilibrare le strategie produttive globali e investire in tecnologia pro-ambiente. Mancheranno sempre più le risorse per mantenere i vecchi, creare lavoro per i giovani e proteggere i più deboli.  
Ma come si può pensare che una cultura neomalthusiana e abortista che nega la sacralità della vita umana e considera l’uomo animale intelligente, frutto dell’evoluzione di un bacillo, ma cancro della natura e orientato solo a consumare, possa elaborare progetti per l’ambiente e per l’uomo? Come si può pensare di riferirsi a soluzioni per l’ambiente proposte da chi vede una pseudo soluzione ambientale-economica prioritaria verso la vera soluzione di consapevolizzazione morale dell’uomo attraverso una maturazione spirituale ed intellettuale?  
Ciò che in più stiamo rischiando, tollerando soluzioni malthusiano-ambientaliste, è permettere all’ambientalismo di affermarsi quale religione universale nel mondo globale dove coesistono diverse culture religiose. Questo ambientalismo malthusiano rischierà di creare maggiore povertà, maggiori squilibri socioeconomici e minor tutela vera dell’ambiente.
San Francesco amava le creature e l’ambiente, quali opere del suo amato Creatore, secondo il fine da Lui previsto.  
Perciò confido in Lei, Beatissimo Padre, con filiale devozione.
Ettore Gotti Tedeschi